Del Palacio de Cibeles a ser protagonista de un musical

Son las cinco de la tarde y Carmela Rosingana acaba de terminar su jornada laboral en el Ayuntamiento de Madrid. Desde hace algo más de treinta años es funcionaria de servicios sociales en la capital aunque de forma no oficial, ayuda a los demás desde que tiene uso de razón. Dice que lo aprendió de su madre, Teresa Rosingana, muy conocida en el barrio de San Blas donde los vecinos ya han pedido bautizar una calle del distrito con su nombre por cofundar la Asociación Nazaret y ayudar siempre al prójimo. Es la tercera de siete hermanos y llegó a la capital junto a su familia en los setenta para buscarse la vida, como tantas familias de entonces. Sin embargo, su infancia no fue fácil, estuvo llena de necesidades y de mucho aprendizaje. La enfermedad de corazón de uno de sus hermanos, obligó a sus padres a internar al resto para poder cuidarle con total dedicación.

Su vida cambió cuando su padre aprobó la oposición y entró como ordenanza del Ministerio de Obras Públicas y su madre se sacó el graduado escolar gracias al que pudo trabajar como cocinera en un centro público de la Comunidad de Madrid. Ahí, Rosingana entendió que la educación era lo más importante y que tenía que buscarse la vida para «no ser pobre nunca más». Después de muchos trabajos, de estudiar jardín de infancia, trabajo social y más tarde, sociología y ciencias políticas, fue en 1990 cuando aprobó -y a la primera- la oposición para trabajar en el Ayuntamiento. Así, se convirtió en la primera trabajadora social del Palacio de Cibeles, donde ahora es la encargada de los expedientes de justificación de subvenciones que se dan a organismos internacionales.

Se define como una mujer normal a la que «le pasan cosas». Después de regalarnos una sonrisa, nos confesó que ha perdido las llaves de su casa y que hace unos días le robaron la cartera. Pero nada suficientemente importante como para mitigar la emoción que está viviendo en las últimas semanas. Rosingana se ha convertido en la protagonista de «Jimena soy yo», la primera serie musical de audio llevada a cabo por la plataforma Sonora y creada y producida por el compositor Lucas Vidal. Una historia que nació hace unos siete años cuando la guionista de la serie, Ainoa Careaga, la conoce en el Palacio de Cibeles donde llega como diplomática del equipo de Manuela Carmena. Deslumbrada por el buen recibimiento y la personalidad de esta, meses más tarde se convertiría en su inspiración cuando partió a Los Ángeles para estudiar un máster de guion y producción. Y por cosa del azar o del destino, fue en la ciudad americana donde pudo compartir con el compositor la historia y buen hacer de Rosingana.

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«Me siento muy halagada y abrumada porque un portento como Ainoa, se haya inspirado en mí y en mis vivencias para crear esta maravilla», dijo la protagonista a LA RAZÓN. Quien pese a no tener experiencia previa en la interpretación, asegura haberse sentido muy cómoda en el papel. «Es que no actuaba. Llegaba al estudio y me decían que fuese yo misma. Si intentaba interpretar, no servía», relató. Y es que «Jimena soy yo» no habla de nada que no sea o no haya sentido o vivido Carmela. Una mujer de mediana edad, trabajadora, que no pasa por su mejor momento y que se siente olvidada por la sociedad después de haber dedicado toda su vida a ayudar a los demás. «Los dos últimos años no han sido fáciles para mí. Tengo gente maravillosa a mi alrededor que me motivan para seguir hacia delante y esto ha sido un verdadero regalo de la vida», confesó. Así, desde el personal de limpieza –primeros en la lista de sus invitados a la premier-, de seguridad, compañeros y jefes de Cibeles, están viviendo esta experiencia como si fuese suya.

El reparto de la serie musical cuenta también con las voces de Boris Izaguirre, Cecilia Suárez, Edu Soto, Itziar Castro, Alex González o Francis Lorenzo, entre otros. «Cuando me enteré de quienes eran mis compañeros no podía creérmelo, ha sido un privilegio poder conocerles», apuntó Rosingana. Juntos y a través de la comedia absurda, los buenos sentimientos y giros inesperados relatan una historia de triunfo y empoderamiento desde un punto de vista realista y urbano. «Jimena y yo compartimos la entrega y la lucha por seguir siempre hacia delante», y añadió, «hay que ser consciente de que el éxito es efímero; hoy estamos arriba y mañana en lo más bajo. Siempre hay que tener los pies en el suelo». Sin embargo, confesó que este nuevo proyecto le ha recordado que uno es capaz de conseguir todo lo que se proponga. Por eso, ahora sueña con nuevos retos; quizás con poder llevar a Jimena a la gran pantalla o sobre las tablas.