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UE

El “Qatargate” remueve los cimientos de la Eurocámara

El escándalo de sobornos pone en el punto de mira la laxitud de los controles de la institución en las relaciones entre los eurodiputados y los grupos de presión

Qatargate Antonio Cruz

“Es tan guapa que cualquier noticia con su foto se lleva todos los clicks”, “hay muchos eurodiputados, resulta imposible conocerlos a todos, pero ella estaba en todas las reuniones por su cargo de vicepresidenta”. Son algunos de los comentarios que estos días se escuchan en los pasillos bruselenses. La indiscutible belleza y fotogenia de Eva Kaili, y su puesto en la cúpula de la Eurocámara han hecho que sea el rostro visible de la trama del “Qatargate” de presuntos sobornos del Parlamento Europeo. Ella es la cara aunque todo indica que el cerebro es Pier Antonio Panzeri, el jefe de su novio y el que parece haber presentado a la pareja amistades peligrosas que les han hecho caer en la tentación.

En todo caso, Kaili ya es el símbolo del escándalo porque quizás ejemplifica como tantas historias el peligro de la ambición desmedida y como pasar de tenerlo todo a nada en apenas unos días. La fulgurante carrera de la ex presentadora de televisión siempre había marcado records. De 44 años y natural de Tesalónica, se afilió con tan sólo 14 años al Pasok (partido socialista griego). Estudió Arquitectura e Ingeniería Civil en la Universidad Aristóteles de Salónica y cursó un máster en Política Europea en la Universidad del Pireo. Con veinte años se convirtió el miembro electo más joven del Ayuntamiento de su ciudad y repitió el mismo record cuándo fue elegida diputada en 2007 con tal sólo 29 años. En 2011 su carrera parecía imparable y fue nombrada como personalidad del año por “Der Spiegel”.

Entre 2004 y 2007 fue presentadora de informativos del canal más influyente de Grecia, Mega, y entre 2012 y 2014 trabajó como consultora de un grupo de farmacéutico heleno y de uno de los mayores grupos de comunicación del país. En 2014 vuelve a la política y es elegida como eurodiputada de la Eurocámara hasta conseguir el puesto de vicepresidenta en enero de 2022.

En el año 2011, mientras el mundo miraba a Grecia por la grave crisis que incluso estuvo a punto de llevarse por delante a la moneda única, el nombre de Eva Kaili acaparó ya algunos flashes fuera de su país. Estuvo a punto de votar en contra del primer ministro, Yorgos Papandreu, en una moción de censura, aunque terminó cambiando de opinión no se sabe si por convicción u oportunismo. Estos hechos y algunas declaraciones en contra de ciertas ayudas sociales defendidas por el Pasok le granjearon la fama de “verso suelto” y le situaron dentro de la rama considerada menos izquierdista del partido, que atravesó una durísima crisis durante la pasada década.

Eva Kaili, exvicepresidenta de la EurocámaraPARLAMENTO EUROPEO/ALAIN ROLLAND30/11/2022PARLAMENTO EUROPEO/ALAIN ROLLANDPARLAMENTO EUROPEO/ALAIN ROLLAND

Toda esta carrera fulgurante terminó el viernes 9 de diciembre, cuando fue arrestada después de que la Policía belga descubriese 150.000 euros en metálico en su domicilio y 600.000 en un maleta que llevaba su padre.

Kaili, sin pretenderlo, también ha batido récords al ser el símbolo de la mayor crisis de corrupción en la que se ha visto envuelto el Parlamento Europeo en toda su historia. La Eurocámara presentará a principios de año que viene un plan para mejorar la transparencia de la institución. Según ha adelantado su presidenta,Roberta Metsola, esto incluirá una reforma para proteger a los denunciantes, los denominados” chivatos” y evitar los vacíos legales que existen actualmente en la configuración de la lista de transparencia que regula los “lobbies” que operan en la burbuja comunitaria y quien puede tener un pase para entrar en la Eurocámara.

Esto incluirá el fin del acceso a los denominados grupos de amistad no oficiales. Antes de este escándalo, existía uno de amigos de Qatar del que formaban parte varios eurodiputados. Actualmente tan solo están obligados a redactar informes sobre sus reuniones con grupos de presión los presidentes de comisiones y ponentes de algún dictamen y los mecanismos de control sobre si esto se cumple no funcionan de manera rigurosa. Además, aunque los eurodiputados reciben 9.400 euros brutos al mes (unos 7.300 netos) más dietas, pueden ejercer otros trabajos lo que da pie a numerosos conflictos de interés.

Algunas partidas presupuestarias también están bajo el ojo del huracán. Cada eurodiputado recibe 4.800 euros adicionales al mes para el funcionamiento de su oficina, lo que abarca desde papelería, internet, organización de reuniones e informes de expertos (los salarios de los asesores son abonados directamente por la Eurocáma). No están obligados a mostrar los recibos con los comprobantes de gasto, lo que da pie a que algunos puedan quedarse parte de esta cantidad. A esto se añade que para cobrar la dieta diaria en Bruselas o Estrasburgo (338 euros para alojamiento y comida) no es necesario demostrar que se ha pasado toda la jornada, lo que permite quedarse también la cantidad destinada a noches de hotel.

Es conocido también que algunos eurodiputados tienen el don de la ubicuidad y mientras están en un país tercero con gastos también cubiertos, envían a sus asistentes a cobrar la dieta correspondiente a su estancia en Bruselas o Estrasburgo. Para evitar esto último, la Eurocámara había cambiado ya el método antes de este escándalo para comprobar la identidad del demandante de la dieta.

La figura de los asistentes locales que trabajan en el país de origen y no en las sedes de la Eurocámara también resulta poco clara. El Partido de Le Pen se vio envuelto en una trama de empleos ficticios por valor de 6,8 millones de euros. Esta misma semana la Fiscalía europea pidió la retirada de la inmunidad para Kaili y una eurodiputada del Partido Popular por los pagos a sus asistentes, en un caso diferenciado del “Qatargate”.