
Madrid
Estas son las nuevas drogas que desafían a los forenses
El Instituto de Medicina Legal de Madrid realiza miles de análisis toxicológicos al año. Uno de los retos es el dar con sustancias psicoactivas hasta ahora inéditas

Las muestras de orina son recibidas «a ciegas», esto es, sin saber si cuentan con sustancias toxicológicas. Lo cierto es que las hay, pero en cantidades casi «invisibles»: en rangos de nanogramos/mililitro. Los resultados revelan fentanilo, norfentanilo, MDMA y nordazepam. Prueba superada: el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la Comunidad de Madrid (IML) ha aprobado el examen.
Se trata de uno de los controles de calidad puestos en marcha por la Agencia sobre Drogas y Crimen de Naciones Unidas (UNODC). Una prueba que sirve para valorar la buena capacidad de la capacidad analítica del IML. «Este es sólo un ejemplo más del prestigio internacional del Instituto y sus profesionales», afirma Miguel Ángel García Martín, consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local, departamento al cual pertenece el IML. Un centro que, desde 2020, se encuentra en Valdebebas, conformando el célebre «dónut» de la Ciudad de la Justicia.
La prueba de la UNODC nos permite conocer mejor el trabajo que llevan a cabo los profesiones del Instituto. «Cada año, ingresan en torno a 2.900 cadáveres. De esos, en un 40 % se solicita una analítica toxicológica», explica a LA RAZÓN el doctor Carlos Tortosa Laso, jefe de Servicio del Laboratorio Forense. «Algunos de esos cadáveres son por muertes violentas, homicidas, suicidas y accidentales, mientras que otros son ‘‘sospechosos de criminalidad’’: pueden ser naturales, pero no se ha certificado la causa de esa defunción», añade.
El Instituto de Medicina Legal dispone de cuatro servicios: Patología Forense, Laboratorio Forense, Clínica Medio Forense y Especialidades Médico Forenses. «Trabajamos a requerimiento de jueces y magistrados, y emitimos nuestros informes de acuerdo a esos datos analíticos», afirma el doctor. Así, el Instituto, adscrito a los juzgados de Plaza de Castilla, llegó a «reconocer» a unos 36.000 detenidos en 2024. Por ejemplo, para conocer si la persona en cuestión consumió o no drogas en relación al delito que se le imputaba. No en vano, uno de los «derechos del detenido es ser reconocido por un médico forense». Y además, dentro de un procedimiento judicial, «hay que hacer informes de valoración que exigen analíticas».
Dentro de esta labor, ¿con qué se topan habitualmente en el Instituto? «Todas las semanas nos sorprenden cosas en la toxicología forense», afirma Carlos Tortosa. «Cuando comencé, la mayoría de los análisis revelaban opiáceos y cocaína. Pero ahora estamos ante otras sustancias que han roto las reglas del juego. Y suponen un desafío desde el punto de vista analítico para detectarlas», añade.
El forense se refiere a las «nuevas sustancias psicoactivas». Se trata de derivados sintéticos del cannabis. Y, aunque «estructuralmente tienen poco que ver con la fuente original, los efectos son muy similares». Entre los principales problemas, está que, al ser productos artificiales de laboratorio con «ligeras variaciones» sobre el producto original, no suelen estar sujetas a la fiscalización internacional. «Como drogas de abuso son recientes y no hay mucha casuística» a la hora de analizarlas, explica.
Entre estas nuevas sustancias, señala Tortosa, están las catinonas. La ONU ya ha alertado de su proliferación. También conocidas como «sales de baño» por su aspecto, desde el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EE UU señalan que están relacionadas químicamente con sustancias que se encuentran en la planta del khat, un arbusto cultivado en el África oriental y en el sur de Arabia.
«Su ingesta puede ser nasal pero también fumada. Se distribuyen ilegalmente por internet y producen una sensación de euforia y plenitud», afirma Tortosa. Con todo, una de las cosas que le parecen más «preocupantes» es que el usuario «no es consciente de que juega con fuego y tiene la percepción de que son drogas prácticamente inocuas. De hecho, hemos visto casos de personas con problemas de salud. Y, cuando investigas un poco, descubres que comenzaron a consumirlas de forma esporádica, sin ninguna consciencia de que estuvieran pisando territorios dañinos». Entre las catinonas se encuentra, por ejemplo, la mefedrona, consumida habitualmente en prácticas de «chemsex».
Entre los retos, está también la «cuenta atrás» a la que están sometidos los forenses. Y es que cada sustancia cuenta con una «vida media plasmática»: el tiempo que tarda el organismo en disminuir esa sustancia a la mitad. «En ocasiones, esas vidas duran minutos y las sustancias, a la hora, desaparecen», asegura el doctor. Teniendo en cuenta, además, que los forenses, «siempre vamos a ir un paso por detrás, por lo que tenemos que procurar que el margen sea menor».
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