En bici
Una ruta a través de los 13 puentes del río Manzanares de Madrid
Se trata de un recorrido de 40 minutos en bici a través del urbanismo y la historia de la capital. Con trece etapas, va desde el puente de Segovia, con 451 años, a las «carcasas»
La Fundación Miguel Aguiló, asistida por INES Ingenieros Consultores, ha presentado un proyecto en el que se ensalza el valor y el patrimonio histórico de los puentes del municipio de Madrid. La delegada de Obras y Equipamientos, Paloma García Romero, se sumó a esta iniciativa y asume el compromiso del Ayuntamiento para difundir el plan.
La variedad de los puentes construidos en Madrid no solo es un exponente arquitectónico de la capital, sino que también conforman una narrativa histórica de la ciudad y sus habitantes. A este novedoso desarrollo técnico y cultural se puede acceder a través de una plataforma online desde cualquier dispositivo, la cual permite geoposicionar los puentes y obtener una ficha infográfica. De los cuatro itinerarios facilitados tanto en la web del Ayuntamiento como en la aplicación, la ruta por el río Manzanares es un atractivo turístico que invita a detenerse y apreciar su especialidad.
Se puede hacer en bicicleta puesto que la duración es de 40 minutos. El punto de partida se ubica en el puente de San Fernando (Club Puerta de Hierro). Éste conecta con Puerta de Hierro, que agrupa a una serie de puentes de altura considerable y llevados a cabo por el ingeniero Carlos Fernández Casado.
Seguidamente se encuentra el límite entre el Manzanares más natural y el urbano: el Ferroviario de los Franceses, que permitía conectar el paso del tren sobre el río. Se construyó en 1860 y años más tarde, durante la Guerra Civil, fue escenario del asentamiento de las Brigadas Internacionales. Más adelante, en el Paseo de la Florida aparece el puente de la Reina Victoria, siendo el primero hecho de hormigón en Madrid y de los primeros en España. Éste abría paso a la Casa de Campo hasta llegar al de Segovia, el más antiguo de la región.
Los orígenes del puente de Segovia evocan a Alfonso XI de Castilla en el siglo XIV, quien autorizó su construcción (inicialmente de madera). Con el reinado de Felipe II pasó a ser el primer puente construido con material de carácter moderno o renacentista. Existen diferentes versiones sobre su creación. Una de ellas fue que buscaba unir la calle Segovia con la carretera de Extremadura, salvando el río Manzanares. Otra, un camino de comunicación entre segovianos y madrileños.
Aun así, ha sufrido muchos cambios, por ejemplo, durante la guerra fue destruido para evitar la entrada de las tropas del general Franco. Años más tarde, en 1943, fue reconstruido y ampliado para acoger mayor afluencia de tráfico. Aguas abajo está el de San Isidro, que comunica con la M-30 y rara es la vez que, bajo su sombra, no se distinguen deportistas haciendo ejercicio.
A continuación, se encuentra uno de los puntos más emblemáticos de la ruta: el puente de Toledo (1718). Su construcción, de estilo barroco, une las riberas del río Manzanares, la glorieta de Pirámides, y la glorieta del Marqués de Vadillo. Sufrió dos riadas y, en consecuencia, numerosas modificaciones a lo largo de su historia.
Finalmente, fue la obra de Pedro Ribera, bajo el mandato del marqués de Vadillo, la que permanece viva en la actualidad. El puente cuenta con una larga trayectoria a sus espaldas: en 1952 murieron 15 madrileños en un accidente tranviario. En 1956 fue declarado Monumento Histórico. Mide 180 metros y abarca unas vistas a Madrid Río que empujan a dar un apacible paseo.
En el paseo de las Yeserías conectan los distritos de Carabanchel y Arganzuela, a través del puente de Arganzuela. Fue inaugurado en 2011 por el francés Dominique Perrault y es uno de los monumentos más icónicos de Madrid Río, pues le rodean unas vistas de plena naturaleza. Por la mañana brilla gracias al efecto del sol y por la noche permanece iluminado, dotándole de un protagonismo todavía más dominante.
Y finalmente, la ruta termina en el puente de la Princesa, en el espacio cultural de Matadero y que, para llegar, hay que pasar por el de Praga y puentes Cáscara, cuya cualidad notable es el acero.
Y si todavía queda resistencia para continuar con la ruta, el itinerario ofrece la posibilidad de desviarse hacia la Casa de Campo para contemplar uno de los más destacados de la capital: el puente de la Culebra.
Su construcción la ordenó el rey Carlos III a Francesco Sabatini, y fue éste el más espectacular de toda su trayectoria. Parece escondido y hace que su encuentro sorprenda todavía más. Luce por su elegante forma curvada, su estrechez (el monarca pidió al arquitecto que no pudieran pasar carruajes), y su entorno verde y floral.
La historia del Manzanares
El objetivo de construir este curso de agua fue conectar el centro de la ciudad con otros municipios del norte, sur y oeste de la península. En el S.XVIII, fue un reto la unión entre la Corte con Casa de Campo y El Pardo. Fue en 1851 cuando la llegada del ferrocarril a la ciudad impulsó una nueva red de transporte que recorriese todo el Manzanares a través de puentes que, como curiosidad, se construían con hierro por primera vez. Posteriormente, en el S.XX, era necesario ampliar estas pasarelas para poder sostener a una mayor afluencia de tráfico. Llegaron entonces el hormigón armado y el acero.
Sin embargo, los fines del centenario actual han sido muy diferentes a los del pasado y ya no tiene tanto que ver con la construcción sino con la calidad de los entornos paisajísticos. Por ello, esta ruta cuenta con miradores y paradas naturales que son un atractivo turístico para Madrid.