India
Emma Ozores: «No me veo tan buena soy normal de la marca Ozores»
Actuó en «¡Qué gozada de divorcio!», que LA RAZÓN regala el próximo viernes
Nos hemos reído mucho durante toda la entrevista, que conste. En Emma Ozores no hay nada impostado; su gracia salta fresca, espontánea, sin artificios, como su ingenuidad. Tenía 15 años y aún iba a las monjas cuando hizo un pequeño papel en «Qué gozada de divorcio», la película que dirigió su tío Mariano Ozores y que este periódico regala el próximo viernes.
-Trabajaba—me cuenta—con mi padre y con mi tío, así que el ambiente no podía ser más familiar. Más que hacer cine, estaba jugando. Yo me reía mucho con mi tío y con mi padre. Con mi padre me he reído siempre.
-Dirían que la contrataban por ser de la familia...
-Y era verdad. Luego, ya me contrataron otros que no eran familiares.
-En el filme, Pajares, que está separado, un día recibe a su ex para que le firme los papeles del divorcio y resulta que decide volver con ella...
-Eso no es raro, incluso hay casos en los que se vuelven a casar después de divorciarse. Cada pareja es un mundo. Hay hombres que desean con más fuerza lo que han perdido que lo que tienen.
-No sé si el divorcio le parece un buen invento...
-Es mucho mejor que el «ahí te quedas», que antes se llevaba tanto. Hace años las parejas se aguantaban más. Ahora no aguantan nada. Quizá no sea bueno aguantar. El divorcio es un gran invento. Habría que celebrar el Día Mundial del Divorcio. Sería una fiesta de la que saldrían muchas bodas...
(Emma tiene los ojos reidores y muy abiertos, como si llevara toda la vida sorprendida por lo que ve. Ojos redondos de niña grande. Siempre la he visto como una niña grande. Me dice que ha tenido muchos novios y que ha terminado siempre muy educadamente con ellos. «A los ex les quiero mucho de lejos». Los 80 eran, para Emma, mejores que este tiempo que vivimos, en el que echa en falta sobre todo los valores: la honradez, el reconocimiento del talento... «No puede ser que Belén Esteban gane una fortuna y muchos buenos médicos y científicos, muy poco; algo falla». Quiso ser pequeña mucho tiempo, «porque se pasa muy bien; de mayor hay que hacer muchos recados; tengo alquilado el teatro Arlequín, y no paro de hacer recados»).
-Todo el mundo coincide en que es una muy buena chica...
-Yo no me veo tan buena. Soy normal, de la marca Ozores: procuramos ser buenas personas y nos tomamos la vida con sentido del humor. He sido pequeña hasta hace muy poco. Jugaba con mi padre, que inventaba juegos para mí. Ahora ya no está él y sólo juego en el escenario. El apellido no me ayudó ni me perjudicó. Me sirvió al principio para darme a conocer; luego fui haciéndome poco a poco.
-Familia de cómicos de los que fueron en el carro de la farándula y luego, en el tren, en tercera...
-Mi padre me contaba muchas historias sobre eso, de cuando él iba con sus abuelos, viajando como titiriteros, durmiendo en pensiones de mala muerte.
-Predestinada a ser actriz...
-Creo que sí. Yo me hice actriz por la admiración que sentía por mi padre. Si él hubiera sido taxista, yo ahora andaría con un taxi por ahí. La verdad es que también me hubiera gustado ser una buena cantante de ópera, y una buena fontanera y electricista. Hago las chapuzas habituales.
(Otra cosa que no le gusta nada: que a los buenos los consideren tontos. «Los que no me conocen se equivocan; tengo mucho carácter». No le gusta la política. «Soy de los que de verdad quieren mejorar la vida de los otros, y ahí pueden entrar igual izquierdas y derechas». Colabora con la ONG Vicente Ferrer. «Conocí al padre Ferrer en la India, en un viaje que hice con Concha Cuetos, el viaje más importante de mi vida; era un ser increíble, un santo». Le gustaría una escena romántica con Daniel Craig: «Me gustan los cachas, pero se van con morenas bajitas; las rubias no tenemos nada que hacer». Cree que si fuera guapísima sería aburrida, «porque estaría muy pendiente de mí». En realidad, busca en los hombres la belleza interior; eso dice).
-En el teatro hace obras de su padre: como «El último que apague la luz» y ahora, también en el Arlequín, «Mírate al espejo»...
-Y tengo más obras de mi papá. Me gustaría estrenarlas todas. Cuando terminemos en el Arlequín saldremos de gira con «Mírate al espejo».
-¿Cómo se ve cuando se mira al espejo?
-Normal y corriente. No llevo mal cumplir años; peor no cumplirlos, como es obvio. Ahora empiezo a cuidarme para envejecer bien. Quiero ser una viejita pintada y elegante. Y que no dé ni golpe.
-Le gusta comer guarrerías...
-Soy adicta a las gominolas y al chocolate.
-Y a las comidas de su padre...
-Sí, lo malo es que se le iba la mano en las cantidades y le salía cocido para todo el bloque; luego comíamos toda la semana garbanzos fritos, garbanzos con tomate, puré de garbanzos...Nos reíamos mucho.
(Nunca me reí tanto como con Antonio Ozores en aquellas noches burbujeantes de cabarets. Emma, que lo hacía todo por él, lo sabe).
A la sombra de la ley
En 1981 se aprobó la Ley del Divorcio en España. Ese mismo año el cineasta Mariano Ozores demostró, una vez más, sus reflejos y llevó a la gran pantalla su interpretación, hilarante y particular como no podía ser de otra manera, de las consecuencias de semejante aprobación. La pequeña Emma no tenía entonces la popularidad suficiente como para aparecer en el cartel, y menos cuando el reparto contaba con superestrellas de aquel momento como su padre, Antonio Ozores, Juanito Navarro y Andrés Pajares, en plena cumbre de su carrera. No faltan alicientes por tanto.
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