Líbano
La lucha contra el coronavirus como propaganda militar de Hizbulá
“Gestionar crisis y gestionar guerras no es tan diferente”. La milicia chií exhibe músculo sanitario
Hizbulá ha hecho suya la lucha contra el coronavirus en sus feudos de Líbano y exhibe su músculo socio-militar con un ejército de voluntarios de la defensa civil, médicos, y más personal sanitario. El movimiento armado chií libanés ha emulado la propaganda de su aliado iraní con carteles militares que en lugar de tropas y material bélico muestra el número de equipos y material sanitario que tienen para “proteger” a los vecinos de sus barrios. Pero tanto en Irán como en Líbano y Siria, donde los grupos armados tienen más poder que el gobierno, hay sospechas de que las cifras oficiales sean aproximadas al número de contagios y muertes por Covid-19.
El movimiento chií de resistencia armada tiene desplegado “1.500 médicos, 3.000 enfermeras y paramédicos, y 20.000 voluntarios”, declaró recientemente a la televisión Al Manar, altavoz de Hizbulá, Sayed Hashem Safiedine, jefe del consejo ejecutivo de Hizbulá. Además, la milicia ha asignado 3.500 millones de libras libanesas (unos 2,3 millones de dólares, al cambio oficial) para ayudar a combatir la propagación del coronavirus.
“Gestionar crisis y gestionar guerras no es tan diferente”, exclamó Safiedine.
En los medios de comunicación afines al grupo paramilitar destacan titulares y fotografías sobre el trabajo de los equipos de defensa civil de Hizbulá desinfectando mezquitas, y las calles principales de los barrios de los suburbios del sur de Beirut, Dahiyeh. Sin embargo, cuando uno tiene la oportunidad de visitar Dahiyeh en un “tour” para la prensa, la realidad ensombrece la noticia.
Es como si el coronavirus no fuera con los vecinos. En algunas de las calles, fuera del circuito oficial, la gente va sin mascarillas ni guantes, muchos negocios están abiertos, y los vendedores ambulantes de frutas y verduras exhiben sus productos al aire libre y todo el mundo los toquetea. Y, sin embargo, solo hay 23 contagios confirmados y ni un solo muerto, en una de las áreas más aglomeradas de Beirut, confirmó a la prensa Husein Fadallah, responsable de Hizbulá para el distrito de Beirut.
Antes de la rueda de prensa, en el Centro de Salud Comunitario de la gobernación de Burj Al Barajneh, se instalaron unas carpas para que a los periodistas se les tomara la temperatura por si tenían fiebre, como medida preventiva, además de repartir a cada uno una máscara para protegerse toda la cara. La misma máscara que llevan sus voluntarios que en lugar de llevar rotulado “Press”, está el símbolo del brazo alzado empuñando un kalashnikov de Hizbulá.
Resultó que algunos de los termómetros estaban estropeados y más de un periodista, en el que se incluye esta servidora, se pegó un buen susto, porque marcaba 39 grados, pero ninguno habíamos manifestado síntomas de encontrarnos mal.
Después de la visita al centro de Salud, una hilera de relucientes ambulancias y un ejército de voluntarios de la “Defensa Civil” nos recibió, exhibiendo lo bien capacitada que está la milicia proiraní para combatir la epidemia. Erguidos, altivos, enfundados en sus trajes, los voluntarios aguardaban con las respuestas ensayadas y preparadas.
Ahmad, chií de 31 años, lleva cuatro años trabajando como voluntario.
“Queremos mostrar que siempre estamos listos y que apoyamos al Gobierno libanés en esta guerra contra el Covid-19”, explicó a LA RAZÓN, mientras unas gotas de sudor se le colaban debajo del traje y las gafas.
“No tenemos miedo porque esto no es nada nuevo. Siempre estamos afrontando el peligro. En la guerra y aquí, siempre se ha de estar preparado”, exclamó en tono de arenga.
La existencia de una estructura de salud paralela que se ocupa de sus propias víctimas es preocupante, ya que Gobierno no tiene acceso a los datos de estos pacientes. Desde que se diagnosticó el primer caso el 20 de febrero, una mujer que había viajado a Irán y dio positivo, las autoridades libanesas han ido poco a poco endureciendo las medidas preventivas.
Durante los primeros días que el Gobierno anunció que iba a prohibir los vuelos y pasajeros provenientes de China, Irán, España e Italia, principalmente, y después cerró el aeropuerto para todos los vuelos comerciales, los pasajeros procedentes de Irán entraron, literalmente, por la puerta trasera, y los casos sospechosos fueron redirigidos a los hospitales que gestiona Hizbulá, porque es su deber religioso, y sin aportar información adicional al ejecutivo libanés.
En Beirut, la milicia chií tiene un hospital de vanguardia para trata a sus propios pacientes contagiados de covid-19, la mayoría procedentes de Irán, y la información de lo que ocurre dentro de las puertas de este hospital es confidencial. Otro dato a destacar es que el Ministerio de Salud está bajo la dirección de Hizbulá, lo que indica la opacidad a la hora de documentar el numero real de casos.
Durante las últimas semanas, Hizbulá ha puesto en cuarentena áreas en muchas ciudades del sur del país y ha distribuido alimentos y agua para aquellas personas sospechosas de haber contraído el virus, afirmó a LA RAZÓN una fuente anónima de la FINUL, los cascos azules desplegados en el sur de Líbano. “Los vecindarios están siendo vigilados por miembros del partido”, agregó la fuente.
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