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El buen salvaje

Los bebés

No saben responder a si Hamas es un grupo terrorista. Tal vez lo confundan con una Ong que busca el bien de la Palestina oprimida.

La izquierdita chuli, chuche, candy, yoli, la izquierdita Peppa Pig, más que por cerda por ponerse de perfil cada vez que los suyos perpetran una matanza, no es capaz de guardar un minuto de silencio por los muertos en Israel. Luego dicen de Vox cuando no se digna a callarse cuando hay una concentración contra la violencia de género. Esa izquierda de paz con las manos manchadas de sangre en cuanto cómplice del horror. No hace falta que lo cuenten, el odio se ve y se huele por televisión, mientras ellos vuelven la cámara hacia el otro lado como si pudiera esconderse el latido ya parado de los inocentes.

No saben responder a si Hamas es un grupo terrorista. Tal vez lo confundan con una Ong que busca el bien de la Palestina oprimida. Tocaría preguntar qué piensan hoy de ETA, si el apellido terrorista todavía cuelga de la organización o si ya han inventado una manera bastarda de llamar a los asesinos.

La izquierda cuqui se esconde cuando la primera plana la ocupa una mujer iraní o el mismo Zelennski, que les compro que ya está bien de vestirse de verde, pero al que la Europa liberal apoya frente al zarismo putiniano. Esa izquierda, en fin, lo ha vuelto a hacer, bravo, ponerse del lado equivocado de la Historia, del comunismo, del castrismo, del terrorismo que apuñaló a Israel por la espalda. Y lo hace, encima, con orgullo, sin vergüenza, en nombre de una justicia en la que no cree, jugando a las casitas con sus votantes, los que todavía piensan que el mundo se divide en buenos que pueden matar a quienes quieran y malos que no sólo merecen la muerte sino que no tienen derecho a un responso. Esa izquierda todavía sostiene que la culpa de la matanza del 11-M en Madrid la tiene el Gobierno de entonces, el de Aznar, no los terroristas.

Leo que Israel ha encontrado cuarenta bebés muertos a las puertas de Gaza, algunos de ellos decapitados. La izquierdita cuqui, las mamás que exhiben a sus hijos en el Congreso, ni siquiera les han cantado una nana.