Racismo
¿Qué es el “Domingo Sangriento” y por qué cambió la historia de los derechos civiles en Estados Unidos?
El 7 de marzo de 1965, el activista John Lewis lideró, con trágicas consecuencias, a más de 600 manifestantes en Selma, Alabama, tras el asesinato del joven Jimmie Lee Jackson, un manifestante afroamericano que intentaba proteger a su madre que estaba siendo golpeada por la policía
Casi un siglo después de que las fuerzas confederadas depusieran las armas tras la Guerra Civil estadounidense, conocida como la Guerra de Secesión, los legados raciales de la esclavitud y la reconstrucción continuaron reverberando con fuerza en todo Alabama en 1965. Concretamente hace hoy 57 años, el 7 de marzo de 1965, cuando el activista John Lewis, de 25 años, encabezó a más de 600 manifestantes por el Edmund Pettus Bridge en Selma, Alabama. La marcha fue victima de brutales ataques policiales y las imágenes de la violencia con la que las fuerzas del orden estadounidenses aplacaron a los manifestantes conmocionaron a la nación e impulsaron la lucha contra la injusticia racial. La aprobación de la histórica Ley de Derechos Civiles de 1964 meses antes había hecho poco en algunas partes del estado para garantizar a los afroamericanos el derecho básico al voto.
Leyes “Jim Crow”
Durante el período comprendido entre 1867 y 1877, hubo una ley federal que proporcionó protección de los derechos civiles en el sur para los afroamericanos, que anteriormente habían sido esclavos. No obstante, en la década de 1870, los demócratas conservadores blancos fueron poco a poco retomando el poder en los estados del sur, a veces como consecuencia de elecciones en las cuales grupos paramilitaresintimidaban a los opositores, atacándoles e impidiéndoles votar. Tras conseguir el poder en el sur de Estados Unidos, el gobierno demócrata conservador blanco o “Redeemers”, legisló las “leyes Jim Crow” segregando a los negros de la población blanca del estado. Y quizás en ningún lugar el control de estas leyes fue más fuerte que en el condado de Dallas, Alabama, donde los afroamericanos constituían más de la mitad de la población, pero curiosamente solo representaban el 2% de los votantes registrados. Durante meses, los esfuerzos del “Comité Coordinador Estudiantil No Violento” (SNCC, por sus siglas en inglés) para registrar votantes negros en la sede del condado de Selma se vieron frustrados. En enero de 1965, Martin Luther King Jr., llegó a la ciudad y brindó el respaldo del “Consejo de Liderazgo Cristiano del Sur” (SCLC, por sus siglas en inglés) a la causa. Las manifestaciones pacíficas en Selma y las comunidades circundantes resultaron en el arresto de miles de simpatizantes del movimiento, incluido al propio Luther King, quien escribió una carta al “New York Times” donde decía: “Esto es Selma, Alabama. Hay más negros en la cárcel conmigo que los que hay en las listas de votantes”.
La muerte del joven Jimmie
Las crecientes tensiones raciales finalmente se convirtieron en un derramamiento de sangre en el pueblo cercano de Marion el 18 de febrero de 1965, cuando la policía apaleó a los manifestantes y acabó con la vida de Jimmie Lee Jackson, de 26 años, un manifestante afroamericano que intentaba proteger a su madre que estaba siendo golpeada por la policía. En respuesta, los líderes de los derechos civiles planearon llevar su causa directamente al gobernador de Alabama, George Wallace, en una marcha de más de 85 kilómetros, desde Selma hasta la capital del estado, Montgomery. Aunque Wallace ordenó a la policía estatal “usar las medidas necesarias para evitar una marcha”, aproximadamente 600 defensores del derecho al voto partieron de la iglesia “Brown Chapel AME” el domingo 7 de marzo. King, quien se había reunido con el presidente Lyndon Johnson dos días antes para hablar sobre la legislación de derechos electorales, se quedó en Atlanta con su propia congregación y planeó unirse a los manifestantes al día siguiente. Por tanto, se determinó que Hosea Williams representaría al SCLC a la cabeza de la marcha junto con Lewis, presidente del SNCC y futuro congresista estadounidense de Georgia. Los protestantes iniciaron la marcha sin ser molestados hasta que llegaron al puente que llevaba el nombre de un general confederado y reputado gran dragón del “Ku Klux Klan” de Alabama, Edmund Pettus. En ese lugar, se desató la tragedia.
Una vez que Lewis y Williams llegaron a la cima del puente, vieron un muro de policías, con cascos blancos y garrotes en las manos, que se extendía a lo largo de la ruta 80 en la base del puente. Detrás de ellos se encontraban los ayudantes del alguacil del condado Jim Clark, algunos a caballo, y docenas de simpatizantes ondeando banderas confederadas, lo que anticipaba el cruel enfrentamiento. Sabiendo lo que les esperaba, los manifestantes avanzaron en una delgada columna por la acera del puente hasta que se detuvieron a unos 15 metros de distancia de las autoridades. “Sería perjudicial para su seguridad continuar esta marcha”, gritó el mayor John Cloud desde su megáfono. “Esta es una reunión ilegal. Tenéis que dispersaros, se os ha ordenado que os disperséis. Ir a casa o ir a vuestra iglesia. Esta marcha no continuará”.
Williams y Lewis se mantuvieron firmes al frente de la fila y, tras unos momentos de tensión, los miembros de la policía, con máscaras antigás y garrotes, avanzaron. Lo que hizo que los 600 manifestantes retrocedieran. En ese momento las fuerzas del orden derribaron a los manifestantes y los golpearon con palos. Nubes de gases lacrimógenos se mezclaron con los gritos de los aterrorizados manifestantes y el clamor de los transeúntes afines a las políticas segregacionistas. Por otro lado, los agentes a caballo se adelantaron y persiguieron a los hombres, mujeres y niños que huían aterrorizados por el puente mientras blandían garrotes, látigos y tubos de goma envueltos en alambre de espino. Aunque obligados a retroceder, los manifestantes no se defendieron.
Las consecuencias
Por su parte, las cámaras de televisión captaron todo el asalto y transformaron la protesta local en un evento nacional que revolucionaría los derechos civiles. La película tardó varias horas en volar desde Alabama hasta la sede de la cadena de televisión “ABC” en Nueva York, pero cuando se transmitió esa noche, los estadounidenses quedaron horrorizados ante las imágenes y los sonidos del ya conocido como “Domingo Sangriento”.
Tras las horripilantes escenas captadas, la indignación por el “Domingo Sangriento” se extendió por todo el país. Los simpatizantes organizaron sentadas, bloqueos de tráfico y manifestaciones en solidaridad con los protestantes heridos. Algunos incluso viajaron a Selma donde, dos días después, King intentó otra marcha aunque tuvo que recular cuando los soldados bloquearon nuevamente la carretera en el puente Edmund Pettus. Finalmente, tras una orden del tribunal federal que permitía la protesta, los manifestantes por el derecho al voto partieron de Selma el 21 de marzo bajo la protección de la Guardia Nacional. Cuatro días después, llegaron a Montgomery, siendo alrededor de 25.000 manifestantes los que llegaron a las escaleras del capitolio. Los eventos en Selma escandalizaron a la opinión pública, lo que presionó al Congreso para que aprobara la Ley de Derecho al Voto, que el presidente Johnson promulgó el 6 de agosto de 1965.
✕
Accede a tu cuenta para comentar