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Sequía
España se enfrenta al cuarto año más seco de su historia
Desde hace semanas varias ciudades sufren restricciones de agua, el campo pierde rendimiento y la producción renovable ha bajado. Se necesitará mucho más que la llegada de la próxima borrasca, dicen los expertos, para revertir la situación
Una situación preocupante. Los embalses se encuentran al 35,9% de su capacidad y la falta de lluvia ha provocado restricciones en varias ciudades, además de estar reduciendo la producción renovable. Este año hidrológico ya se considera el cuarto más seco de la serie histórica, con un 26% menos precipitaciones de lo normal. «Hemos tenido un invierno de los más secos de las últimas décadas, una primavera que solo ha sido lluviosa en las cuencas del Júcar y Segura y un verano de calor exagerado que ha provocado un aumento de la evaporación de los recursos almacenados, además de incrementar las demandas agrarias», explica Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que analiza las precipitaciones utilizando el índice SPI (Standard Precipitation Index, las regiones más afectadas por la falta de lluvia (con datos hasta finales de julio) son las del noroeste peninsular, en especial el oeste de Galicia; puntos de la meseta norte, de Cataluña, y del extremo occidental de Andalucía.
«En el extremo sureste de la Península, y especialmente debido a las lluvias intensas de la primavera, no se puede hablar en estos momentos de sequía meteorológica», explica Rubén del Campo, portavoz de la entidad. Varios núcleos de población de Andalucía y de varias regiones del norte peninsular han sufrido restricciones de agua este verano también a consecuencia de la falta de precipitaciones. «Las cuencas del Guadalquivir, Guadalete-Barbate, Guadiana son las que están en una situación más delicada. Pero las del Tajo, Duero y Ebro comienzan a estar en situación de emergencia. Y a ello se suman algunas localidades de la fachada cantábrica que dependen exclusivamente de las lluvias para su abastecimiento y que han comenzado a tener problemas por esa falta de precipitaciones regulares», matiza el investigador alicantino.
Pero cuando se habla de agua no se trata solo de una cuestión geográfica y estrictamente humana. Muchos sectores productivos se ven afectados. El primero, el campo. Esta misma semana, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) alertaba de que los cultivos de secano pueden perder un 80% de su rendimiento debido al estrés por falta de agua y el calor del verano. Otros cultivos como el olivo pueden ver reducida su producción entre un 10-20% y el arroz ha visto como su superficie caía un 90% en zonas como Extremadura (de 21.300 has el año pasado a 2.100 has este año). «La producción de cultivos como el girasol, los cereales y el azúcar, estará muy por debajo de los niveles habituales debido a las condiciones cálidas y secas excepcionales en toda la UE», dicen desde la o runa disminución de la precipitación ganización agraria, que además recuerda que el sector suma la falta de agua al encarecimiento y falta de algunas materias primas y el precio disparado de los combustibles. «La paja el año pasado estaba a 55€ el paquete grande y este año a 95€. Con la alfalfa ha ocurrido lo mismo pasando de 170 euros el año pasado a más de 190 este año», por poner un ejemplo.
La falta de lluvia también incide en la producción eléctrica. Según informa Euronews en 2021, la hidráulica suponía casi el 15% de la producción de la energía eléctrica en España, y ahora mismo esa cifra no llega siquiera al 7%.
Todos estos factores sumados hacen temer un nuevo repunte de la inflación y quizá hasta un aumento del precio del agua como producto básico de consumo. Es lo que ha sucedido en Portugal.sufre las consecuencias de la falta de precipitaciones. Ante la situación, el Gobierno acaba de recomendar a 43 municipios que aumenten temporalmente los precios del agua para los grandes consumidores y que suspendan la limpieza de las calles y el riego de los parques públicos.
Y esquela situación de sequía este año es común a varios países. Olcina recuerda que en Europa occidental, amplias zonas del continente se han enfrentado a un verano muy seco y con olas de calor intensas. «California también está soportando una intensa sequía, al igual que otras zonas del suroeste de EEUU, probablemente como consecuencia de la persistencia del fenómeno de La Niña, yen otras parte del hemisferio norte, como en el sur de China, las situaciones anticiclónicas persistentes están dando lugar a un verano extremadamente caluroso y seco. Cuando hay condiciones de “Niña” suele ocurrir que se altera la circulación atmosférica en esta franja de latitud planetaria y se produce un dominio de los anticiclones subtropicales que imponen condiciones de estabilidad y descenso importante de lluvias», concreta.
Avance estacional
A pesar de los anuncios de la llegada de algunas borrascas esta semana, las previsiones estacionales no son nada halagüeñas respecto a una posible salida de la sequía meteorológica. «Hasta el 23 de agosto han caído 433 litros por metro cuadrado, y para que el año hidrológico terminase en el valor promedio (641 litros por metro cuadrado) tendrían que caer más de 200 litros por metro cuadrado en septiembre, algo que nunca ha sucedido (el mes de septiembre más lluvioso hasta ahora fue el de 1969, con 93 litros por metro cuadrado). No obstante, si el verano y el invierno son generosos en lluvias, la situación podría revertirse, aunque los pronósticos actuales vaticinan que, al menos los dos primeros meses del otoño, serán probablemente más secos de lo normal en España, especialmente en el oeste peninsular (45 % de probabilidades de que sea más seco de lo normal frente a un 20 % de que sea más lluvioso)», matiza Rubén del Campo desde Aemet.
No solo las próximas semanas van a ser complicadas para la gestión del agua; en el contexto más amplio de cambio climático las proyecciones tampoco son buenas para España. «Nuestro país experimentará un descenso en el número de días de lluvia, un incremento de la duración de los períodos secos y, en general, una disminución de la precipitación media anual. El 6º informe del IPCC estima que los períodos secos probablemente serán más largos e intensos en las próximas décadas en los países ribereños del Mediterráneo», recuerdan desde Aemet.
¿Estamos preparados?
Desde el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Olcina recuerda que ahora mismo se están aplicando los protocolos incluidos en la Planes de Gestión de Sequía de las Demarcaciones Hidrográficas: «Se van declarando las sucesivas fases de alerta para que se puedan aplicar las medidas de contención de gasto hídrico establecidas para cada una de ellas. Este es el protocolo oficial establecido, pero cuando se produce una situación de sequía el margen de maniobra para aplicar soluciones no es grande. Tan solo cabe abrir pozos de sequía y, en aquellas zonas donde hay instaladas desaladoras, activarlas al 100% para garantizar los abastecimientos». Sin embargo, ante las perspectivas del cambio climático alerta de que «las sequías deben solucionarse en los años de abundancia de lluvias, con medidas de planificación y mejora de gestión hídrica».
Algunas de las claves a las que alude el investigador son la desalación o depósitos de agua subterránea para las ciudades. «Donde no hay problemas es en aquellas regiones que están utilizando agua desalada para el regadío (p. e. Alicante, Murcia y Almería) porque aquí se ha planificado con eficacia el tema de la falta estructural de agua, para poder garantizar las demandas con fuentes diversas (superficiales, subterráneas, reutilización, desalación ). Este es el ejemplo que se debería seguir en el resto de España. Una planificación y gestión hídrica basada en el uso de varias fuentes de abastecimiento a la vez. Esto va a ser más necesario cada vez en la actual coyuntura. También es necesario diseñar un “Esquema de gestión hídrica nacional” que contenga todas las medidas necesarias para garantizar todos los abastecimientos (agrario, urbano, turístico, industrial, energético, ambiental). Un Esquema con horizonte 2050, que nos permitan un desarrollo duradero sin la dependencia de posibles coyunturas de sequía. En España, tras el Plan Hidrológico de 2001 y el Programa Agua de 2005, no se ha vuelto a hacer ningún esfuerzo por diseñar un Es quema integral de gestión hídrica. Y es algo imprescindible. Que debe aprobar se, eso sí, con el mayor consenso posible de los partidos políticos mayoritarios, para evitar que el agua se convierta en un arma política, como ahora».
Grandes sequías
Hablar de sequía es habitual en España, pero este año se considera el cuarto más seco de la serie histórica, con unas precipitaciones precipitaciones inferiores en un 26% a su valor normal. Desde Aemet recuerdan que una situación parecida a la actual se dio entre 2005 y 2009. «En aquella sequía el SPI alcanzó el valor más bajo de la serie histórica y fue muy extensa», extensa», dice Rubén del Campo, portavoz de Aemet. El director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, recuerda por su parte otra gran sequía entre 1991 y 1995. «Fue la última importante ocurrida en el conjunto del país. Se terminó con un temporal de lluvias que duró un mes (diciembre de 1995). Pero se sucedieron las borrascas atlánticas que dejaron lluvias abundantes en casi toda España y permitieron almacenar abundantes recursos en los embalses. Con la situación de ahora necesitaríamos, al menos, un mes entero de lluvias abundantes y continuadas para recuperar los niveles de agua embalsada normales», normales», afirma.
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