Sanciones
Las sanciones contra Moscú no frenan las importaciones de petróleo ruso de varios países europeos
Una laguna jurídica permite a Reino Unido y a miembros de la UE adquirir crudo ruso y productos derivados refinados en terceros países
Las sucesivas rondas de sanciones contra Rusia a raíz de la invasión de Ucrania no han impedido que varios países europeos mantengan sus importaciones de crudo ruso. No son pocos los países occidentales que siguen haciéndolo dos años después del inicio de la guerra. Una «laguna jurídica» permite refinar el crudo ruso en terceros países para su posterior exportación. Es así como llega a Reino Unido y a otros Estados miembros de la Unión Europea. Ni es ilegal ni incumple las prohibiciones contempladas por los socios occidentales de Ucrania sobre la importación de crudo ruso y sus productos derivados.
Este mecanismo permite a Rusia sortear las sanciones que pesan sobre su industria energética y lastran, en cierta medida, su economía. La maquinaria bélica del Kremlin sigue, por tanto, bien engrasada.
Las «normas de origen» reconocidas internacionalmente establecen que el crudo, una vez refinado en otro país, se clasifica a efectos comerciales como originario del país refinador. «El cambio de origen se determina en función de una transformación sustancial. Una vez que los productos petrolíferos refinados rusos se procesan sustancialmente fuera del agua en una jurisdicción distinta de la Federación Rusa, ya no se consideran originarios de la Federación Rusa», explica Brian Mulier, codirector del grupo de comercio internacional y aduanas del bufete de abogados Bird & Bird.
Según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés), esta «laguna en el refinado» se traduce en que países como India y China, que no participan de las sanciones contra Rusia, pueden importar crudo ruso de forma legal y refinarlo para, posteriormente, exportar sus productos a países europeos entre los que se incluye, por ejemplo, Reino Unido. «El problema de esta laguna jurídica es que aumenta la demanda de crudo ruso y permite mayores ventas en términos de volumen, además de hacer subir su precio, lo que incrementa los fondos enviados a las arcas del Kremlin», señala Isaac Levi, responsable de análisis de política y energía entre Europa y Rusia de CREA.
Esa laguna podría cerrarse con una prohibición total, un horizonte que, hoy por hoy, parece descartado. De acuerdo con los datos de esta organización de investigación independiente con sede en Finlandia, Rusia exportó en la semana del 22 al 28 de enero de este mismo año combustibles fósiles por un valor estimado de 4.590 millones de euros. Las cifras desglosadas muestran unas cantidades de 2.180 millones en petróleo, otros 1.310 millones en productos petrolíferos y químicos, 760 millones en gas y, finalmente, 340 millones en carbón.
Los cinco principales importadores, siempre según este informe, fueron China, Turquía, India, Brasil y la UE. «1.910 millones de euros se cargaron en petroleros europeos o del G7, ayudando a financiar la invasión rusa de Ucrania», denuncia el organismo. Reino Unido es, según la BBC, uno de los principales importadores de productos refinados del petróleo que se habían producido a partir de crudo ruso.
El documento que cita la corporación británica sostiene que el grueso de estas importaciones procede de tres refinerías de petróleo de India: Jamnagar, Vadinar y New Mangalore. Figuran en la lista más instalaciones en China y en otros nueve países.
Los aliados occidentales de Ucrania comenzaron a imponer en febrero de 2022 una batería de sanciones sobre la economía rusa para forzar al Kremlin a detener la invasión. Limitaron, por ejemplo, el precio del petróleo para impedir que Moscú obtuviera más de 60 dólares por barril. Aunque esta medida se ha descubierto vulnerable. Existe una «flota en la sombra», que representa aproximadamente el 10% de todos los petroleros, que hace caso omiso. Tanto es así que Rusia gana más con las exportaciones que antes de la invasión. Por eso, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso en octubre nuevas sanciones contra los buques implicados en el transporte de petróleo por encima del precio máximo establecido.
Rusia sigue siendo el tercer productor mundial de petróleo. Extrae crudo que luego exporta a refinerías y transforma en productos como gasolina, gasóleo, combustible para aviones y diversos plásticos. Su economía es totalmente dependiente de estas exportaciones, por lo que la lógica de los países occidentales los llevó a pensar que, castigando especialmente su industria energética, no podría hacer frente a los elevados costes de la guerra.
Pero las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional han sido un jarro de agua fría. El FMI ha elevado las previsiones de crecimiento de la economía rusa para 2024. La cifra pasaría del del 1,1% al 2,6%. Además, las sanciones también han acabado afectando a los países que las han impuesto. Los precios del petróleo y el gas se dispararon como consecuencia de la búsqueda de nuevos suministros energéticos más allá de Rusia. Sobre todo, por parte de los Veintisiete.
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