Escenarios
«En mitad de tanto fuego» o rescatar humanidad y belleza en mitad del horror
Alberto Conejero, que no renueva como director del Festival de Otoño,estrena en el Canal un monólogopersonal e íntimo a partir de «La Ilíada»
«En mitad de tanto fuego», esa podía ser hoy la cabecera de un diario de actualidad de cualquier lugar del mundo: Gaza, Ucrania, Sudán…porque «todas las guerras son la misma guerra», dice Rubén de Eguía, el actor que protagoniza este alegato antibelicista que presenta en los Teatros del Canal el dramaturgo Alberto Conejero, que a partir del canto XVI de la «Ilíada» sobre la guerra de Troya, brinda una aproximación personal e íntima al poema de Homero contada desde un personaje secundario, Patroclo, compañero de armas de Aquiles y el «más amado» por él. Un texto de textos que transita por diversas épocas combinando voces del pasado y del presente a través de referencias y citas literarias de autores como Safo, Lemebel, Anne Carson o Luis Cernuda. La pieza es también una muestra más de la impotencia del arte ante la guerra o de la contradicción de rescatar belleza y humanidad en mitad del horror.
«Ningún poema, ningún cuadro, ningún fantasma que regresa del campo de batalla ha evitado una nueva guerra y, sin embargo, estaríamos perdidos del todo sin escribir, cantar, bailar sobre ella», escribe Conejero. «El arte está ahí para recordarnos cosas como sociedad, pero no es un instrumento que pare guerras, el Guernica, las pinturas de Goya…nos advierten, nos recuerdan lo horribles que son, pero por desgracia, no las evitan», asegura el actor, que llega a Madrid con este intenso monólogo después de su estreno en el Grec de Barcelona este verano -Sala Beckett-, dirigido por Xavier Albertí.
«En mitad de tanto fuego» no es una adaptación de «La Ilíada», ni una reescritura, ni siquiera una versión o reducción, «sino un texto nuevo a partir de ella, una mirada íntima y personal donde el poema de Homero solo es una excusa para dialogar sobre la condición humana –explica De Eguía-. Una mirada fuera de los cánones impuestos que habla de la violencia del campo de batalla, pero también de la del deseo carnal, de amor, poder, deserción, patria…de conciencia del diferente, del disidente, de las identidades sexo-afectivas eternamente marginadas, de ahí que todos podamos de algún modo empatizar con Patroclo porque tiene cosas en las que nos podemos reconocer».
Para De Eguía «La sociedad siempre ha machacado al diferente y además nos ha hecho creer que el raro es el otro y Patroclo es de los considerados raros, de los que tienen esa alteridad y sienten que no encajan, pero pensándolo despacio, ¿quién encaja del todo?, sea por religión, físico, valores, sexualidad, identidad de género, edad… todos tenemos algo que nos hace diferentes y es fascinante cómo lo cuenta Conejero», afirma el actor. Entre Patroclo y Aquiles hay una relación de amistad y afecto, «pero no es una simple historia de amor y punto, como cualquier otra, es una relación compleja que la historia ha intentado tapar –afirma De Eguía-.
Este espectáculo plantea cómo se han narrado ciertos sucesos históricos, qué necesidad hemos tenido como sociedad de pretender corregir las historias para que encajen en patrones determinados y no solo en términos de homosexualidad, heterosexualidad o de la etiqueta que sea, sino más amplios, que el amor es libre y parece que las representaciones homoeróticas se han querido tapar siempre con eufemismos desde los elementos del poder, incluso en literatura, que debería ser un espacio de libertad máxima, ha habido muchas prohibiciones, como los textos escritos por mujeres». Y apostilla: « Creo que aquí hay una reivindicación hermosa de lo diferente, no solo del colectivo LGTBI, sino de cualquier concepto transversal de la palabra reivindicación, pero con mayúsculas y esa es la maravilla de este texto, que de lo personal trasciende a lo universal», concluye.
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