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Ay, esas obsesiones perversas
Ayuso ha reconocido la obsesión de Sánchez con ella: "Ha perdido los papeles conmigo".

Ayuso ha confesado refiriéndose a la obsesión que el Apolo de la Moncloa siente por ella: "Sí, está claro que hay una obsesión personal. Me cuentan que en Moncloa va dando portazos, gritos y patadas. Ha perdido los papeles conmigo. Todo el mundo ve que es una obsesión. Da igual dónde viaje, da igual dónde se encuentre. Todo el día está soñando con Ayuso. Se lo tiene que mirar". Creía que aquella etapa en la que el Apolo iba cantando por los pasillos de la Moncloa el bolero "Obsesión" ya había pasado, pero no. Parece que lo sigue entonando, acompañado al arpa por Bolaños: "Yo estoy obsesionado contigo/ y el mundo es testigo de mi frenesí/ y por más que se oponga el destino/ serás para mí".
Dice la RAE de obsesión: "Perturbación anímica producida por una idea fija". O sea, que Él es un perturbado, según Ayuso, con el agravante de que además anda por la Moncloa dando gritos, patadas y portazos. Necesita tratarse con Prozac, Luvox o Paxil, así que ya sabe Ayuso que puede regalarle por Navidad: todo ese surtido farmacéutico en una cesta de fruta antes de que la perturbación se transforme en TOC, que ya requiere antipsicóticos. Quizá esa obsesión del presi sea comparable al odio obsesivo que Marlaska siente hacia el coronel Pérez de los Cobos, quien no ha llegado a general porque el ministro se pasó por la entrepierna hasta tres sentencias del Tribunal Supremo. Para un ministro/magistrado, no acatar las decisiones del Supremo debe de suponer vivir una segunda juventud, una deliciosa rebeldía tardía. Y luego están las obsesiones/rebote: La Yoli se obsesionó con Irene Montero y pidió su dimisión a gritos, y ahora la Montero está obsesionada con la Yoli, calificándola como "el mayor error político que cometió Podemos".
Joder, qué tropa, Romanones.
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