Oriente Medio
La angustia del pueblo sirio donde aún se habla la lengua de Jesús
El pequeño municipio de Malula puede ver peligrar su población cristiana tras la llegada de los islamistas radicales
«Una Malula sin cristianos es un crimen imperdonable y una mancha indeleble de vergüenza porque es la capital de Cristo y en ella se habla su lengua. Es un examen para las autoridades sirias», afirmaba hace unos días en redes sociales el exdiputado libanés Emile Rahme.
El veterano político maronita hacía suya la angustia de los cristianos de Oriente Próximo y del mundo por el futuro de esta fe en la mágica Malula y en toda Siria a tenor de la situación tres meses después de la caída del régimen de Asad. Los episodios de violencia sectaria protagonizados la semana pasada por grupos armados vinculados al gobierno interino sirio contra la comunidad alauí con varios centenares de ejecutados en su bastión costero también han afectado a las exiguas -apenas un 2% del total nacional- comunidades cristianas, que ven cada vez más oscuro su futuro en la nueva Siria liderada por los islamistas radicales.
Y Malula, en otro tiempo habitada mayoritariamente por cristianos, es hoy nuevamente caja de resonancia y metáfora de la tragedia de la fe en Jesús de Nazaret en una de sus cunas históricas, Siria. El acoso y la discriminación de las nuevas autoridades, que llegaron al poder gracias a una amalgama de milicias lideradas por los exyihadistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS) y el apoyo del ejército turco, puede provocar la salida de sus familias cristianas.
«Malula es un símbolo para los cristianos», asegura a LA RAZÓN el teólogo y poeta sirio Najib George Awad. La pequeña localidad, de poco más de 2.500 habitantes y situada a unos 60 kilómetros al norte de Damasco, es, sobre todo, una de las últimas poblaciones de Oriente Medio donde el arameo, la lengua materna de Jesús, se sigue hablando en sus calles. Encaramada en las montañas de la cordillera del Antilíbano a 1.400 metros de altura y protegida por un muro rocoso, Malula es, en fin, hogar de una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo. Los cristianos están en Malula mucho antes que los musulmanes y que en Occidente.
A lo largo de la larga guerra civil (2011-2024), la localidad, de mayoría cristiana, fue escenario de momentos de violencia y persecución. Primero los cristianos acusaron a los musulmanes suníes de facilitar la entrada de los terroristas del Estado Islámico, que protagonizó momentos dramáticos en 2013. Un año después, el Ejército de Asad recuperó la localidad de manos de los yihadistas, lo que provocó la expulsión de sus viviendas de algunos vecinos musulmanes que habían colaborado con los fundamentalistas. «Los cristianos rechazaron el regreso de los musulmanes a sus casas, y ello incrementó la tensión entre las distintas poblaciones de la localidad», explica a LA RAZÓN el politólogo y especialista sirio en diálogo islamo-cristiano Bashar Rahme.
Pero las tornas han cambiado y la llegada a Damasco de un grupo de ideología islamista radical, HTS -cuyos orígenes se encuentran en Al Qaeda-, tras el derrumbe del régimen baazista envalentonó a la minoría musulmana suní del pueblo. Algunos no perdonan la colaboración de los cristianos con la dictadura de los Asad, aunque los cristianos han celebrado al igual que los suníes el fin de la autocracia. Todo ello viene dejando desde comienzos de año episodios de tensión entre las distintas comunidades. «Con la caída del régimen los musulmanes han vuelto a sus hogares, pero algunos de ellos han acosado a los cristianos con ánimo de venganza», prosigue Rahme. Algunas familias han optado por marcharse con destino a Damasco o el Líbano.
Aunque evita generalizar y subraya el ambiente de optimismo que han respirado, por lo general, desde finales del año pasado los cristianos residentes en la capital, y otras localidades, Rahme recuerda que, además de Malula, pequeños municipios como Qusayr o Al Suqalabiya han registrado similares episodios de acoso o provocación hacia los cristianos. «Lo ocurrido nos da cuenta de que hay una ira latente, además de dosis de odio, ignorancia y rechazo a la diversidad”, concluye a LA RAZÓN el autor del ensayo The missing face of Christians in Syria (El rostro perdido de los cristianos en Siria).
Tras producirse una serie de incidentes en municipios y barrios de mayoría cristiana durante las recientes fiestas, incluidas quemas de iconos religiosos o árboles de Navidad, el líder de HTS y autoproclamado presidente, Ahmed al Sharaa, multiplicó sus apariciones junto a líderes de las distintas iglesias en un intento de tranquilizar a la minoría cristiana. «Hay preocupación por lo que viene; las nuevas autoridades no están imponiendo por ahora una agenda islamista, pero sí pueden acabar haciéndolo lenta, pacífica y gradualmente. Y ello, aunque de manera directa no suponga una amenaza existencial para los cristianos, sí puede poner en peligro la igualdad de derechos y ciudadanía de los sirios», advierte Awad, que enseña teología en la Universidad de Bonn.
Tras el repunte de violencia de la semana pasado día 8 los patriarcas cristianos de Siria condenaron en un comunicado conjunto unas “masacres que han tenido como objetivo civiles inocentes” y destacaron “la necesidad urgente de poner fin a estas acciones horrendas”.
Además, los patriarcas defendieron “una transición hacia un Estado y una sociedad fundadas en la ciudadanía y se aleje de las nociones de venganza y exclusión”. Por su parte, en el sermón pronunciado en la catedral de Damasco, el patriarca de la Iglesia ortodoxa de Antioquía y todo el Oriente, Juan X Yazigi, mostró su apoyo al establecimiento de un comité de investigación que esclarezca la reciente masacre de civiles inocentes.