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Ana Torroja

Marquesa Torroja

La de bares que habrá cerrado Carmen Calvo al son de «maquíllate»

Por menos de lo que hizo Mecano más de uno tiene algún título o componenda. Que Ana Torroja sea marquesa es como hacer Grande de España a Sabina, que no sé a que espera el Rey para desempolvar la carpeta nobiliaria. Claro que Torroja recibe el honor de su abuelo, que a su vez le dio Franco por su labor como ingeniero no por «Hoy no me puedo levantar», que era lo que las mocedades sentían en los ochenta. El Gobierno y su demoniaca Ley de Memoria, o como se llame, salvó algunos títulos entregados durante el régimen, entre ellos el del antepasado de la cantante. Porque solo el Ejecutivo tiene la potestad para dar el carné de facha y este buen hombre no cumpliría todos los requisitos porque fue un profesional que nunca se puso la camisa azul, no como el duque Emilio Mola, Grande de España, o Moscardó, que llegó a conde, y así hasta más de treinta cuyos descendientes pasarán a ser plebeyos. Ana Torroja será marquesa no porque su abuelo ideara la cubierta de la tribuna del hipódromo de la Zarzuela sino porque Carmen Calvo no podía dejar sin título a los «intelectuales» como Ramón y Cajal, y por eso se ha salvado -Hawai, Bombay- de la quema. Además, Mecano nunca ha participado en un mitin del PP, no como Los del Río y Norma Duval, que ni tienen título ni tienen ná.

Uno se pregunta si la discriminación en este caso es pertinente. Si los títulos los dio Franco, por lo que fuera, deberían mantenerse todos o lanzarlos todos a la pira. El general Moscardó tenía, a decir del otorgante, méritos suficientes. Que la cantante de Mecano sea ya marquesa es un guiño al año 82, cuando llegaron los socialistas, que es, según la nueva lectura de la Historia, el momento en que se estrenó la democracia, y el grupo vendía millones de discos.

La de bares que habrá cerrado Carmen Calvo al son de «maquíllate, maquíllate» como para dejar a la cantante compuesta y sin título. Los demás, pues que se aguanten. En aquellos tiempos, la mayoría de los que hacían algo en España eran franquistas, no ya por convicción sino por mera comodidad. Es eso lo que revienta las costuras del entendimiento socialista, que los españoles eran monstruos según su jerga.