Sexto gobierno
Netanyahu vuelve al poder: “Espero que dejéis de rebelaros contra el Gobierno elegido”
El primer ministro (por sexta vez) se rodea de los ministros más ultras de la historia de Israel
Aunque el bloque de partidos de derecha y religiosos cosechó una contundente victoria en las elecciones de noviembre –las quintas en tres años-, Benjamin Netanyahu sudó más de lo previsto para formar coalición. Pero tras otorgar suculentas concesiones a sus socios, el “Rey Bibi” confirmó este jueves su retorno al poder en Israel, en el que supondrá su sexto mandato. Además de postergar su legado como el líder con más años dirigiendo el país (15), su vuelta estará marcada por las tres causas judiciales que afronta y por el inédito poder que ejercerán los ministros de la extrema derecha.
El pleno de toma de posesión ya auguró la tensión que se vivirá los próximos años. Al grito de “¡débil, débil”! o “país racista”, varios parlamentarios opositores fueron expulsados del Hemiciclo antes de que Netanyahu tomara la palabra. Cuando el “premier” subió al atril, les increpó: “Perder las elecciones no es el fin, sino la esencia de la democracia”. Con 64 escaños –de 120-, la coalición que lidera el Likud goza de una mayoría estable para implantar su agenda, y la única incógnita es si la coalición durará los cuatro años previstos. “Espero que dejéis de rebelaros contra el Gobierno elegido”, espetó el primer ministro entrante, refiriéndose a los eventos del Capitolio en enero de 2021.
El centrista Yair Lapid, que le devolvió el timón al veterano dirigente del Likud, reveló que “mi corazón no está tranquilo”. En su discurso de despedida, repasó los logros en la lucha contra el plan nuclear iraní y sus “proxies” regionales; los avances logrados bajo el paraguas de los Acuerdos de Abraham, con la apertura de embajadas israelíes en Emiratos Árabes Unidos (EAU), Marruecos, Bahréin, la fijación de frontera marítima con Líbano y la posible normalización con Arabia Saudí; o las continuas operaciones antiterroristas del Ejército israelí en Cisjordania. “Te transferimos el país en excelentes condiciones. Con una economía fuerte, las capacidades de seguridad mejoradas, y un buen prestigio internacional. Intenta no arruinarlo, volveremos pronto”, prometió el “premier” saliente.
El sector liberal de Israel, así como Estados Unidos y otros aliados occidentales, tiemblan ante los pactos acordados por los partidos de la coalición entrante. Preocupan especialmente los llamados a “reformar el sistema judicial”, lo que se concibe como un intento de debilitar los poderes del Tribunal Supremo y así poder sortear sus resoluciones mediante mayorías parlamentarias. Los críticos de “Bibi” le acusan de buscar la inmunidad judicial ante las causas de corrupción que lidiará mientras dirige el país. Para la extrema derecha, el alto tribunal es un órgano izquierdista que limita sus pretensiones expansionistas en Cisjordania. Por su parte, los ultraortodoxos llevan años atacando a la judicatura, ya que consideran que frena su voluntad de impulsar una mayor religiosidad en la vida civil.
En el aparato de seguridad israelí no ven con buenos ojos las autoridades transferidas a los ministros de Sionismo Religioso. Su líder, Betzalel Smotrich, combinará la cartera de finanzas con un cargo especial en el ministerio de defensa, que le permitirá supervisar la coordinación de los asuntos civiles del ejército en Cisjordania. Con ello, tendrá control político sobre la concesión de permisos de construcción en asentamientos, legalizar “colonias salvajes” –ilegales incluso bajo la ley israelí-, o demoler viviendas palestinas. Itamar Ben Gvir, conocido por sus postulados racistas anti-árabes, dirigirá la Policía como “Ministro de Seguridad Nacional”. Además, se le transfirió la autoridad sobre unidades de la policía militar, que está en primera línea de los choques con palestinos y que hasta ahora yacía bajo control del ministro de defensa. En una llamada inusual, el comandante en jefe del Ejército, Aviv Kochavi, expresó a Netanyahu su preocupación por lo que considera un proceso de politización de las Fuerzas Armadas.
Los acuerdos también prevén cambios sustanciales en la sensible relación entre religión y estado. Se tantea permitir la segregación por género en eventos públicos, restringir los criterios de elegibilidad para la inmigración judía a Israel, o mayores fondos para el sector educativo religioso. Ante la inclusión de figuras controvertidas como Avi Maoz, furibundo activista anti-LGTB que será asistente en la oficina del premier, Netanyahu garantizó recientemente que se respetarán los derechos de las minorías. En un calculado gesto, nombró a Amir Ohana, diputado homosexual del Likud, como nuevo portavoz de la Knesset.
En los accesos al parlamento, unas mil personas, incluidos parlamentarios de la oposición, se concentraron antes de la toma de posesión del Gobierno número 37 de la historia del estado judío. “Bibi y Ben Gvir están destruyendo la democracia”, clamaron los concentrados, que se comprometieron a “combatir la oscuridad”. Los protestantes ondeaban banderas nacionales, la enseña multicolor LGTB e incluso de Corea del Norte, en alusión a lo que consideran un inminente proceso de erosión de la democracia israelí.
✕
Accede a tu cuenta para comentar