Historia
Arganzuela, la dehesa que dejó paso a la M-30
Unos ricos pastos que Madrid convirtió en macelo y luego fueron ocupados por la principal vía de comunicación de la capital
Sin duda ha sido -y es, ahora reconvertida-, la cara más visible de todo un barrio: Arganzuela. El Matadero Municipal de esta zona de Madrid fue la entrada del alimento de cientos de miles de madrileños y forasteros durante años. Durante siglos con otras instalaciones. Hablamos de un conjunto original de cuarenta y ocho edificios dedicado a realizar funciones de matadero industrial y mercado de ganado en la ciudad de Madrid durante las décadas centrales del siglo XX.
Hoy en día, poco queda de toda aquella actividad industrial, reconvertido como está, todo este espacio, en un puntero e innovador Centro de Arte Contemporáneo y Espacio Cultural.
Con todo, cabe recordar, que el gran modificador del barrio de Arganzuela, por encargo del Ayuntamiento de Madrid, fue el arquitecto municipal Luis Bellido. Aquellos trabajos de construcción se alargaron más de los deseado, entre 1911 y 1925. El mismo Bellido, además, junto con Francisco Javier Ferrero, fue el responsable, entre 1932 y 1933, de la construcción de un edificio adicional con funciones de matadero de aves y gallinas.
Todo ello levantado en un espacio conocido y aprovechado desde antiguo, pues esta dehesa de Arganzuela fue una zona de pastos a orillas del río Manzanares en el sur de Madrid de gran aprovechamiento desde la conquista cristiana de la ciudad.
Se extendía, en términos y espacios que hoy en día podamos identificar, desde el puente de Toledo al paseo de Yeserías, en la zona que recorre la M-30. Esta última se ha convertido por derecho propio en el gran eje vertebrador de las comunicaciones en la capital. A decir de muchos, es el «río» principal de Madrid, sobre el que los viajes y los contactos entre los barrios se hace más fluidos.
Pero volviendo a este espacio de Arganzuela, el lugar se utilizó desde el siglo XVI como dehesa para las reses que se iban a sacrificar en el vecino antiguo matadero de la villa. Está claro que esta zona fue lugar de entrada a la Villa y asentamiento secular del macelo de Madrid.
Sin embargo, la mutación, el cambio, fue gradual. Durante los últimos años del siglo XV, tras reunir un cierto número de tierras y viñas adquiridas por la Villa, por el Concejo, mediante trueques y compras, el Ayuntamiento, gestor de la ciudad, logró tener en propiedad una amplia zona entre la población y el río.
Llegado a ese punto de acuerdo, y bajo el reinado de los Reyes Católicos, los vecinos de Madrid acordaron llevar sus ganados a pastar en los prados de la dehesa que fue también zona estabulación del ganado antes de ser sacrificado en los mataderos municipales.
Así las cosas, el primitivo matadero de reses se instaló al final de la calle de Arganzuela, donde ocupó diferentes edificios en distintas épocas hasta que, ya en el año 1924, se abrió el Matadero y Mercado Municipal de Ganados diseñado por el renovador arquitecto Luis Bellido. Tras ello, la primitiva dehesa quedó reducida a un área que en 1969 se convirtió en el parque de la Arganzuela. Una imagen que sin duda algunos aún recuerdan. Parte de los terrenos pasaron a ser jurisdicción de la «Canalización del Manzanares», hasta que a comienzos del siglo XXI se integró en el espacio urbano denominado Madrid Río. Un nuevo concepto de urbanismo que fue toda una revolución para hacer más humana la gran ciudad.
Respecto a la etimología de la zona, se ha especulado con la posibilidad de que el nombre de la dehesa tuviera su origen en el asentamiento a orillas del Manzanares de un pequeño caserío denominado «Arganda chiquita» o «Arganduela», poblado con vecinos de Arganda del Rey. Fuera como sea, hoy tiene carta de naturaleza en Madrid.
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