Entrevista
Frederik de Klerk: “El Gobierno se ha desviado del ejemplo del presidente Mandela”
Reproducimos la entrevista publicada en LA RAZÓN en 2014 al fallecido presidente de Suráfrica y premio Nobel de la Paz
Ayer se celebraron las primeras elecciones libres en Suráfrica sin Nelson Mandela. Frederik De Klerk, su antecesor en la presidencia del país y con quien comparte premio Nobel, atiende a las preguntas de LA RAZÓN.
-¿Habrá cambios considerables en el electorado en estos históricos comicios?
-Desafortunadamente, los surafricanos todavía votan apabullantemente en líneas raciales, más que como un resultado de la trayectoria y las líneas políticas de los partidos. El Congreso Nacional Africano (CNA) es visto como el partido de la liberación y de Nelson Mandela y esto ciertamente asegurará el apoyo de muchos de los surafricanos negros.
-¿Ha explotado el CNA al máximo la figura de Mandela? ¿Podría ser contraproducente al comparar líderes?
-El nombre de Mandela está íntimamente asociado a la marca CNA. Al mismo tiempo, muchos negros surafricanos -particularmente entre la juventud y la emergente clase media- están profundamente desilusionados con el CNA y están buscando otras alternativas. Sin embargo, que estén preparados para cambiar su voto al opositor Alianza Democrática (AD) es otra cuestión. Las mejores estimaciones son que el CNA perderá algo de apoyo, pero no tanto como esperan los partidos opositores. AD recogerá votos pero es poco probable que logre más de un 20-23%, lo que no basta para ser una amenaza creíble a la dominación del CNA.
-El arzobispo Desmond Tutu, un hombre muy famoso y respetado en Suráfrica, ha estado criticando al actual Gobierno por la manera en que organizaron los funerales de Mandela y hasta ha reconocido que se alegra de que Mandela esté muerto para que así no vea la transformación a peor del país. ¿Por qué está tan desilusionado con el ANC? ¿También piensa usted que Suráfrica está perdiendo el rumbo por el que Mandela y usted trabajaron tan duro?
-El arzobispo Tutu, como muchos surafricanos de todas las etnias, está profundamente preocupado porque el actual Gobierno se está desviando del ejemplo del presidente Mandela. Tutu está especialmente preocupado por la creciente corrupción dentro del Gobierno, simbolizada en unos gastos de 246 millones de randes (unos 17,5 millones de euros) para la casa privada del presidente. También hay signos crecientes de que la coalición en el poder está usando el servicio público y las Fuerzas de Seguridad en beneficio propio. Al mismo tiempo, el Gobierno está fallando al no proporcionar una educación aceptable para nuestros niños ni empleo para la gran cantidad de parados en el país. Yo estoy enormemente preocupado por todo esto.
-¿Cómo ve el futuro de su país?
-Sin querer minimizar los problemas a los que se enfrenta Suráfrica, sigo confiando en el futuro del país. Las principales razones de mi confianza son el hecho de que tenemos una muy sólida Constitución y que nosotros los surafricanos tenemos una relación simbiótica. Nos necesitamos unos a otros para crecer y prosperar. Aun así, por el mismo rasero, si se hacen esfuerzos para erosionar la Constitución y las relaciones entre las distintas comunidades, las perspectivas serán mucho menos brillantes.
-De hecho, cuando le escuché en octubre, me pareció usted un político muy pragmático. ¿Ha sido siempre así?
-El pragmatismo viene con el tiempo -¡y yo llevo aquí muchos años!- Cuando uno es joven se inclina a estar influenciado por las teorías idealistas. Sin embargo, cuando realmente tienes que lidiar con los problemas del Gobierno como un ministro o un presidente aprendes rápidamente a optar por las opciones que funcionen en la práctica.
-¿Los historiadores y los periodistas han sido justos con usted? Aun así, ¿intenta ignorar el ser tratado o referido como héroe (incluso si lo es para todo un país)?
-No hice lo que hice para impresionar a historiadores o ser considerado como un “héroe”sino porque creí que era absolutamente necesario sacar a Suráfrica del callejón sin salida en el que nos encontrábamos en la década de los 80. Mi gran recompensa es el hecho de que, juntos, los surafricanos logramos crear una sociedad, mucho, mucho mejor y más justa que la que teníamos antes. No hemos, de ninguna manera, resuelto todos los problemas que nos acechan, pero al menos ahora tenemos una gran oportunidad de hacerlo, especialmente si acatamos los valores y la visión de nuestra excelente Constitución. En los 80, parecía no haber esperanza alguna.
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