Guerra en Europa
Ucrania intenta reanimar una contraofensiva estancada
Zelenski aleja la posibilidad de celebrar elecciones en mitad de los desencuentros con la cúpula militar
Ucrania pasó al ataque hace cinco meses en una esperada contraofensiva que pretendía expulsar a las tropas rusas del este y del sur del país. Algunos altos mandos soñaban incluso con recapturar la península de Crimea, anexionada por Moscú tras el referéndum ilegal de marzo de 2014. Pero la mala planificación militar, la escasez de armamento y munición, las grietas en la cúpula y la inesperada resistencia de la Rusia de Vladimir Putin han acabado poniendo en entredicho la continuidad de una campaña que apenas ha podido presumir de avances significativos.
El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valeri Zaluzhni, fue el primero en dar muestras de agotamiento en las páginas del semanario británico The Economist, para disgusto de un Volodimir Zelenski en horas bajas. El teniente general reconocía que la guerra había llegado a «un punto muerto» y que haría falta «un enorme salto tecnológico» para salir del bloqueo. Una situación comparable, desde su punto de vista, con el escenario de la Primera Guerra Mundial.
Por otra parte, Zaluzhni admitió haberse equivocado pensando que el desorbitado número de bajas registrado en las filas rusas forzaría la retirada de su Ejército. «Rusia ha perdido al menos 150.000 combatientes. En cualquier otro país esas bajas habrían detenido la guerra», explicaba el líder militar, miembro del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania. Una figura que, hasta hace apenas unos meses, rivalizaba en popularidad con el propio Zelenski. «Primero pensé que algo iba mal con nuestros comandantes, así que cambié a algunos de ellos. Luego pensé que tal vez nuestros soldados no eran aptos para el propósito, así que trasladé soldados en algunas brigadas», relató Zaluzhni. La estrategia, sin embargo, tampoco dio resultado.
En pleno estancamiento, el Ejército ucraniano aseguró esta semana haber llevado a cabo por primera vez desde el inicio de la invasión rusa «acciones con éxito» en la orilla oriental del Dniéper, el río que atraviesa el país y marca parte de la línea del frente. «Los infantes de Marina ucranianos, en cooperación con otras unidades de las fuerzas de defensa, lograron afianzarse en varias cabezas de puente», recoge el comunicado del Ejército. El jefe prorruso de la administración del óblast Jersón, Volodimir Saldo, difundió en su cuenta de Telegram que las fuerzas ucranianas habían llegado a las inmediaciones de Krinkí, una aldea ubicada a tan solo 12 kilómetros de la ciudad de Jersón, liberada hace un año de la ocupación rusa.
Grietas en la cúpula
Zelenski había atribuido la falta de avances al retraso de la llegada de la ayuda militar por parte de sus aliados occidentales; Zaluzhni, sin embargo, cree que la guerra no podrá ganarse «con las armas de la generación pasada y con métodos anticuados». El presidente y su círculo más próximo consideraron que el mensaje del líder del Ejército no solo les había desautorizado, sino que además había enviado una señal contraproducente a sus socios. Interpretaron que de las declaraciones de Zaluzhni se podía deducir que no importan los envíos de armas porque no ayudarían a Ucrania a ganar la guerra. Por eso Ihor Zhovkva, vicejefe de gabinete de Zelenski, apareció en televisión nacional para censurar a Zaluzhni: «Estoy seguro de que en Rusia se ha leído todo con mucha atención, se ha tomado nota y se han sacado conclusiones».
La inesperada destitución de Viktor Jorenko a manos de Zelenski puso en evidencia las fricciones con la cúpula militar después de 20 meses de guerra. El ya excomandante de las Fuerzas de Operaciones Especiales, que trabajó a las órdenes de Zaluzhni, dijo haberse enterado de la decisión «por los medios de comunicación» y admitió que desconocía los motivos de su cese en el programa de entrevistas del diario ucraniano Ukrainska Pravda. El comandante en jefe del Ejército, señaló Jorenko, tampoco pudo explicarle las razones.
El único alto cargo que salió a dar explicaciones fue el tártaro Rustem Umerov, responsable en última instancia de la destitución, según la oficina de la Presidencia. El ministro de Defensa, nombrado el pasado mes de septiembre en sustitución de Oleksii Réznikov, envuelto en sospechas de corrupción, escribió en su cuenta de Facebook que el hecho de «comentar adicionalmente las razones y los requisitos previos para cambiar los altos cargos militares durante la guerra es dar motivos al enemigo para debilitar a Ucrania». Aseguró que Jorenko seguiría en el Ministerio, pero trabajando «en otra dirección» donde pudiera ser más útil.
Elecciones
Rusia busca alargar el conflicto; Ucrania, ponerle fin cuanto antes. «Seamos sinceros, [Rusia] es un Estado feudal donde el recurso más barato es la vida humana. Y para nosotros... lo más caro que tenemos es nuestra gente», explicaba Zaluzhni a The Economist. «Tenemos que buscar esta solución, tenemos que encontrar esta pólvora, dominarla rápidamente y utilizarla para una victoria rápida. Porque tarde o temprano nos vamos a encontrar con que, sencillamente, no tenemos gente suficiente para luchar».
El tiempo corre a favor de Putin. El autócrata ruso ya ha comenzado a allanar el camino para que las elecciones presidenciales rusas del próximo año lleguen hasta los territorios ocupados de Ucrania. El martes, el jefe del Kremlin firmó una ley que permite la celebración de elecciones en las zonas donde impere la ley marcial. Un decreto hecho a medida para autoelegirse en Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, los cuatro óblast ucranianos controlados militarmente por Rusia. La votación ahondaría el control territorial de Moscú y dificultaría las negociaciones en un eventual proceso de paz.
Las elecciones presidenciales en Ucrania también estaban previstas para 2024. Pero Zelenski, que había amagado con facilitar que se celebraran a pesar de las enormes dificultades, alejó la pasada semana esa posibilidad. «Creo que ahora no es el momento para las elecciones», trasladó el presidente ucraniano en uno de sus discursos nocturnos. «Debemos decidir que ahora es el momento de la defensa, el momento de la batalla, de la que depende el destino del Estado y del pueblo». Sería, según sus palabras, «totalmente irresponsable» especular sobre ese escenario en tiempos de guerra.