Tras el ataque de Hamás
El paso de Rafah sigue cerrado dejando a cientos de miles al borde de la muerte
Blinken visita Israel por segunda vez para reunirse con Netanyahu, mientras el Gobierno israelí evacua 28 poblaciones en la frontera con Líbano
El paso de Rafah, clausurado desde hace una semana y la única frontera por la que cientos de miles de palestinos pueden huir o recibir la muy necesaria ayuda humanitaria, sigue cerrado, mientras al sur de la Franja de Gaza ya han llegado más de 1 millón de habitantes huyendo del eventual ataque terrestre de Israel contra el norte para “destruir”, en palabras del primer ministro, Benjamin Netanyahu, al grupo islamista de Hamás. El agua escasea y está siendo racionada, según informó la ONU. También los alimentos y las medicinas, aunque estos están listos para ser entregados desde Egipto, al otro lado del enclave, que las autoridades de El Cairo han reforzado durante la última semana.
Tanto organizaciones internacionales como Estados Unidos, el máximo aliado de Tel Aviv, han hecho un llamamiento para que se establezca un alto el fuego que permita entrar a la asistencia sin la que miles pueden morir en las próximas horas, o días, teniendo en cuenta que los hospitales y centros médicos están al borde del colapso con los generadores de emergencia a punto de detenerse porque, según informan desde Gaza, solo les queda combustible para, aproximadamente, un día, así como los suministros de medicamentos ya están casi agotados. No obstante, el Gobierno israelí sigue demorando la decisión. “Israel todavía no ha tomado una posición para abrir el cruce desde el lado de Gaza”, según informó el ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Sameh Shoukry.
La UE anunció este lunes la apertura de un puente aéreo con Egipto para que llegue ayuda humanitaria a la población de la Franja de Gaza, que se encuentra en una situación "desastrosa".
La operación consistirá en varios vuelos a Egipto, dos de los cuales partirán ya esta semana, para trasladar "suministros vitales" a las organizaciones humanitarias sobre el terreno, indicó la Comisión Europea.
Representantes de la ONU indicaron que hay ayuda humanitaria lista para 300.000 personas, un número muy inferior al necesitado, pero la orografía del paso de Rafah no permite grandes suministros. Por ello, es esencial la apertura de otros corredores como el que, en 2014, se estableció entre el paso de Erez, al norte, y la ciudad de Gaza. Sin embargo, esto parece imposible porque allí se concentran gran parte de las tropas de Israel listas para la operación terrestre.
Por otro lado, el suministro de agua sigue siendo tema de debate mientras en el interior ya está siendo racionada: “1 litro por persona y día”, según la ONU. El Gobierno de Netanyahu aseguró ayer que había reabierto el paso de esta, pero Hamás contestó que no era cierto y que los civiles están “bebiendo agua sucia”, según informó uno de sus portavoces. Por su parte, el ministerio del Agua palestino informó que esta fue “restaurada en un punto específico a las afueras de la ciudad de Khan Younis”, al sur de la Franja, mientras los trabajadores humanitarios desplazados allí indicaron que “no habían visto pruebas de que haya regresado”, según declararon a la BBC.
Sin el líquido de la vida, la ya dramática situación de miles se puede convertir en una sentencia de muerte. “Se necesita agua para garantizar las condiciones sanitarias en las salas de hospitalización, en los quirófanos y en los departamentos de urgencias. Es esencial para la prevención de infecciones en los centros médicos, los cuales están desbordados”, según informó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asimismo, esta mostró su “preocupación por los brotes de enfermedades debido al desplazamiento masivo y a la falta de agua y saneamiento”, indicando que cuatro hospitales en el norte de Gaza ya no funcionan y 21 han recibido órdenes israelíes de ser evacuados.
Allí, los médicos se han negado, según informaron con desesperación en sus propias redes sociales, e insistieron en que prefieren morir con sus pacientes. Muchos esperan que las gestiones del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, quien ayer volvió a visitar Israel y se encuentra de gira por varios países árabes, sirvan para convencer al Gobierno israelí de que acepte la apertura de un corredor humanitario y reestablezca las condiciones mínimas para asegurar la subsistencia de los desplazados.
Todavía no ha trascendido si ha tenido éxito tras su reunión con Netanyahu, quien, por la mañana, aseguró que “no hay alto el fuego”. En el encuentro, el segundo en una semana, discutieron sobre “la escalada del conflicto con Hamás, y para recibir una actualización sobre la situación sobre el terreno”, según informó el Departamento de Estado norteamericano. Asimismo, el jefe de la diplomacia estadounidense reafirmó su apoyo a Israel “para defenderse de Hamás “, después de los ataques terroristas que el país sufrió el pasado sábado. Sin embargo, el hecho de que Estados Unidos haya empezado a evacuar a 2.500 de sus ciudadanos por vía marítima desde el puerto de Haifa hasta la isla de Chipre, ya que el aeropuerto internacional Ben-Gurion de Tel Aviv está, en parte, clausurado, no es un signo muy halagüeño.
Temor a otro frente bélico
Por la tarde, Netanyahu se dirigió a la 25ª Asamblea de Invierno del Knesset, el Parlamento del país, para reiterar su posición. “Este es un momento de auténtica lucha contra aquellos que se han levantado para destruirnos. Nuestro objetivo es la victoria a través de la destrucción de Hamás, acabar con su régimen en la región y con la amenaza contra Israel”. Además, aseguró que el grupo es “parte del eje del mal de Irán, Hizbulá y sus secuaces, los cuales quieren volver al Oriente Medio del fanatismo barbárico de la Edad Media, mientras nosotros queremos llevarlo al progreso del siglo XXI”, añadió.
En este sentido, el frente norte sigue siendo una gran preocupación para la población israelí, la cual teme una guerra a dos bandas que podría rodear el país. Como muestra de la escalada, el Gobierno de Tel Aviv ordenó ayer “la evacuación de 28 comunidades cerca de la frontera del Líbano en un radio de dos kilómetros”, lo que hace suponer un aumento de fuego cruzado de artillería y cohetes entre las tropas hebreas y los aliados de Hamás, el grupo islamista Hizbulá. No obstante, el portavoz militar del ministerio de Defensa, el contralmirante Daniel Hagari, informó que la operación “permitirá a las fuerzas israelíes operar con mayor flexibilidad”, así como que “Israel está dispuesto a operar en dos frentes, e incluso en más. Si Hizbulá comete el error de ponernos a prueba, la respuesta será mortal”, concluyó.
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