Nueva York
Los secretos de estilo de Valeria Mazza
Compartió pasarela con las «tops» más prestigiosas de los noventa, entre ellas, Naomi Campbell, Cindy Crawford, Claudia Schiffer, Linda Evangelista y Elle McPherson. Hoy, a sus 36 años, mujer, esposa, madre y modelo, desvela a LA RAZÓN los secretos de belleza, que atesora en su libro «¡Qué me pongo!» (Planeta), de inminente publicación en nuestro país. -Cuando una modelo deja de ser modelo, ¿cómo se gana el pan? -Las demás, no lo sé. Mi trabajo consiste en ser Valeria Mazza. -Amén de ser imagen de distintas marcas y tener su propia línea de cosméticos, le quedan fuerzas para escribir semanalmente en el diario argentino «Clarín»... -Al principio, pensaba que se me iban a agotar los temas, pero han pasado cinco años y hay mucho que contar. Practico la «autoayuda de la belleza». -Y todas gritamos lo mismo: «¡Qué me pongo!»... -Decidí escribir un libro con ese grito que lanzamos cuando nos miramos al espejo. Todas tenemos el mismo problema. Este manual busca que esa «angustia» se menos dolorosa. -¿Se trata de un «manual de rescate» para las indecisas, las que no tenemos gusto, las daltónicas....? -(Risas) Muestro lo que he aprendido por esas pasarelas de Dios: los «básicos» que nos salvan la vida, cómo hacer una maleta, cómo peinarse y maquillarse para cada ocasión, qué hacer para estar sana y en forma, recetas estéticas para embarazadas... Y una de las cosas más importantes: cómo ordenar el armario. A veces, no es que no tengamos ropa, es que no la encontramos, porque no la vemos. Sugiero tener en un lugar la ropa para trabajar, la ropa de fiesta en otro, guardar la de temporada y los abrigos, fuera del vestidor... En fin, trucos. -En este libro, se arropa, además, con las firmas de famosos... -Pensé que podía pedir consejos a mis amigos y así dar algo más a las lectoras. El prólogo es de Armani, pero también colaboran Donatella Versace, Custo Barcelona, Carolina Herrera, Cavalli, Julio Bocca, las editoras de «Vogue» y «Vanity Fair»... Incluso Antonio Banderas asesora a las lectoras sobre perfumes. -¿Qué es lo que no debemos hacer nunca a la hora de vestirnos? -Cada cuerpo es distinto y sólo un secreto nos sirve a todas: no perder la personalidad y adaptar la moda a nuestra complexión y edad. -¿Qué prenda utiliza más? -Los vaqueros. También, las camisas blancas, ya sean de vestir o de «sport». Hasta los 35 años, usaba a diario camisetas, pero a partir de esa edad ya no me parece tan correcto. -¿Qué no se pondría bajo ningún concepto? -Me parece una aberración vestir con dos tallas menos, ir apretada hasta parecer que vas envasada al vacío. Si engordamos, debemos adaptar el ropero a nuestra nueva complexión, si no haremos el ridículo. Tampoco me sientan bien los pantalones cortitos, ni los «leggins»... Lo mío no es lucir las piernas. Hay que aprender a aceptarse y rescatar lo positivo. Las mujeres caemos siempre en los aspectos negativos, es una tortura permanente. -Para impactar en una fiesta, ¿cuál es su apuesta? -Si es por la noche, un rojo Valentino. Si es de día, pensaría en un Bluemarine y en un Cavalli. -Dígame un truco para ir siempre estupenda, más allá del color negro. -No le quitemos mérito al negro, porque nos tapa las imperfecciones, es fácil de combinar y resulta una apuesta elegante. Aconsejaría complementarlo arriesgando en color y forma con los zapatos y el bolso; aderezarlo con un chal, elegir bisutería o joyas adecuadas para cada ocasión... ¡Con el mismo vestido podemos lucir diferentes estilismos! Pero hay más tonos polivalentes, entre ellos, la gama de neutros, como el gris, el azul, los tierra y los chocolate. Lo más importante es que cada mujer sepa realzar su punto fuerte. Si tienes una cintura estrecha, aprovéchala. Si tienes un bonito busto, utiliza el corte princesa. Y si tus piernas son largas y esbeltas, luce faldas de vértigo. -¿Cuáles son las prendas indispensables para un fondo de armario? -Deben ser pocas, y de muy buena calidad, para que nos duren mucho tiempo. Por ejemplo, un buen traje de chaqueta -negro o camel-, un vestido negro, varias camisas blancas, un «blazer» recto, un pantalón de corte masculino, un «trench», un vestido de escote en «V» y dos buenos pares de zapatos. A partir de ahí, podemos arriesgar con ropa barata, de temporada. Por cierto, si un color es tendencia, pero no nos sienta bien, podemos adaptarlo a los complementos. -¿Qué tenían las «top» de los noventa para haber prolongado su presencia en el mundo de la moda? -No es por magnificar el pasado, pero fue una época dorada. Me excluyo para decir que ni eran demasiado aniñadas, ni demasiado delgadas. Luego, se pasó de la espectacularidad a la androginia, que me parece abominable. -¿Hay algo que eche de menos de aquella época? -No es exactamente echar de menos, pero recuerdo cuando vivía en Nueva York y me fascinaba cruzarme con los Rolling Stones en el Soho. Autógrafos, campañas, viajes, desfiles... Fue una experiencia, pero no puedo olvidar que también sufría mucha soledad.
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