Ucrania

Putin decreta en Belgorod el estado de emergencia al no poder contener la incursión ucraniana

El gobernador de la región fronteriza con Ucrania reconoce una situación «extremadamente difícil» debido al conflicto

Hace poco más de una semana, Ucrania daba un giro en el desarrollo de la guerra adentrándose con su ejército en territorio ruso. Estrategia o acto de desesperación, el caso es que a día de hoy las tropas enviadas por Kyiv siguen su incursión en el país vecino anunciando un avance en la jornada de ayer de más de un kilómetro en la región de Kursk, tras haber tomado Sudzha.

Lo que en un principio parecía una idea descabellada ha resultado ser una estrategia que ha puesto en jaque al Ejército ruso y al mismísimo Vladimir Putin. El portavoz del Ministerio de Exteriores de Ucrania, Heorhii Tykhyi, aseguraba días atrás que la incursión solo busca proteger al territorio ucraniano de los ataques de largo alcance lanzados por Rusia desde Kursk, afirmando que los rusos habían lanzado más de 2.000 ataques desde esa región durante los últimos meses, usando misiles antiaéreos, artillería, morteros, drones, 255 bombas planeadoras y más de 100 misiles.

Desde Moscú ya se ha dado la orden de evacuar a las poblaciones de la zona, incluyendo la ciudad de Belgorod, previendo que el avance de los ucranianos siga sin ser frenado por las tropas de Putin. El Ministerio de Situaciones de Emergencias ruso confirmaba ayer por la tarde que gran parte de los habitantes de las zonas fronterizas de la región de Kursk ya han sido evacuados de manera temporal, encontrándose en lugares seguros, asegurando que 8.000 de esos desplazados se encontraban en albergues ubicados en once regiones rusas. Podían haber salido de la zona en conflicto más de 100.000 personas.

Asimismo, desde Moscú se informaba con más detalle de la defensa de aquellas localidades, afirmando que durante la noche del miércoles se habían destruido más de 100 drones ucranianos en las regiones de Kursk, Vorónezh, Belgorod y Nizhni Nóvgorod, informando a su vez de la neutralización de varios misiles, mostrando bombarderos Sukhoi Su-34 atacando posiciones ucranianas en Kursk, reiterando que la situación ya se había estabilizado. Las autoridades rusas reconocieron el lunes la pérdida de 28 localidades y ganancias territoriales ucranianas en una zona de 40 kilómetros de amplitud y 12 kilómetros de profundidad.

El mensaje oficial desde el Kremlin no ha cambiado en las últimas horas, asegurando que «todo está bajo control».

Precisamente este miércoles, el gobernador de Belgorod, Viacheslav Gladkov, declaraba el estado de emergencia, después de que el pasado viernes el Gobierno de Moscú implantara en esa región, además de Kursk y Briansk el régimen de «operación antiterrorista». «La situación en nuestra región de Belgorod continúa siendo extremadamente difícil y tensa debido a los bombardeos de las fuerzas armadas ucranianas. Se destruyeron casas, civiles murieron y resultaron heridos», escribió en Telegram el gobernador Viacheslav Gladkov. «Por lo tanto, tomamos la decisión, a partir de hoy, de declarar una situación de emergencia regional en toda la región de Belgorod, con un posterior llamamiento al Gobierno para que declare una situación de emergencia federal», agregó.

Para poner freno al avance ucraniano, la primera medida ejecutada por el Kremlin habría sido retirar las reservas áreas más importantes situadas en las zonas rusas de Ucrania y Crimea. Esta es la teoría de Kyiv, que ha informado de un desplazamiento de efectivos rusos desde las regiones de Zaporiya, Crimea y Járkiv.

A última hora de ayer, la viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, adelantaba la creación de una «zona de seguridad» en Kursk y la puesta en marcha de un plan para organizar asistencia humanitaria y corredores de evacuación para civiles que deseen ir a Rusia o Ucrania, así como para el acceso de organizaciones humanitarias internacionales.

El siguiente objetivo del Ejército de Ucrania no sería otro que la ciudad de Kursk, capital de la región rusa, que cuenta con una población de 440.000 habitantes. La resistencia sería demasiado contundente para las tropas ucranianas, además los efectivos rusos desplazados ya habrán tomado posiciones para cuando lleguen los soldados de Kyiv.

Otra reacción a la ofensiva ucraniana ha sido la de dejar en punto muerto ese posible plan de paz que sentaría a negociar a ambos países en una conferencia organizada para este otoño. En una rueda de prensa ofrecida por el embajador en misión especial del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Rodion Miroshnik, el diplomático declaró que todo lo relativo a las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania había quedado «en suspenso» tras los ataques sufridos por su país, a los que calificó de «acciones terroristas». «Llevar a cabo negociaciones con un adversario absolutamente inadecuado hoy en día es simplemente antinatural», aseveraba Miroshnik. Los medios de comunicación rusos se preguntan estos días si la comunidad internacional prestará apoyo militar al país, al igual que ha estado haciendo con Ucrania, tras haberse demostrado el ataque de Kyiv en suelo ruso.

Mientras, desde el Ministerio de Defensa ruso se ha asegurado que el número de solicitantes para ir al frente ha crecido considerablemente desde la incursión ucraniana, que ha provocado elevar el sentimiento patriótico de sus ciudadanos, dispuestos a defender el país. Bielorrusia, que también se ha visto involucrado en este conflicto, guarda silencio a la espera de tomar una decisión. El pasado viernes, al comienzo de la operación militar ucraniana, docenas de aviones no tripulados llegados desde ese país fueron detectados y neutralizados por el Ejército bielorruso. Este incidente ha sido calificado por su presidente, Alexandr Lukashenko, como un intento de involucrar a esta ex república soviética en el conflicto actual. Sin embargo, el mandatario ha afirmado que se trata de un acto de «provocación» que «no durará mucho tiempo», mientras asegura que ejercerá su derecho a la legítima defensa ante cualquier acto hostil.