Londres
Don Felipe insta ante el Príncipe Carlos a «avanzar en la solución» de Gibraltar
Pide a las autoridades de ambos países una salida al contencioso «pendiente»
La visita del Príncipe Carlos y su esposa, la Duquesa de Cornualles, requería un equilibrio protocolario plagado de detalles hacia una casa real de la importancia de la británica pero que no estaba representada por su principal miembro. Ese equilibrio en el protocolo se trasladó a los discursos, ajustados al nivel de relaciones bilaterales de ambos países, basadas en la larga amistad (España fue el primer país en tener embajador fijo en Londres, en 1485) y en un intercambio comercial muy significativo (en 2009, las exportaciones de España a Reino Unido superaron 21 mil millones de euros).
Pero entre ambas naciones hay una espina clavada, una discusión que no termina de resolverse: Gibraltar. Y el Príncipe de Asturias no quiso esquivarlo. Tras una intervención en la que destacó no sólo los lazos diplomáticos y comerciales antes citados, sino los familiares que unen a ambos herederos (la reina Victoria de Inglaterra era la tatarabuela de los padres de ambos), el Príncipe abordó el espinoso asunto al término de su discurso. Con el ánimo de «ahondar en nuestra común voluntad de contribuir» a ampliar el «entendimiento y colaboración», Don Felipe instó a «nuestras autoridades» a que «avancen en la solución del contencioso histórico bilateral que aún sigue pendiente». Más allá de este punto, el Príncipe apostó por explorar «nuevos ámbitos de colaboración en estos tiempos de crisis y desafíos, pero también de oportunidades» como la lucha contra el cambio climático, el desarrollo sostenible y la protección del medio rural y marino, así como la «promoción de la formación y de oportunidades para nuestros jóvenes».
En su réplica, el Príncipe Carlos no hizo alusión alguna a la colonia británica pero sí se atrevió con el español, para dedicar unas cariñosas palabras a sus anfitriones, los Príncipes de Asturias. Como anécdota, el heredero de la corona británica aseguró que «un desayuno británico estaría incompleto sin un bote de mermelada de naranja de Sevilla».
A la cena asistieron dos ministras (Trinidad Jiménez y Cristina Garmendia); la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón; el jefe de Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez; el presidente de la comisión de Exteriores del Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, y personalidades como la Duquesa de Alba y su hijo, el Duque de Aliaga; presidentes de compañías con importante presencia en Reino Unido y cantantes como Estrella Morente. Entre los invitados también se encontraba el que será su anfitrión en el fin de semana privado que pasarán en Illora, Granada, sir Arthur Welleslley, Duque de Ciudad Rodrigo e hijo del Duque de Wellington.
En ese equilibrio protocolario que ha marcado la visita, por la mañana el Príncipe Carlos y la Duquesa de Cornualles llegaron al Palacio de El Pardo a bordo de un Mercedes y no del habitual Rolls Royce de época con que acuden los jefes de Estado. Pese a las veintiuna salvas, el desfile de la compañía de honores fue más corto que con los jefes de Estado, sin unidades motorizadas, caballería ni artillería. La tribuna desde la que siguieron el desfile también era más baja que en otras ocasiones.
Por la noche, Don Felipe y Doña Letizia recibieron a sus invitados en la Sala Theniers, como hacen los Reyes en las cenas de gala, pero el besamanos fue en la saleta Gasparini del Palacio Real y no en el salón del Trono. Los 126 invitados cenaron en el Salón de Columnas y no en el comedor de gala como en las cenas que preside Don Juan Carlos. Es la primera cena de gala que preside el Príncipe, a excepción de la de los jefes de Estado europeos y latinoamericanos que asistían a una cumbre en Madrid, por la convalecencia del Rey tras su operación.
Albaricoque, «very good»
No constaba en la agenda oficial el recorrido que el Príncipe de Gales y su esposa Camilla harían por el madrileño Mercado de San Miguel y, sin embargo, ayer derrocharon amabilidad y gestos de cercanía, poco usuales en la pareja. Visitaron varios puestos ante las decenas de curiosos que se amontonaron alrededor de ellos. Y, aunque el Príncipe Carlos rechazó una degustación de jamón serrano, sí aceptó probar una crema de yogur con albaricoque que calificó con un «very good». El premio al espontáneo de la jornada fue para un niño que llevaba la camiseta de la Selección española y que se quedó alucinado cuando Carlos y Camilla le hablaron. Ya durante la cena en el Palacio Real, pasaron de la comida del mercado al menú delicatessen de palacio: menestra de alcachofas, judías verdes y guisantes con jamón ibérico y un plato de merluza a la vinagreta templada con pasta integral y hojaldre de frutas.
Anecdotario de una jornada
El Príncipe de Gales y su esposa, tras reunirse con un grupo de empresarios españoles en la sede de la Comunidad de Madrid, salieron paseando por las calles del centro hasta la Plaza Mayor y el Mercado de San Miguel, provocando la curiosidad de madrileños y turistas. El Príncipe probó alguna de las delicias que le ofrecían.
Esperanza Aguirre, presente en tres actos de la jornada de ayer, lució en todo momento en su pecho la condecoración de Dama Comandante del Imperio Británico. El Príncipe Carlos se interesó por ella nada más verlo. Un detalle de los llamativos zapatos de la Duquesa de Alba durante la cena de gala en el Palacio Real.
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