Estamos en otoño, aunque el calor, las altas temperaturas, se empeñen en mantenernos en un verano, o un «veroño» como dicen algunos, atemporal. Quizá por eso, por intentar alargar ese verano de 2023 que se ha ido en el calendario, pero no en los termómetros, muchos se acercan a la exposición sobre el gran pintor de la luz que fue Sorolla en la Fundación Mapfre de Madrid.

Una muestra centrada en el disfrute, en el calor, en la armonía y el relajo sobre la arena Pero también en el trabajo en la playa. «Los veranos de Sorolla» nos acerca, a través de una cuidada selección de 40 obras, la mitad de ellas de pequeño formato, a las manifestaciones que estas nuevas ideas sobre la mar tuvieron en la obra y en la propia vida personal del gran maestro valenciano.

En este sentido, la propuesta abarca tanto las escenas de la costa mediterránea, en las que predomina el aspecto lúdico del disfrute del mar, como en las ambientadas en la costa cantábrica, que transmiten el ambiente de los veraneantes de las clases altas de San Sebastián, Zarauz y Biarritz. Lo mejor de lo mejor en la obra del gran pintor valenciano.

La exposición, organizada por Fundación Mapfre, dentro de la conmemoración del centenario del fallecimiento de Joaquín Sorolla, en colaboración con el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla ha atraído mareas de entusiastas admiradores de su magia pictórica. Difícil elegir una hora poco concurrida...

Una reflexión y divertimento, un éxito aupado por el boca a boca. Todos quieren evocar esas escenas centradas en las faenas del trabajo en la costa, subrayando la condición del mar como medio de vida. Una mar que representa como nada el hedonismo que ya se abría paso en aquellos años, sobre el descanso estival en la playa, con las que más estrechamente se asocia su obra. Arte y sentimientos de la mano. Como en otros autores, pero este ilumina con su luz el otoño en Madrid. El cielo de Velázquez en el exterior, y el cielo de Sorolla en las salas.