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Angel del Río

Miedo a salir de casa

El caso del pederasta de Ciudad Lineal ha metido el miedo en el cuerpo no sólo a los vecinos de este distrito, sino a los de toda la ciudad. Madrid ha vivido a lo largo de su historia episodios de inquietud, de miedo colectivo ante la presencia de delincuentes violentos, violadores, pederastas y criminales sanguinarios en serie. Uno de los casos más llamativos tuvo lugar en los años cincuenta, cuando la ciudadanía estaba conmocionada por un personaje que se dedicaba a cortar con un bisturí los glúteos de mujeres en el Metro, entre la estaciones de Atocha y Puente de Vallecas. Durante muchos meses el agresor del bisturí siguió actuando y, pese a la presencia policial, jamás fue descubierto. Podríamos hablar de otros casos que sembraron el miedo colectivo entre la población, como el del célebre asesino del juego del rol, el del violador de Aluche y de otros violadores en serie, de pederastas que actuaban a las puertas de los colegios, o el del «loco del estilete», que durante casi un año pinchaba a sus víctimas, sin motivo aparente, y desaparecía, aunque quizá uno de los casos que despertó mayor grado de inquietud entre los madrileños, fue el secuestro de Anabel Segura, la joven de La Moraleja. En cada uno de estos casos, los vecinos de los barrios donde habitualmente actuaban estos delincuentes reclamaron más presencia policial, salieron a la calle exigiendo más eficacia a las autoridades, y las autoridades difundieron recomendaciones preventivas y llamamientos a la colaboración ciudadana. Ha habido casos en los que los vecinos se organizaron en patrullas ciudadanas, incluso intentaron tomarse la justicia por su mano, como ocurrió en el barrio del Lucero, cuando dos delincuentes peligrosos, que tenían atemorizada a la población, a punto estuvieron de ser linchados en el momento de ser detenidos por la Policía. A veces, el miedo da paso a la desesperación y a la impotencia, aunque nunca es recomendable, y es preciso confiar en el buen hacer de la Policía.