Reino Unido
Los británicos sufren el coste del Brexit
Los nuevos controles a los productos importados costarán 350 millones de euros a las empresas británicas
Pese a la tierra prometida que en su día vendieron los euroescépticos, el Brexit no sólo ha creado más burocracia y nuevos controles, retrasados por cierto hasta en cinco ocasiones. Ahora obliga también al Gobierno británico a aplicar una tasa extra a las importaciones para poder cubrir precisamente los costos de las nuevas instalaciones responsables de estos chequeos, incluido el centro en Sevington, Kent, de 170 millones de euros.
Las nuevas medidas comenzaron a aplicarse este jueves en Reino Unido y los más perjudicados son las pequeñas empresas. John Davidson, copropietario de una compañía de flores Tom Brown Wholesale, asegura que los costes extras a los que se enfrenta su negocio serán entre 250.000 y 270.000 euros por año. “Por lo general, intentamos absorber todo lo que podemos, pero ese tipo de costos... simplemente no es posible absorber todo”, dijo. La única opción es pasar el incremento de precios a los consumidores.
El propio Gobierno reconoce que los cambios con aranceles podrían suponer a las compañías unos costes adicionales de alrededor de 350 millones de euros al año en las importaciones procedentes de la UE. Y en cuestión de alimentos tampoco hay mucho margen de maniobra, tras una cosecha excepcionalmente pobre en el Reino Unido en el ultimo año después de fuertes lluvias e inundaciones.
Los aumentos de los precios de los alimentos han sido ya un importante impulsor del aumento general del costo de vida en el Reino Unido en los últimos años, con una inflación de los precios del 4% en marzo de este año respecto al anterior.
La UE sí hizo sus deberes y desde que Reino Unido abandonó el mercado único a principios de 2021 implementó los chequeos correspondientes a los productos británicos que llegaban al bloque. Sin embargo, en Reino Unido, los controles equivalentes para las importaciones de la UE se retrasaron hasta en cinco ocasiones. La última, el año pasado, cuando el Gobierno temió que empeorara aún más una inflación que llegó a los dos dígitos.
Los certificados sanitarios se introdujeron finalmente en enero de este año para productos que van desde flores hasta alimentos frescos como carne, frutas y verduras. Pero fue ayer cuando entraron en vigor los controles físicos de estos productos que antes del Brexit circulaban libre de aranceles.
El importe a pagar dependerá del “riesgo” que estimen las autoridades aduaneras británicas. Por los productos “de bajo riesgo” de origen animal se pagarán 10 libras (11,67 euros), mientras que para los vegetales y productos derivados “de bajo riesgo” no habrá coste. No obstante, y dado que lo habitual en los cargamentos es consignar varias líneas de producto, se ha establecido una cantidad máxima por envío de 145 libras (169,24 euros), según informe el Departamento de Medioambiente, Alimentación y Agricultura británico.
De momento, los nuevos controles aún no se aplicarán a los productos procedentes de la República de Irlanda, que es un importante proveedor de alimentos del Reino Unido. Estos chequeos no se realizarán hasta antes de noviembre.
Las empresas, especialmente las más pequeñas, han expresado su preocupación de que la nuevas medidas puedan alterar las cadenas de suministro. El Gobierno británico defiende que su nuevo modelo fronterizo “mejoraría nuestra bioseguridad”, añadiendo que los costos para las empresas serían “insignificantes en comparación con el impacto de un brote importante de una enfermedad vegetal o animal”. Pero Phil Pluck, director ejecutivo de Federación de la Cadena de Frío (CCF), un organismo comercial para proveedores, ha escrito una carta al ministro de Medio Ambiente, Steve Barclay, explicando que “muchos almacenes y distribuidores de cadena de frío más pequeños del Reino Unido consideraron que la administración era demasiado onerosa y han dejado de funcionar”.
Por otra parte, algunos transportistas, han cambiado directamente la ruta. Andy Topham, transportista desde hace 35 años, ahora reside en el sur de España y asegura que como muchos de sus compañeros con base en Europa evita trabajar en el Reino Unido. “Ir hasta allí es un papeleo interminable con demasiadas posibilidades de que las cosas salgan mal”, relataba recientemente a "The Guardian". Los camiones tardan ahora 35 horas en llegar de Rotterdam a Harwich en lugar de las 24 horas antes del Brexit. De Dunkerque a Dover, son 17 horas en lugar de siete.
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