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Angel del Río

Más de cien años

A los taxistas madrileños les ha costado más de cien años lo que otros compañeros del sector de otras ciudades españolas y extranjeras, consiguieron hace ya varias décadas: poder llevar publicidad exterior en sus vehículos. En los cincuenta ya propusieron instalar algún tipo de reclamo comercial en las carrocerías de los taxis, una solicitud que se intensificó en la década de los ochenta, cuando el sector sufrió su primera gran crisis y esto suponía una ayuda a sus quebrantados ingresos por la prestación del servicio. Nada habían conseguido hasta ahora, más allá de llevar publicidad interior. El argumento que esgrimía el Ayuntamiento para no ceder a esta pretensión de los taxistas era que se trataba de un servicio público y no podía exhibir publicidad exterior, argumento sin sentido, ya que los autobuses municipales de la EMT, como los antiguos trolebuses y los tranvías, siempre han llevado ostentosa publicidad exterior.

Los primeros «taxis» de Madrid comenzaron a circular por las calles de la villa allá por el reinado de Felipe II. Se trataba de mulas de alquiler; después, sillas de mano, calesas y simones, hasta que en 1909 empezaron a funcionar los primeros autotaxis, y poco tiempo después se fueron imponiendo los de tracción mecánica a los de pura sangre animal. Durante algunas etapas de la historia del taxi, los conductores se han quejado de la estricta e inflexible regulación del sector y de sus severos reglamentos, como cuando combatieron aquella orden municipal de 1931, que les prohibía admitir propinas; o cuando por fin consiguieron eludir la obligación de ir uniformados con chaquetilla, pantalón y gorra azul, que provocó el motín de los taxistas: arrojaron sus gorras a la Cibeles aprovechando el paso por el lugar, y es que hay que ponerse en el sudor de estos conductores, tocada la cabeza en el ferragosto madrileño y sin aire acondicionado en sus vehículos. Ahora han conseguido su más vieja reivindicación: llevar publicidad exterior en sus coches, lo que entienden como una posibilidad de ingresos por explotación comercial. Ha ntenido que pasar más de cien años. Enhorabuena, amigos taxistas.