Londres
Thyssen recibe el Garbanzo de Plata por Jesús MARIÑAS
No se anduvieron por las ramas equiparando a la baronesa Thyssen con la «La Chata» y la jocosa Duquesa de Alba, que siempre tiene una risa romántica, encendida. Son un perenne ejemplo de aristocracia castiza, de amantes extraordinarias y de una proximidad ovacionada. Ayer, la baronesa Thyssen recibió el Premio Garbanzo de Plata, uno de los galardones de la peña periodística que celebró su cincuenta aniversario disfrutando de un cocido en el ya casi exótico restaurante Torres Bermejas, aledaño a la Gran Vía. Es un trozo del viejo Madrid que se resiste a morir.
Tita llegó cuarenta y cinco minutos tarde e hizo esperar la «garbanzada» del colectivo, que ya en 1993 entregó la misma distinción a su marido, entonces propulsor de lo que hoy es el Museo Thyssen. El trabajo de Tita al frente de la pinacoteca no dejó de resaltarlo Margaret Thatcher en sus memorias, en las que encomia al ardor patrio de la barcelonesa defensora de sus cuadros para España frente al tira y afloja que mantenía con Londres. En la entrega de premios falló el último galardonado con el Garbanzo, Gallardón, porque quizá sus sueños ya son más internacionales que locales.
El garbanzo es castizo y «potajero». De ahí que Carmen Cervera tomase dos platos: «Sírvame un poco más, por favor», pidió ante la casi envidia de Laura Valenzuela, fiel a sus trilladas chaquetas rojas como de Policía Montada del Canadá. En el almuerzo también estaba Aurelio Manzano, quien asegura que no volverá a interferir entre Belén Esteban y su marido Fran. Parece que están de nuevo a la gresca. «Les une una pasión masoquista y no volveré a citarlos hasta que se separen oficialmente y yo lo vea», aseguró el periodista venezolano. Por su parte, Mamen Cornejo comentó que «en el Reina Victoria no funcionó bien "Crimen perfecto"», algo que se entiende porque era más un jeroglífico que el modélico thriller de Grace Kelly y Ray Milland.
Maria Eulalia del Manzano, vestida con cálidos zorros de un malva rosado que completaba con una fila de perlas, fue un buen contraste a las tres gordas esmeraldas que Tita llevaba por gargantilla. Mientras, Javier Montini describía su renuncia a presidir el jurado de Miss España: «Lo hice la víspera del concurso, cuando pedí la composición de votantes y no supieron dármela. Olí alguna irregularidad y preferí dejarlo», aseguró tras muchos años en ese cometido. Lamenta haber perjudicado a alguien, igual que Raquel Revuelta, a quien en un principio ofrecieron la organización del evento «y al imponer condiciones no volvieron a decirme nada. Extraño», sobre todo cuando la capital andaluza cobijó el certamen este domingo y la modelo elige Miss Sevilla el 22 de diciembre. Apoyado en una dorada columna, también se lamentaba Guillermo Solana, programador del Thyssen, dolido porque «Rato nos haya quitado el patrocinio de Caja Madrid».
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