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Reino Unido

Perro grande o pato cojo

Isabel II podría haber conocido esta semana a su decimoquinto primer ministro

La reina de Inglaterra, que acaba de celebrar el Jubileo de Platino por sus 70 años en el trono, podría haber conocido esta semana a su decimoquinto primer ministro. Pero Isabel II seguirá recibiendo a sus 96 años a Boris Johnson todas las semanas, por lo menos de momento. El «premier» conservador superó este lunes una moción de censura presentada por el ala crítica de su partido soliviantada por el escándalo del «Partygate». Bo Jo se enteró de que los rebeldes habían logrado los números para activar el botón nuclear el domingo por la tarde justo antes del gran desfile final del Jubileo. La cara de Johnson en las gradas eran un poema.

El equipo del primer ministro intensificó el lunes por la mañana la «Operación Salvar al Perro Grande». Todos los miembros del Gabinete incluso los que suenan para ser su relevo (el ministro del Tesoro, Rishi Sunak, la de Exteriores, Liz Truss o el de Defensa, Ben Wallace) mostraron públicamente su respaldo al líder. Johnson reunió a su grupo parlamentario y sacó la zanahoria de una bajada de impuestos y un plan para reactivar la economía. Los rebeldes, por su parte, siguieron con su «Operación Rinka» y movilizaron a pesos pesados del partido como el ex ministro de Sanidad y de Exteriores, Jeremy Hunt, que está, por cierto, en las quinielas del posible sucesor, o el «zar anticorrupción», John Penrose, que anunciaron su voto en contra del primer ministro. Para Penrose, los episodios de vino y rosas de Johnson durante el confinamiento suponían una quiebra inaceptable del sacrosanto Código Ministeral. Al mediodía del lunes el número de diputados tories que había mostrado públicamente su respaldo al primer ministro era menor que el que lo había hecho por Theresa May cuatro años atrás. Los nervios en Downing Street estaban a flor de piel. Pasadas las 10 de la noche (21:00 horas en Reino Unido) se conoció el resultado. Johnson salvaba su pellejo con 211 a favor y 148 en contra. Mantenía su puesto en el Número 10, pero el golpe ha sido demasiado fuerte como para no saber que su futuro como «premier» sigue tambaleándose. Cuatro de cada diez parlamentarios conservadores han votado en contra de su continuidad en el cargo (41%). May obtuvo más apoyos. Y, aun así, a los seis meses de la votación presentó su dimisión a las puertas de Downing Street por su falta de liderazgo. No se puede ejercer el poder cuando se ha perdido.

Boris Johnson tiene por delante unos meses muy complicados. En unos días, el 23 de junio, se enfrenta a unas elecciones parciales con los sondeos en contra. Tiene también pendiente la apertura de una investigación parlamentaria que debe determinar si mintió a la Cámara de los Comunes cuando negó haber violado las reglas del confinamiento con las fiestas regadas de alcohol en el Número 10.

Johnson, más que un «perro grande» se ha convertido en un «pato cojo», un jefe de Gobierno que lucha por mejorar su imagen mientras sigue hundiéndose en las encuestas. Me llama la atención que una persona que en su día conspiró con éxito para acabar con dos primeros ministros (David Cameron y Theresa May) sea incapaz de percatarse de que su tiempo ha terminado. Debería saber que en política sin autoridad no hay gobierno.