Fin de campaña. ¿Siente la mayoría absoluta en las manos?
–Siento que hay dos climas bastante distintos, el de la política y el periodismo, y el de la calle. En la calle, mi impresión es que la gente está muy ilusionada con el proyecto que represento y con muchas ganas de ir a votar. Y esto lo he sentido en todos los distritos, también en los que la izquierda reivindica como suyos. Y se siente no sólo en los actos de partido porque el apoyo nos llega desde las ventanas, desde el taxi, de la gente que está en una obra trabajando y del que va por la calle con un maletín. El centro derecha está ilusionado y con muchas ganas de estas elecciones.
–La señora Monasterio dice que usted tiene miedo a confesar que está dispuesta a gobernar con Vox.
–Pero si yo ya he pactado con ellos y no se ha acabado el mundo. La izquierda extrema presenta a Vox como lo que son ellos, pero no engañan a nadie. Es cierto que ahora, después de que me hayan tumbado en la Asamblea de Madrid las deducciones fiscales y otras medidas buenas para el ciudadano, trabajo para que mi proyecto tenga manos libres para seguir bajando impuestos, para poder aprobar los Presupuestos que queremos y para culminar muchas iniciativas que considero necesarias para Madrid.
–Pero lo que dicen mayoritariamente las encuestas es que Vox es su único socio viable para sostener al Gobierno. ¿Les propondrá apoyo externo y negociar cada una de las decisiones sin entrar en su Gabinete?
–No miro las encuestas ni pienso en pactos. Cada día he estado trabajando por sumar y sumar. Y con toda humildad, cuando se abran las urnas aceptaré lo que digan y tomaré mis decisiones en función de lo que hayan hablado los madrileños. Pero los hechos están ahí: yo nunca he rechazado a Vox, siempre les he defendido en el Parlamento, y les he dado las gracias por su apoyo, cosa que no hizo nunca Ciudadanos, que les debía el Gobierno y la Presidencia de la Asamblea. Además, he defendido su entrada en las instituciones y no tengo ningún complejo con ellos. No tengo ningún complejo ni a izquierda ni a derecha ni arriba ni abajo, pero mi obligación es defender mi proyecto, que es de lo que tengo que hablar, y no del proyecto de los demás.
–¿Qué puede añadir Vox a su proyecto si necesitan pactar un gobierno?
–Yo, a diferencia de Vox, no baso mi campaña en competencias que no tengo, como en seguridad o en inmigración. Tampoco estoy de acuerdo con acabar con el modelo autonómico. Les pongo un ejemplo, sin la Comunidad de Madrid, los colegios, la sanidad y los impuestos de los madrileños los habría gestionado La Moncloa. Mi proyecto es un proyecto de gobierno, y se basa en lo que han aprendido quienes han estado al frente de la gestión de esta pandemia: hemos tomado nota de en qué se podía mejorar y de qué nos falta y sabemos qué hay que hacer para impulsar la recuperación.
–Entonces, ¿no hay nada que Vox añada a su proyecto?
–Mi proyecto ofrece soluciones y está basado en competencias autonómicas. Del proyecto de los demás, que hablen ellos.
–¿Volvería a pactar con Ciudadanos?
–Quiero el entendimiento a los dos lados y estoy muy agradecida a los consejeros que estuvieron conmigo y que supieron estar a la altura. Cuando tenga que formar gobierno, si así lo deciden los madrileños, elegiré a los mejores y no me importa que vengan de otros partidos. Madrid suena cada vez mejor fuera de España. Todas las semanas atiendo a uno o dos medios internacionales y cada vez tenemos más proyectos culturales, formativos o cinematográficos que llaman a Madrid.
–Este nacionalismo madrileño incipiente, que usted lidera, levanta recelos en otras comunidades, incluso de su partido.
–Cuando reivindico el orgullo de Madrid no lo hago sobre la crítica a las demás comunidades autónomas, a diferencia de la política de otros. La primera peculiaridad de Madrid es que es España. Hablar de Madrid no es hablar de una región, es hablar de un pedacito de lo mejor de cada trozo de nuestro país. Aquí recibimos a personas de toda España y de todo el mundo, que vienen a trabajar, a emprender, y que desde el primer día se convierten en madrileños. Se es madrileño de Venezuela, de Córdoba y de cualquier parte del mundo. Nuestros visitantes saben que Madrid es su capital, que es su región, y también están muy orgullosos de ello.
–¿No le preocupa que levante recelos incluso en los barones de su partido?
–Cuando me encuentro con gente que está muy orgullosa de ser gallega, por ejemplo, yo no me siento agraviada. En Madrid hemos sufrido mucho con la pandemia, fuimos los más golpeados en la primera oleada, y después de todo ese sufrimiento la sociedad necesita dirigentes que les digan que merece la pena pelear y sacrificarse, y que juntos podemos superar hasta lo más difícil. Incluso trabajando como se trabaja en Madrid, con muchos madrugones, largas distancias, un costosísimo nivel de vida, incluso así, merece la pena. Quiero que la gente se acueste y sienta que ha merecido la pena el esfuerzo.
–¿Se siente cómoda con el peso de su liderazgo nacional?
–Siento el cariño de muchos ciudadanos de fuera de esta comunidad que están ilusionados con el proyecto que ofrecemos. Y que se sienten también afectados por lo que sucede aquí. Nada más. Un presidente autonómico es el delegado del Estado en su comunidad durante un tiempo para administrar sus servicios públicos. Madrid es España y todo presidente autonómico tiene un perfil nacional, y el de Madrid, muchas veces más por la capitalidad.
–Pero tiene más proyección nacional que Casado.
–Eso se decía también con Aguirre y con Cifuentes. Creo que al frente del PP está quien conseguirá llegar a la Presidencia del Gobierno con mi apoyo en Madrid, con el de Feijóo, en Galicia, y con el de Moreno, en Andalucía. En cualquier caso, no quiero hablar del 5 de mayo en clave nacional, sino de Madrid. Y ya, con el resultado de las urnas en las manos, creo que estaremos en condiciones de decirle a Sánchez que su forma de gobernar tiene que terminar.
–Tan fuerte se ve hoy su liderazgo que se dice que usted podría ser el relevo de Casado si le van mal las cosas en las próximas elecciones generales.
–Ahora estoy centrada en el 4 de mayo, y con que nos vaya bien ahí, me conformo. Luego se abrirá otra etapa, habrá que ver qué camino coge España y qué pasa con el Gobierno de Sánchez. En estos meses he aprendido que no tiene sentido aventurar escenarios ni echarse más presión encima de la que ya tengo. Hay que ir haciendo las cosas por partes.
–¿Ha pensado ya lo primero que hará si el día 5 de mayo sigue en la Puerta de Sol como presidenta de Madrid?
–Si sigo al frente del Gobierno lo primero que haré será empezar a tomar decisiones sobre la pandemia, ya que el Gobierno de Sánchez no está actuando. También estudiaré el calendario para empezar a aplicar mis primeras medidas. Estas elecciones serán un punto y seguido en una Legislatura que espero que sirva para poder aplicar mi programa con más libertad. Ya tenía comprometida una bajada de impuestos y una rebaja del IRPF en todos los tramos, y una reducción de las trabas burocráticas, pero estas iniciativas estaban atascadas en la Asamblea por la falta de apoyo de los otros grupos.
–¿En qué fecha se compromete a que los madrileños noten la bajada de impuestos?
–Si tengo los apoyos para sacarla adelante será aplicable el año que viene. Al hacer la declaración de la renta de 2022.
–¿Cuánto reducirá su gabinete?
–Diez consejerías es una cifra razonable, que creo que me permitirá atender de manera eficaz todas las obligaciones de la Administración de una comunidad autónoma con casi siete millones de personas.
–¿Incluirá consejeros independientes?
–No tengo ningún problema en hacerlo. No creo que un Gobierno sea mejor porque lo formen sólo gente de tu partido. Mi intención es contar con los mejores, pero entre los mejores está el núcleo de mis consejeros porque han demostrado que son muy buenos gestores.
–¿Incorporará a Toni Cantó?
–No he pensado en nombres.
–¿Tampoco en Marta Rivera, ex consejera de Ciudadanos?
–Ya les he dicho que no estoy pensando en nombres. Pero sí puedo afirmar que en mis actuales consejeros quiero hacer pocos cambios porque han vivido lo más duro que te puedes encontrar en política y la experiencia les ha convertido en unos grandes gestores. Han afrontado tres pandemias en una, la sanitaria, la social y la económica, son gestores de primer nivel y no puedo permitirme el lujo de prescindir de ellos.
–¿Por qué no ha pedido expresamente a Sánchez, como sí han hecho otros presidentes autonómicos del PP, que mantenga el estado de alarma para poder seguir aplicando el toque de queda?
–Aquí hay un Gobierno que está apurando los plazos para tomar decisiones que sabe que son impopulares y para poder decir luego que no le ha quedado otra opción. En 15 días y por vía de lectura única podría sacar adelante una ley orgánica para gestionar la situación con todas las garantías. No tiene sentido, estaremos de acuerdo, en que alguien pueda organizar una fiesta privada a las tres de la mañana con 50 personas, mientras los bares están cerrados. Si el Gobierno no actúa, entonces tendré que actuar yo y ampliar los horarios de los bares porque prefiero que la gente se reúna en un bar y con medidas de seguridad, que en casa sin mascarilla.
–¿Si no puede mantener el toque de queda ampliará el horario de cierre de los bares y restaurantes?
–No tengo ningún problema competencial para hacerlo. Sí para imponer un toque de queda si no lo decide el Gobierno central.
–¿Y debería prolongarlo?
–Como les he dicho el Gobierno no toma esa decisión por las elecciones. Es absolutamente irresponsable que a estas alturas ni las empresas ni las familias ni ningún sector económico sepan qué va a ser de ellos porque estamos en elecciones. El Gobierno tiene mucha prisa en trasladar la competencia de prisiones al País Vasco, o en acercar etarras, pero las decisiones importantes no las adopta por motivos electorales.
–Entonces, ¿le pide a Sánchez que mantenga el estado de alarma para facilitar la gestión de lo que queda de crisis sanitaria?
–Ya les he dicho que las elecciones nunca deberían condicionar las actuaciones de un Gobierno. Las medidas intermedias adoptadas eran las más sensatas al margen de las elecciones.
–Pero no apoyaron el estado de alarma en el Congreso para ampararlas.
–Nos abstuvimos porque llevamos meses pidiendo una reforma legislativa que permita atender crisis como ésta sin necesidad de este marco excepcional.
–Las comunidades están más o menos satisfechas con el ritmo de vacunación. ¿Usted lo está?
–Hubo semanas en las que tuvimos que parar por falta de vacunas, y algunos anuncios mal gestionados por el Gobierno han provocado miedo en la población y han hecho que muchas personas no hayan ido a vacunarse. Ahora, cuando recibimos dosis suficientes, podemos llegar a las 50.000 vacunaciones diarias. Creo que el Gobierno, al comprobar que no llegaban las dosis suficientes para la segunda puesta, debería haber generalizado la primera porque eso disminuye mucho la mortalidad. Y ya debería haber establecido todos los puentes necesarios para que cuando la UE abra la mano, el cuello burocrático quede despejado y estemos en primera línea.
–¿Sánchez no ha hecho nada bien en toda la pandemia?
–El Gobierno de Sánchez saldrá muy tocado de estas elecciones porque su forma de gobernar le ha alejado de los ciudadanos. En la calle no han notado que el Gobierno estuviera con ellos ni que se utilizara el poder para hacer el bien. Sánchez sólo usa el poder para mantenerse en él.
–Y a usted le ha venido muy bien liderar la política de confrontación con el Gobierno, al menos según las encuestas.
–Pero es que, fíjense, la desprotección de policías y guardias civiles en Cataluña con la vacunación, y que haya hecho falta la intervención de la Justicia para forzar a la Generalitat a que cumpla con sus obligaciones, demuestra que el Gobierno de Sánchez está a otras cosas, no a lo que importa a sus ciudadanos. Está despistado, no sabe qué hacer con la cepa nueva, con el aeropuerto, con el estado de alarma o con la economía. Su único plan era pagar al primer socio que se le pusiera por delante, sin importarle las consecuencias, para poder continuar en La Moncloa. Y los resultados son un 40 por ciento de paro juvenil y el desplome económico. No hay un Gobierno, hay un equipo de personas en Moncloa que sólo piensan en ellos.
–Al menos se espera un efecto rebote de la economía en otoño, gracias a los fondos europeos y a la vacunación. ¿Se alegra de que llegue ese respiro para el país?
–Vamos a ver qué pasa al final con los fondos europeos. El Gobierno hace proyecciones a su favor y no se dan cuenta de que nadie escucha ya lo que dicen porque han perdido el crédito y el pulso de la calle. Cuando las cosas van bien, tú puedes gestionar sentimientos y crear problemas y hablar de ellos. ¡Hemos llegado a ver a Franco volando en un helicóptero! Pero cuando las cosas van en serio, cuando has cerrado tu negocio de toda la vida o te has arruinado a los 50 o 60 años y no ves luz, y enfrente tienes un Gobierno jugando con los sondeos, las imágenes y los gestos, llega un momento en que dejas de creer en ellos. Esto es lo que le ha pasado a Pablo Iglesias, sobre todo en las zonas humildes de Madrid, que es el último lugar donde le quieren ver. Su pérdida de crédito no tiene arreglo porque han abandonado a la gente.
–¿Cuenta con que tendrá votos de gente de izquierdas?
–Yo estoy sintiendo su apoyo en campaña. Soy consciente de que tienes que gobernar para todo el mundo, y me siento más legitimada como presidenta si me vota gente de todo tipo. Es cierto que luego, políticamente, tú tienes que seguir un camino, no puedes dar vaivenes y olvidar tu programa electoral. Pero hay cuestiones que están por encima del programa: si tú dejas todo abierto, beneficias a todos, si abres una boca de Metro o un hospital, también. Cuanta más participación haya el 4 de mayo, y cuanta más gente de toda condición me vote, más legitimada me sentiré porque soy su presidenta, incluso para quienes no me voten.
–¿Quiere decir que a usted la quieren más en los barrios de izquierdas que a Iglesias?
–Yo me siento muy cómoda en todos los rincones de Madrid. Aquí han cambiado mucho las cosas, aunque algunos no se enteren. La sociedad madrileña sólo necesita buenas noticias y quiere caminar unida. Nuestra sociedad es pacífica y nuestro país es seguro, por mucho que algunos alienten la violencia con sus discursos.
–Vox dice que España no es segura por culpa de la inmigración y de los «menas».
–La gente quiere hablar de cosas auténticas y sienten que la Comunidad de Madrid se ha dejado la piel por ellos. En muchas ocasiones hemos antepuesto sus intereses a los nuestros: yo podría haber tomado decisiones para protegerme políticamente, no lo hice, y eso que para mí supuso un esfuerzo, ahora siento que me lo están devolviendo en apoyo popular.
–¿Iglesias no es tan responsable como Abascal de la crispación?
–Ni en broma. Iglesias es quien va hablando de guillotinas y quien jalea a los que revientan cajeros o los escaparates de los comerciantes en Madrid o en Barcelona. Están con los escraches y con los políticos que han destrozado países como Venezuela. Evidentemente Abascal e Iglesias no son lo mismo. No son iguales y no puedo ser equidistante en ese aspecto. Quien lleva condenados por violencia en sus listas son los de Podemos, y hasta su portavoz en la Asamblea, a quien han ocultado por ser mujer durante la campaña, pero que luego se quedará, está procesada y condenada por actos violentos. Y quienes han boicoteado un hospital público, con pacientes dentro, también es gente de la cuerda de Podemos. No se puede comparar.
–Hay extrema izquierda, pero no hay extrema derecha.
–Yo no etiqueto por extremos.
–Pero sí habla de «comunismo o libertad».
–Bueno, al líder de Podemos le han preguntado que elija entre comunismo y libertad, y dice que elige comunismo. Yo entre comunismo o libertad, me quedo con la libertad.
–Tomó decisiones muy arriesgadas en la gestión de la pandemia y que podían haber ido mal desde el punto de vista sanitario. ¿Nunca tuvo vértigo por ir siempre en contra, incluso de lo que pedían otros presidentes autonómicos de su partido?
–No. Siempre hemos mantenido el control de la situación. El virus asoma la cara con 15 días de antelación, nosotros estamos estudiando las aguas residuales y aplicamos medidas en zonas básicas de salud y hacemos test masivos. Cuento con una consejería que sabía lo que tenía que comprar. De todo lo que había en el mercado, sólo compraron unos test, los de antígenos, porque eran los mejores. Es gente que leía, se informaba y antes de tomar una decisión tenía todo muy medido. También tenía mis tira y afloja. Pero les decía: si sabemos que el virus va a ir bajando, ¿por qué vamos a cerrar nada? Vamos a esperar y si vemos que el virus sube, ya cerraremos. Gracias a esto, y a los ciudadanos de Madrid, hemos salido de ésta. Hay gente insensata, pero gracias al 90 por ciento de los madrileños estas medidas intermedias han funcionado. Si hemos dicho que los espacios abiertos son seguros, que con las mascarillas podemos sobrevivir y que el virus no se contagia de determinadas maneras, pues apliquemos esos criterios y no asfixiemos a la gente hasta que no pueda volver a ponerse en pie.
–Entonces, ¿los demás presidentes no han estado muy acertados?
–Madrid es el mercado económico de España y, gracias a que no hemos cerrado en exceso, muchos empresarios que tienen negocios en varias zonas del país no se han hundido del todo porque con lo recaudado en Madrid han podido sostener lo demás. No sé si los demás han estado acertados o no. Sé que para Galicia la pesca es clave y para el País Vasco, la industria, por ejemplo. Para Madrid lo es el sector servicios, con su hostelería y sus comercios: representa el 62 por ciento de nuestro Producto Interior Bruto y si este sector fuera una comunidad autónoma, sería la tercera de España. Si yo llego a cerrar como han hecho otros, ahora estaríamos todos en la ruina. La primera persona que dio un paso adelante en este país para cortar el virus fui yo, aunque ahora quieren vender que a mí no me interesa la salud. Construí dos hospitales, traje 1.500 toneladas de material sanitario e hice test a cien mil profesores. Pretenden ahora vender que la sanidad no ha estado cuidada. Hemos luchado por la vida, pero sin quedarnos quietos y cerrar todo.
–Entonces, ¿los demás se han equivocado?
–En algunos lugares se han equivocado, o, al menos, se han excedido. Podrían haber dejado la hostelería a medio gas en las terrazas y probar. A la gente a la que han arruinado la vida, ¿quién les va a devolver sus proyectos? ¿Europa? Eso no se lo cree nadie. La gente en la calle está orgullosa de estar en Madrid porque dicen: «Confiaron en mí y ha funcionado». Y les digo otra cosa, no creo que hubiera habido menos fallecidos por tenerlo todo cerrado. No soy la más lista, pero tuve la sensatez de esperar y confiar en lo que íbamos haciendo y no quedarnos quietos.
–¿Usted no se ha encontrado nunca en Madrid con un ex?
–No saquen de quicio una broma. Lo que quiero decir es que en Madrid se puede empezar mil veces de cero.