Mal momento
Las "vacas flacas" pasan factura a Ortega Cano
El diestro pasa por problemás económicos que han hecho mella en su estado anímico, cuentan a LA RAZÓN
Desde su ruptura matrimonial con Ana María Aldón en 2022, José Ortega Cano no levanta cabeza. Se separó enamorado, abandonado por la madre de su hijo pequeño, tras diez años de unión. En estos dos años de soledad sentimental tan solo se le ha relacionado con la cantaora Isabel Luna, pero esta desmintió a LA RAZÓN rotundamente que hubiera entre ellos algo más que una simple amistad.
El torero lleva una vida muy discreta, prácticamente solo asiste a actos relacionados con el mundo taurino, como es este mes a las corridas de la Feria de San Isidro, pero ni el apoyo de sus amigos consigue borrar de su rostro el semblante serio y cabizbajo que refleja que sus problemas vitales van más allá del desengaño amoroso.
Uno de sus vecinos de Fuente del Fresno cuenta a quien esto escribe que «hace tiempo que le vemos pasear con su perro o montar en bicicleta con su hijo con la mirada perdida y el rostro con muestras de preocupación. Ha perdido la sonrisa y en los dos últimos años se relaciona muy poco con el vecindario. Lo debe estar pasando mal…».
Todo cuadra. Hace unos días se publicaba en la revista «Lecturas» que el diestro pasa por serios problemas económicos a raíz del fracaso de todos los negocios que ha montado, desde un restaurante en Benidorm, pasando por una residencia canina o la tienda que le montó a su hija Gloria Camila en Sevilla. Esos reveses han mermado notablemente su cuenta corriente, lo que presuntamente le habría llevado, incluso, a tener problemas para hacer frente al pago de los mil doscientos euros de pensión alimenticia de su hijo. Ya lo desveló Ana María en el programa de televisión «Fiesta» dejando al descubierto la situación dineraria de su exmarido. La diseñadora fue tajante: «Habrá que tomar cartas en el asunto. Hay que cumplir con todas las obligaciones y a veces no se cumplen. Está todo en cauce y en vía de solucionarse. Cada uno tiene sus obligaciones, yo cumplo las mías y los demás deben hacerlo con las suyas».
Por el momento, sigue siendo dueño del chalet en el que vive, de un ático en Costa Ballena y tres locales comerciales.
En el entorno más cercano de Ortega todos se encuentran al tanto de sus dificultades económicas. J.M. le conoce desde hace décadas y advierte que «José está muy preocupado por la falta de liquidez. Pasa por momentos difíciles y, aunque no le gusta hablar de ello, parece ser que tiene varios embargos…».
Tal y como se ha publicado, el chalet del torero llevaría recibiendo notificaciones de embargo desde hace tres años, con unas deudas superiores a los cien mil euros, una de cincuenta y tres mil con el ayuntamiento de su zona, otra de sesenta y dos mil por un tema relacionado con asuntos taurinos, y una tercera contraída por una persona a la que Ortega avaló en un préstamo impagado.
Además, desde 2016 no presenta el balance de dos de sus empresas, y un año más tarde ocurrió lo mismo con la tercera, lo que significaría que, si hubiera ingresos, serían mínimos. Igualmente, también ha visto la luz que en sus últimas cuentas públicas figuran deudas superiores a los novecientos mil euros.
Continúa al frente de Chipigena S.L., con la que controla sus explotaciones agropecuarias en Sevilla desde 1995, o en Estructuras Rocasur, que está centrada en la construcción de edificios residenciales, y también aparece a su nombre Autos Capricornio S.L., cuya actividad es la venta de vehículos terrestres, aunque al por menor. Por otro lado, está Barsema, a través de la cual tiene como objetivo las actividades taurinas y recreativas en el municipio madrileño de San Sebastián de los Reyes. Eso sí, los últimos informes presentados no fueron positivos ni para él ni tampoco para su economía. Y parece ser que todas esas empresas están «inactivas».
Volver a los ruedos con setenta años, aunque haya sido en dos simples festivales, con la excusa de que celebra con esta decisión su medio siglo en el mundo taurino, no se debería a un gesto emotivo, sino a la intención de encontrar nuevos recursos monetarios que alivien su precaria situación económica. Esos serios problemas han afectado de tal forma al estado psicológico de Ortega que su carácter ha experimentado un cambio radical. Lo demostró hace unos días al enfrentarse en la calle a unos reporteros que le preguntaban por sus dificultades monetarias: «Preocúpense de su vida, que yo me preocuparé de la mía. Idos a tomar por culo», espetó antes de dar un manotazo al micrófono de uno de los periodistas. Para más inri, al cuestionarle el mal estado de su economía, respondió con un rotundo «No sé de qué me habláis».
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