Cargando...

Entrevista

«Los rusos huyen para evitar la movilización, pero también por la dictadura»

LA RAZÓN conversa con Andrey Kordochkin, deán de la catedral ortodoxa rusa. «Soy responsable de la unidad»

Andréy Kórdochkin Patriarca de la iglesia ortodoxa en Madrid Gonzalo PérezLa Razón

Es sábado de ánimas y la catedral ortodoxa de Madrid es un hervidero de fieles. Son principalmente mujeres y todas ellas cubren su cabeza con un pañuelo, una tradición que se remonta a la época del apóstol San Pablo, aunque no sigue viva en la mayoría del mundo cristiano. Es, además, el último fin de semana antes del inicio de la Cuaresma y después de la liturgia, los ortodoxos homenajean a sus familiares durante una misa en honor a quienes ya no están entre nosotros. «Este año el listado de nombres que se leerá, será mucho mayor», explica a LA RAZÓN, el deán de la catedral, Andrey Kordochkin. Quién más y quién menos ha perdido a un amigo o familiar por la guerra.

El rostro del deán refleja la tensión y sufrimiento del pueblo ucraniano que está siendo injustamente invadido por Rusia. «Es, sin duda, el año más difícil», describe. «Vivimos con mucho estrés. Como ruso, mi corazón está con los muertos a ambos lados. Este último año en Rusia se han experimentado unos cambios brutales que han llevado al éxodo de más de un millón de rusos, que huyen para evitar la movilización, pero también porque no quieren vivir bajo una dictadura». En su opinión, esta guerra ha causado la mayor división entre los rusos desde la guerra civil. «Existe, claramente una brecha generacional», dice.

Andrey Kordochkin nació en San Petersburgo y su mujer, Alexandra, es ucraniana por parte de padre. Llegaron hace 18 años a Madrid y ambos representan los fuertes lazos que históricamente tienen Ucrania y Rusia, dos países independientes y soberanos con un pasado común, que estos días se enfrentan en una guerra fraticida. Cuanto más se alarga la invasión, más discordante es el tono utilizado en el Kremlin.Si en un principio se hablaba de la «desnazificación» y la «desmilitarización» de Kyiv, ahora se emplea un vocabulario cada vez más abiertamente genocida contra los ucranianos. La narrativa utilizada por la iglesia rusa también se está volviendo más apocalíptica y agresiva.

Desde el comienzo de la invasión, los sermones del patriarca ruso Cirilo tomaron partido, asegurando que la invasión persigue defender los valores tradicionales y alejar a Rusia de la decadencia de Occidente. Estas palabras llevaron a la Iglesia Ortodoxa ucraniana, que, siempre formó parte del Patriarcado de Moscú a separarse en mayo de 2022 porque Cirilo no condenó la invasión. «Desde el inicio de la guerra hemos escuchado varias voces, entre ellas las del patriarca Cirilo, pero también a otros obispos, sacerdotes, laicos... Para nosotros es fundamental que la Iglesia no se vea como un partido político», asevera.

Respecto a las palabras del patriarca ruso, el deán recuerda que su papel es guardar la unidad de la Iglesia y que «ningún miembro se sienta discriminado o privilegiado». «Si los ucranianos perciben que no reciben la misma atención o cariño hay que preguntárselo a ellos», responde. Andrey Kordochkin mostró abiertamente su rechazo a la guerra hace ahora un año. «Soy responsable de guardar la unidad en la comunidad que tengo, aunque muchas personas me acusan de tomar partido», reconoce. Estos doce meses han sido muchos los cambios en el seno de la Iglesia, situada en el madrileño distrito de Hortaleza. «Hemos perdido fieles. Algunos ucranianos se han ido porque ven imposible participar en los oficios donde se conmemora el nombre del patriarca Cirilo. Por otro lado, también hemos perdido a muchos ruso parlantes que están en contra de mi postura respecto a la invasión rusa».

Llegada de refugiados ucranianos

En los últimos 365 días, el mapa étnico ha experimentado grandes cambios en España. Si en 2021 había aproximadamente 70.000 rusos y 120.000 ucranianos en España, desde el estallido de la invasión han llegado más de 160.000 refugiados que huyen de la guerra. Según explica el deán, la mayoría de ellos provienen de zonas ruso parlantes como Donetsk, Odesa, Zaporiyia o Járkiv. «Son étnicamente rusos, no saben ucraniano, pero no quieren identificarse como rusos», asegura el deán.

En la Iglesia de Santa María de Magdalena, el primer templo ortodoxo de la capital, han decidido ejercer el oficio en eslavo eclesiástico, un idioma que ni es ruso ni es ucraniano. No es el único cambio introducido en la liturgia. El patriarca Cirilo ordenó leer durante la celebración de la eucaristía la oración de la paz, sin embargo, Andrey Kordochkin se niega porque «no une a todos los fieles». Explica que por un lado, da por hecho que los ucranianos y rusos «son el mismo pueblo y no es así. Además representa a Rusia como víctima y habla de la victoria. No imagino a un ucraniano rezando esa oración», sentencia el sacerdote.

Sobre las palabras del Papa sobre esta guerra, Kordochkin asevera que para algunos «es muy ucraniano», pese a que en una ocasión dijo abiertamente que la invasión rusa «quizá, de alguna manera, fue provocada o no evitada», descargando la responsabilidad sobre terceros países. Se emociona y recuerda, que sin embargo, las palabras de Francisco se escucharon en un juicio celebrado en Moscú contra un funcionario acusado de desacreditación de las Fuerzas Armadas rusas y que fue declarado inocente. «Si las palabras del Papa pueden impactar en una jueza en Moscú, es suficiente», concluye.