Narcotráfico

Arranca en Estados Unidos el juicio contra el “zar de la droga” de Felipe Calderón

La Fiscalía pide cadena perpetua para Genaro García Luna, el antiguo jefe de la Policía mexicana por sus vínculos con el cártel de Sinaloa

El trabajo de Genaro García Luna era poner entre rejas a los jefes del narcotráfico mexicano, pero quien ahora se sienta en el banquillo de los acusados es él. De hecho, lo hace en el mismo tribunal y ante el mismo juez (Brian Cogan) al que se enfrentó Joaquín Guzmán, “El Chapo”, (exlíder del Cártel de Sinaloa) en julio del 2019 cuando se le condenó a cadena perpetua. En ese mismo proceso, se escuchó el nombre de García Luna relacionado con maletas llenas de dinero que eran entregadas al antiguo jefe de la Policía de México, y fue allí cuando salieron las acusaciones que hoy lo llevan ante el juez en la segunda semana del proceso. García Luna, que fue secretario de Seguridad Pública de México, se enfrenta a cinco cargos criminales por los que se ha declarado inocente. Uno por pertenencia a una empresa criminal, tres por conspirar para importar y distribuir miles de kilos de cocaína en EE UU, y otro más por realizar declaraciones falsas ante las autoridades estadounidenses cuando solicitó la ciudadanía en este país en 2018. La condena podría ir desde los 20 años en prisión, hasta la cadena perpetua.

La semana pasada se eligió al jurado que decidirá la culpabilidad o inocencia del exmandatario mexicano y ayer se pudieron escuchar en la sala los argumentos de apertura de los fiscales federales, primero, y de la defensa después. El acusado los recibía observando fijamente a los miembros del jurado.

El abogado César de Castro llega al primer día de los alegatos iniciales para el juicio de su cliente Genaro García Luna
El abogado César de Castro llega al primer día de los alegatos iniciales para el juicio de su cliente Genaro García LunaJUSTIN LANEAgencia EFE

En la sesión del lunes, la acusación pública se centró en el papel de García Luna como facilitador de las acciones del Cártel de Sinaloa. Por su parte, los argumentos iniciales de la defensa destacaron que no existen pruebas contundentes que vinculen al acusado con los sobornos de los que se le acusa. La Fiscalía tiene preparada una lista de hasta 70 testigos que esta semana se filtró por equivocación y que incluye algunos de los narcotraficantes mexicanos más temidos como: Miguel Ángel Arriola Márquez, Jesús “El Rey” Zambada o Alex Cifuentes Villa, entre otros. Ayer, el primero subió al estrado, Sergio Villarreal Barragan, llamado “El Grande”, por su estatura de 2 metros. Una pieza clave en este proceso y en la célula criminal que encabezaban los hermanos Beltrán Leyva. “El Grande” fue detenido en 2010 y se convirtió en testigo de la Procuraduría General de la República (PGR) durante el mandato del presidente Felipe Calderón, precisamente en la misma época en que García Luna era secretario de Seguridad Pública, entre 2006 y 2012.

“El Grande” sobre la corrupción en México: “Hay dos tipos… uno es cuando le pagas a un oficial para que mire hacia otro lado para dejar pasar algo. El otro tipo es cuando participa en las actividades de la organización”.

García Luna, afirma, era del segundo tipo.

«El Grande» aseveró que el cártel sobornó a García Luna desde 2001.

Durante seis años, García Luna era la cara de la Policía federal del país, y desde esa posición, supuestamente lideraba la guerra contra los carteles de la droga con mano dura, involucrando al Ejército y dejando un saldo de más de 250.000 muertos en su “guerra contra la droga”, como se le llamó. En aquel momento, muchos expertos consideraron su estrategia desacertada y poco útil, con demasiadas muertes innecesarias. Y eso que desconocían el doble juego del exfuncionario. Por el día perseguía narcotraficantes, y por la noche se enriquecía gracias a ellos recibiendo sobornos del Cártel de Sinaloa a cambio de proveer protección a los narcotraficantes. Así lo aseguró en el juicio de El Chapo Guzmán uno de los testigos que declaró. Jesús “Rey” Zambada, ex miembro del cártel, testificó haber entregado pagos de millones de dólares a García Luna. Él entonces lo negó todo, y calificó su testimonio de “mentira, difamación y perjurio”.

Detenido en Texas

García Luna es ingeniero mecánico por la Universidad Autónoma Metropolitana (México). En 1989 fue reclutado como investigador del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), donde monitoreaba la actividad de los grupos guerrilleros activos en México, y más tarde se especializó en combatir bandas secuestradoras. En 2001, fue nombrado titular de la recién creada Agencia Federal de Investigación (AFI), y durante ese mandato, en el 2005, ya fue acusado de crear un montaje que casi le cuesta a México una enemistad con Francia. Detuvo a la francesa Florence Cassez, y su compañero Israel Vallarta acusándolos de secuestro, pero todo resultó ser un montaje para dar carnaza a las televisiones. En 2013, un juez suspendió la condena a 60 años de prisión de Cassez, pero para entonces García Luna ya había viajado a Estados Unidos.

En 2006, el presidente Felipe Calderón lo nombró secretario de Seguridad Pública Federal. Quienes lo conocen asegura que García Luna logró que liberaran a varias personas importantes, y que eso le ayudó más tarde en su carrera profesional. En algún momento el camino se torció, y en una investigación llevada a cabo por la cadena Univisión ya se revelaron nexos cuestionables entre el acusado y un empresario que se estaría beneficiando de la guerra contra las drogas que él mismo lideraba.

El 9 de diciembre de 2019, fue arrestado en Dallas, Texas, por agentes federales estadounidenses. Ocho días después, García Luna aceptaba su traslado a la Corte del Distrito Este Nueva York enfundado en un mono naranja, esposado y sin disputar su traslado.

Esta semana seguirán pasando por el estrado testigos a los que el juez ya ha pedido que “la defensa no puede preguntar sobre actos previos de canibalismo llevados a cabo por testigos del Gobierno”. En el aire muchas cuestiones, como si escucharemos al presidente Felipe Calderón en el proceso, o porqué la DEA se dejó engañar tan fácilmente.