
Testimonio
Bajo los túneles, con las rodillas encadenadas, recibiendo palizas y sin alimento: así retiene Hamás a sus rehenes
LA RAZÓN conversa con Idit Ohel, la madre de Alon, que lleva más de 531 bajo el yugo de Hamás

Idit Ohel recibió la primera señal de vida de su hijo, Alon, secuestrado por Hamás durante el festival Nova, casi 500 días después de su cautiverio, tras la liberación de sus compañeros de celda. Lo que escuchó alimentó su preocupación por la salud de su primogénito pero también fue un soplo de esperanza en medio del sufrimiento y la interminable espera de su regreso. “Está retenido en los túneles, a más de 40 metros de profundidad, con las rodillas encadenadas, recibiendo palizas y sin alimento. No sabe qué hora es, ni si es de día o de noche. Tampoco si es verano o invierno”, narra su madre con una enorme entereza a una treintena de periodistas, incluida LA RAZÓN, que realizan un viaje de prensa organizado por la organización EIPA. No es la extrema delgadez lo que más le preocupa, es su agudeza visual.“Tiene metralla en uno de sus ojos y es grave porque he estado visitando a varios doctores por todo el mundo y me dicen que si no se trata pronto podría perder la vista para siempre”.

A día de hoy hay otro asunto que le quita el sueño. Según le relataron los otros tres rehenes con los que estaba su hijo y que ya han sido liberados, los terroristas de Hamás se portan mejor durante los periodos de tregua, sin embargo, cuando los combates regresan, también lo hacen los golpes. Hace solo dos días, el primer ministro Benjamin Netanyahu ordenó bombardeos selectivos sobre la Franja de Gaza con el objetivo de descabezar a los islamistas por su negativa a liberar a los 63 secuestrados. “No lo están tratando bien”, supone con resignación pero sin culpar directamente a Netanyahu. “Creo el que está haciendo lo mejor que puede para liberar al país”, responde en una crítica indirecta a la gestión del Ejecutivo sin querer entrar demasiado en el asunto porque busca mantener una relación fluida con el Gobierno para tener información sobre Olen. De hecho, pese al recrudecimiento del conflicto, no teme por la vida de su hijo. “No creo que le vayan a matar, le necesitan”, dice con firmeza. Todos los analistas consultados por LA RAZÓN, coinciden en subrayar que los yihadistas usan a los rehenes, además de la población gazatí, como moneda de cambio en su pulso con Israel.
“No soy una víctima, soy una madre que mira hacia adelante”, continúa Idit con una serenidad encomiable mientras muestra fotografías de Alon durante todas sus etapas de la vida, que revelan todos sus sueños y anhelos. Tiene 24 años, -ya ha celebrado dos aniversarios secuestrado- es un talentoso pianista, amante de las aventuras, los viajes y sus amigos. En su casa le espera su piano con la tapa abierta tal y cómo él la dejó. “Antes de marcharse al festival Nova, Alon tocó su última canción, hasta el momento. “Siempre cierra la tapa del piano después de tocar y ese día no lo hizo”, relata su madre tratando de encontrar una explicación o una esperanza en ese gesto. También, en una silla, permanece la sobrecamisa de cuadros que tenía intención de llevar al festival de música, pero que se olvidó en el coche.

Su madre relata cómo se enteró casi en directo de que los yihadistas le habían arrebatado a su hijo. “Al despertarnos la mañana del 7 de octubre, mi marido me preguntó asustado por Olen porque no estaba en casa. Le dije que no se preocupara que estaba en el festival y fue cuando me preguntó si no había oído lo terrible que estaba pasando”, rememora mientras muestra un pantallazo de la conversación que mantuvo con él.
A las 7:57 de la mañana le envío un mensaje preguntándole dónde estaba y a los once minutos Alon respondió que se encontraba en un refugio y con un 'estoy bien'. Fue entonces cuando el mundo se derrumbó. Llamó a la Policía sin mucho consuelo, ya que la respuesta que recibió fue “que intente sobrevivir”.

Tanto a través de los vídeos del móvil de su hijo como de los vídeos que también difundieron los yihadistas descubrió todo lo que pasó aquella fatídica mañana. Su hijo se escondió en un refugio con otras 26 personas. Cuando Hamás los encontró empezaron a lanzar granadas y disparos. La última imagen que tiene de Alon la publicaron los yihadistas. Aparece su hijo en una camioneta conducida por unos bárbaros armados con fusisles de asalto. Desde entonces hasta hace tan solo unos días no volvió a saber nada de él.
A algunos rehenes, los terroristas los mueven de un lugar a otro, incluidos hospitales donde son usados como escudos humanos, sin embargo, Alon lleva todo este tiempo bajo tierra en una celda de 1,5 x 2 metros. Hasta hace poco estaba acompañado por los otros tres rehenes y entre los cuatro se ayudaban para mantener la cordura. “Todos sabían absolutamente todos los detalles de mi cuando les liberaron. Según me dijeron todos los días contaban historias personales y los compañeros las repetían. Además, cuando tenían fuerzas -porque solo comían un trozo de pan pita para repartir entre todos- recorríán la celda durante horas", rememora su madre.
Añade, que su hijo ocupa su tiempo imaginándose sentando en su piano. Alon desliza sus dedos sobre su torso imaginándose que es su teclado para que el aterrador silencio y el dolor sea menor. Con la guerra, de nuevo, en un pico elevado, Idit toma aire y vuelve a mirar el piano.
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