Cadena perpetua o 20 años de cárcel
El hijo de "El Chapo", apodado "El Ratón", se sienta en el banquillo en EE UU para responder a la crisis del fentanilo
Ovidio Guzmán llegó a amasar 1.000 millones de dólares con el tráfico de una droga que mata a 196 americanos al día. Este lunes se ha declarado "no culpable" de los delitos de los que se le acusan
Ovidio Guzmán, de 33 años e hijo del famoso narcotraficante conocido como «El Chapo», enfrentó este lunes su primera audiencia en la Corte Federal del Distrito Norte de Illinois, Chicago, para conocer los delitos de los que se le acusa. "El Ratón", como se apoda, se declaró «no culpable» de narcotráfico y lavado de dinero. Fue extraditado en avión desde México a este estado el 15 de septiembre, y aunque la primera vista se celebró allí por cinco delitos, tiene seis más pendientes en una corte federal de Manhattan, en el Distrito Sur de Nueva York. Todos los cargos son penales y están relacionados con tráfico de drogas y manejo de una empresa criminal. Por ellos el detenido enfrenta a una pena que podría ir desde los 20 años en prisión a la cadena perpetua (la misma medida que está enfrentando su padre, Joaquín Guzmán) por ser «uno de los miembros de alto rango del cartel de Sinaloa», le acusa el Servicio de Control de Inmigración. «Investigaciones policiales indican que Ovidio y su hermano, Joaquín Guzmán López, ocupan posiciones de comando y control de su propia organización narcotraficante –la Organización Criminal Transnacional Guzmán López– bajo el cartel de Sinaloa».
Ovidio Guzmán llegó a obtener 1.000 millones de dólares en la venta de droga a lo largo de los años, y la Justicia estadounidense quiere que devuelva este dinero y pague por sus delitos. Su grupo criminal estaría vinculado a la fabricación, distribución y venta del fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína y que está contribuyendo a que EE UU atraviese la peor crisis de salud pública de su historia.
El fentanilo se encuentra detrás del 66% de las muertes por sobredosis en Norteamérica, y se ha convertido en el enemigo público número del país. En abril las autoridades declararon por primera vez una «amenaza emergente» por la combinación de esta droga con otra igual de mortal, la xilazyna, un tranquilizante animal que también se está extendiendo rápidamente por las calles de las principales ciudades. La extradición de «El Ratón» es todo un hito. Se trata de la primera vez que un capo responde en EE UU por el tráfico del mortal fentanilo en un momento en que están muriendo 196 estadounidenses al día por esta droga.
La carrera criminal del detenido comenzó cuando tenía 18 años y creció como un meteorito. Según las autoridades estadounidenses, en 2014, con tan solo 24 años, el joven mexicano se puso al frente del primer laboratorio de fentanilo en una casa muy modesta en Culiacán. Su padre, «El Chapo», había ordenado a los miembros del Cártel que empezaran a investigar en China sobre una nueva droga sintética de la que se hablaba allí y que era mucho más potente que la heroína. El negocio ilícito parecía rentable y el grupo criminal comenzó a fabricar las primeras pastillas de fentanilo con Ovidio a la cabeza de las operaciones. Una vez elaboradas, las píldoras se llevaban a una casa de seguridad de Tijuana para ser enviadas a Los Ángeles (California) y al resto del país. «Desde esos primeros días, la manufactura de fentanilo del cartel ha explotado y la demanda por una droga muy peligrosa y potencialmente letal han crecido significativamente», señala el Gobierno.
«El Ratón» llegó a EE UU extraditado de una prisión en Altiplano (México) en el mismo avión en el que se trasladó a su padre a suelo estadounidense. El joven chapito se encuentra ahora mismo en el Centro Metropolitano Correccional de Chicago, que más que una cárcel es un espacio concebido para la reinserción. Cuenta con 27 pisos donde habitan cerca de 500 reclusos, hombres y mujeres. Las alargadas y delgadas ventanas no cuentan con barrotes y están diseñadas para que entre luz natural. Allí tendrá tiempo Ovidio Guzmán para pensar en sus dos opciones: cooperar con las autoridades, lo que implicaría delatar a sus propios hermanos que son los que lideraban con él la organización criminal, o bien enfrentarse a la justicia estadounidense y arriesgarse a una condena de por vida.