Palacios de Madrid
Una gran mansión para el icono de la riqueza
El palacio del Marqués de Salamanca está situado en el barrio que construyó y al que da nombre
Ubicado en el emblemático paseo de Recoletos de Madrid, el palacio del Marqués de Salamanca es una joya arquitectónica que refleja la riqueza y el poder de su promotor, José de Salamanca y Mayol, y la habilidad de su arquitecto, Narciso Pascual y Colomer. Este edificio no solo destaca por su esplendor arquitectónico, sino también por su importancia histórica y cultural, habiendo sido testigo de numerosos eventos y transformaciones a lo largo de los años.
El palacio fue construido entre 1845 y 1858 durante el reinado de Isabel II. José de Salamanca, un político, banquero y empresario de gran influencia, decidió invertir en la creación de una residencia que simbolizara su estatus y éxito económico. La elección del paseo de Recoletos no fue casual; esta zona se había convertido en un eje importante de comunicación y recreo en Madrid, y era el lugar ideal para los palacios de la nueva burguesía y la nobleza.
Salamanca adquirió inicialmente la casa y huerta del conde de Oñate en 1845 y, con el tiempo, fue comprando más terrenos en la zona, anticipándose a la expansión urbana de Madrid. El palacio, terminado en 1857, fue diseñado para rivalizar con las mansiones de la alta sociedad europea.
Narciso Pascual y Colomer, el arquitecto responsable del proyecto, fue una figura destacada de la arquitectura isabelina. Formado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y con una carrera estrechamente vinculada a la Corona, imprimió en el palacio un estilo neorrenacentista que combinaba elementos de la tradición clásica española con influencias italianas y francesas.
El exterior del palacio presenta una fachada principal de dos plantas, con un diseño que destaca por su simetría y elegancia. La composición central de la fachada incluye una triple arquería en la parte baja, separada por medias columnas, y tres ventanas serlianas en la parte superior, decoradas con elaborados candelieri. Las fachadas laterales, más sencillas, siguen un tratamiento armonioso.
El interior del palacio es igualmente impresionante, con una distribución que refleja la opulencia y el gusto refinado de la época. La planta baja, destinada a funciones representativas, incluye un vestíbulo de ingreso, varias salas, antesalas, gabinetes y una sala de billar. La principal alberga el salón principal, una galería de pinturas y varios salones y gabinetes. Las habitaciones del servicio están en el ático.
Uno de los elementos más destacados del interior es la escalera principal, que aunque desplazada hacia un lado para mayor intimidad, sigue siendo una pieza central del diseño, con su impresionante decoración de pilastras cajeadas, nichos para esculturas y un techo decorado con escenas mitológicas y neopompeyanas.
A lo largo de los años, el palacio ha pasado por diversas transformaciones y ha tenido múltiples usos. Tras la ruina financiera de José de Salamanca, el palacio fue vendido al Banco Hipotecario de España en 1876. Este cambio trajo consigo modificaciones significativas, incluyendo la cobertura del patio interior con una cristalera para convertirlo en el patio de operaciones del banco.
Durante el siglo XX, el arquitecto Luis Gutiérrez Soto llevó a cabo una serie de reformas que incluyeron la ampliación de los pabellones laterales y la construcción de un nuevo edificio en la parte posterior, conectado al palacio mediante una pasarela aérea. Estas intervenciones, realizadas entre 1948 y 1954, han permitido que el edificio mantenga una apariencia homogénea y coherente con el diseño original.
En la actualidad, el palacio es la sede de la Fundación BBVA. El edificio ha sido objeto de una completa remodelación, respetando los elementos originales como el vestíbulo de ingreso, la escalera principal y los salones de la fachada al paseo de Recoletos.
Desde entonces, tanto en el patio de columnas como en los salones, cuelgan obras de arte únicas de la Colección BBVA.
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