Valencia
Los artistas falleros, «on fire»
Repasamos el día a día de la semana más crítica del año fallero con uno de los pocos jóvenes del oficio
Luis Enguídanos celebra el Año Nuevo cada 20 de marzo. Para él, los meses del calendario giran en torno al fuego de las Fallas, ese que lo destruye absolutamente todo, y sobre cuyas cenizas ha de erigirse, de nuevo, todo.
Enguídanos es de los pocos nuevos que quedan en un oficio viejo, el de artista fallero. Artesanal, familiar y costosamente sacrificado, esta es una profesión que va extinguiéndose a una velocidad inversamente proporcional a la que crece la pasión por las Fallas por todo el mundo. Mientras Valencia se desborda (literalmente) de turistas, las comisiones buscan desesperadas a ese alguien, normalmente anónimo, que convierta los sueños falleros en carne de las llamas.
Con 23 años, y solo dos en el gremio, Luis Enguídanos trata de llevar con la mayor serenidad posible el día a día de un taller, ubicado fuera de Valencia, en el que se trabaja simultáneamente para nueve monumentos: cuatro infantiles y cinco grandes, todos ellos de comisiones céntricas, del extrarradio, grandes, pequeñas, humildes o medianamente reconocidas en el mundo de los casales. La disparidad y diversidad de estas nueve fallas, que al fin y al cabo simbolizan las diferencias que identifican a cada familia fallera, quedan entrelazadas, unidas, por el nombre y apellido del artista que está tras ellas.
Enguídanos señala el primer día después de Fallas como el principio del nuevo ejercicio. Sin resaca y sin melancolía, pero sí con sueño, arrancan las primeras ideas, los primeros bocetos sobre el papel después de muchos meses de herramientas, pintura y modelado.
El trabajo, como cualquier otro, adquiere ritmo, rutina y constancia. «Lo peor llega tras Navidad», admite el joven artista, que narra el «agobio» que produce «ver que quedan, de golpe, apenas dos meses» para la finalización y entrega de los monumentos. Es este periodo el de mayor estrés. Las fechas se solapan, los plazos se estrechan y los contratiempos comienzan a aflorar. La calma y la organización se convierten en la mejor arma frente a un estrés que inevitablemente se alargará hasta la madrugada de la Plantà.
No obstante, el primer día marcado en rojo en el calendario del artista fallero es de la apertura de la Exposición del Ninot. Es esta, asegura Enguídanos, la primera «toma de contacto» no solo con la falla, sino también con la comparativa anual con otros artistas.
El nerviosismo se persona en los talleres justo en las fechas actuales, cuando solo quedan unos pocos días para que todo se materialice definitivamente. La mayor parte de trabajos de esculpido, modelado y pintura ya se han realizado, y es el traslado, colocación y montaje el gran reto de todo equipo de artistas falleros. Nuestro joven escultor de cartón-piedra asegura que tiene «recuerdos vagos» de cómo fue en años anteriores durante esos momentos, debido a la adrenalina y velocidad con la que se vive: «Es un momento crítico, pero también el más bonito. Hay muchísima tensión, estamos preparados para el accidente». Y hacen bien, el viento, la lluvia o el transporte son los principales enemigos de la fiesta fallera durante estas horas, y muchas son las anécdotas sobre monumentos que se han venido abajo.
Nunca se llega sobrado de tiempo a la Plantà. «Este es un trabajo que disfrutamos mucho, y siempre vamos a querer mejorar el monumento», añade Enguídanos. Hasta el último día, hasta en la calle, hasta con la falla ya plantada. Los detalles son el alma de cada falla, aquello que la convierten en única.
¿Y qué siente un artista al ver arder su falla? «Antes de ser artista fallero pensaba que era un momento que debía apenar. Al fin y al cabo, es como mi hija», confiesa. La realidad es muy diferente, y las lágrimas, de haberlas, son de orgullo. «Hasta que no se quema la falla, no está culminada la obra», sentencia Enguídanos. «¿O acaso le da pena a un cocinero que se coman la comida que ha preparado?». El 20 de marzo cada vez está más cerca, y, mientras unos duerman y otros lloren, otros, muy pocos, estarán esbozando la ilusión próxima de todos los valencianos.
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