Guerra nuclear
Así se gestó la construcción del “arma del apocalipsis”
El 12 de mayo del año 1951 el trigésimo tercer presidente de EE UU, Harry S. Truman, dio luz verde a la fabricación de la bomba de hidrógeno
“Los más altos cargos de los principales países de la OTAN se permiten declaraciones agresivas en contra de nuestro país. Por eso, ordeno al ministro de Defensa y al jefe del Estado Mayor poner las fuerzas de contención del Ejército ruso en régimen especial de servicio”.
Estas son las palabras que el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, pronunció el pasado 27 de febrero. Con ellas, las “fuerzas de contención rusas” quedaron en alerta... preparadas para dar una respuesta “rápida como un rayo” ante cualquier tentativa de intervención en territorio ucraniano, por parte de cualquier país de la OTAN. Pero -sobre todo- son las palabras con las que se volvía a poner sobre la palestra la amenaza de un eventual apocalipsis nuclear... un asunto que había quedado prácticamente en el olvido después del colapso de la Unión Soviética en el año 1991 y -en consecuencia- del final de la Guerra Fría. Tristemente, la cruel disputa geopolítica ha vuelto a enfrentar a dos bloques con un potencial de destrucción cuyas consecuencias son difícilmente cuantificables.
Por ahora, las tensiones se han limitado únicamente al terreno de la diplomacia. Pero si alguna de las partes pasase a las manos, se desataría una escalada de violencia que no tendría techo... literalmente. Estamos hablando de que -en caso de un conflicto nuclear- podrían lanzarse una ingente cantidad de armas de destrucción masiva, cuyo poder de devastación convertiría a la Fat Man y a la Little Boy en una insignificante travesura.
Ahora mismo están preparadas para su lanzamiento bombas que son 3.000 veces más poderosas que aquellas de 1945. Lo que ha cambiado desde entonces ha sido el desarrollo de la “bomba de fusión” o “bomba de Hidrógeno”. Por ahora, ningún país ha tenido la osadía de utilizar uno de estos artefactos. Pero Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel podrían hacerlo.
La decisión detrás del apocalipsis
La decisión que hizo que hablar de “apocalipsis” ya no fuese únicamente una figura retórica, se tomó el 12 de mayo del año 1951. Y quién la tomó fue Harry S.Truman, trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos... el mismo que dio luz verde al asesinato de cientos de miles de civiles japoneses en Hiroshima y Nagasaki.
Después de la rendición japonesa y del final de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética inició su propio programa de investigación para hacerse con una bomba atómica como las que Estados Unidos acababa de lanzar. En 1950, los soviéticos finalmente lo consiguieron: lanzaron su primera bomba de fisión.Aquello alertó al presidente estadounidense, que entendió que ya no era “el único gallo en el corral”. No podía permitirlo.
El 12 de mayo del año 1951 el presidente Truman autorizó al físico Edward Teller y al matemático Stanislaw Ulam a desarrollar la primera bomba de Hidrógeno. Aunque -en realidad- ellos no fueron la cabeza pensante de aquel proyecto. En el año 2001, el periódico “New York Times” publicó un vídeo póstumo de Edward Teller, en el que aseguraba que el primer diseño de la bomba de Hidrógeno se lo debían a Richard Garwin, un joven físico de 23 años que -por aquel entonces- estaba haciendo prácticas en el Laboratorio Nacional de Los Álamos.
De esta forma, se dio luz verde a la construcción de un artefacto explosivo basado en la fusión nuclear, en lugar de la fisión de las primeras armas de destrucción masiva. Esencialmente, lo que distingue a un dispositivo y otro, es que la explosión de una bomba de fisión se produce por la división de átomos complejos en otros más sencillos; mientras que la explosión de la bomba de fusión hace exactamente lo opuesto, es decir, combina átomos pequeños para formar otros más grandes.
Y se la conoce también con el nombre de “bomba de Hidrógeno” o “bomba H” -precisamente- porque se basan en la unión de deuterio y de tritio, que son los componentes del hidrógeno. Este proceso de unión de átomos libera mucha más energía y más partículas radiactivas. De hecho, para activar una bomba de fusión, es necesaria la explosión de una de fisión que está contenida en su interior.
Finalmente, el 1 de noviembre de 1952, una explosión cegadora iluminó el cielos del Pacífico Sur. Estados Unidos había lanzado a “Mike”, el primer dispositivo de fusión de hidrógeno y el prototipo de las bombas H más mortíferas que vendrían después de ella. Aquella explosión alcanzó una potencia de 10,4 megatones, es decir, 700 veces la potencia de la “Little Boy” que cayó sobre Hiroshima.
La fuerza del impacto fue tal, que en el centro de la explosión se alcanzaron los 15 millones de grados, que es la temperatura que se estima que tiene el núcleo del Sol, condenando la flora y la fauna local a perpetuidad. Lo más triste de todo esto es que -en realidad- la tecnología detrás de “Mike” fue muy conservadora... fue simplemente una prueba del “concepto”.
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