Juego de sillas en la moda: Balenciaga se queda huérfana

Que la firma italiana Gucci no está en su mejor momento ya lo teníamos claro. La poca paciencia que el grupo Kering, propietario de la firma, tuvo con Sabato di Sarno, el hombre llamado a sustituir a Alessandro Michele al frente de la casa, ya hizo saltar las alarmas. Menos de dos años duró el italiano dirigiendo la estrella de uno de los conglomerados más importantes de la moda, pero nadie se esperaba el giro de timón que la compañía ha decidido dar esta semana.

El lujo no se encuentra actualmente en su mejor momento. Las grandes compañías no crecen y eso ha provocado un «juego de tronos» en el sector que, para muchos expertos, ha perjudicado incluso a la creatividad de las «maisons». La salida de Pierpaolo Piccioli de Valentino (al que sustituyeron por Michele), la de Virginie Viard de Chanel o la última de esta semana, la de Donatella Versace de la firma que consolidó tras el fallecimiento de su hermano Gianni en 1997, dan buena cuenta del nerviosismo que parece imperar en los mercados.

La solución que están tomando muchas casas, además, es apostar por nombres desconocidos para intentar refrescar las líneas de producto (y posiblemente abaratar presupuestos). Chanel lo hizo con Matthieu Blazy y Versace con Dario Vitale. Hace unos años a Loewe con Jonathan Anderson le salió a las mil maravillas. De hecho, tan bien le ha ido la cosa con esa apuesta que ahora el norirlandés es uno de los grandes candidatos a sustituir a Maria Grazia Chiuri al frente de Dior. Ambas compañías pertenecen al mismo grupo, LVMH, y, aunque el rumor de su salida de la casa parisina lleva rondando varios años y todavía no ha sucedido nada, nadie lo descarta, sobre todo tras ver rodar la cabeza de Donatella, confirmando otro rumor que llevaba dos años por los mentideros, más tras la venta de la compañía a Capri Holdings, la compañía de Michael Kors.

Demna Gvasalia, el elegido

En el caso de Gucci, tras apostar por el desconocido Sabato di Sarno, han optado por un cambio de dirección que nadie se esperaba y que, además, va a desencadenar más movimientos. El elegido para dirigir la casa italiana más importante del mundo de la moda es Demna Gvasalia, hasta ahora director creativo de Balenciaga. Ambas firmas pertenecen al grupo Kering (propiedad de François Pinault, marido de Salma Hayek), por lo que el fichaje ha debido de consistir en una renegociación del contrato.

Sacó la firma a la calle

Gvasalia se hizo conocido hace años al liderar la controvertida firma Vetements, que fascinó a los parisinos con propuestas tan locas como convertir el uniforme de DHL en una prenda de culto y tendencia, y vender los polos por 590 euros. Al frente de Balenciaga refrescó la firma y la acercó a los más jóvenes. ¿El resultado? Mientras unos ponían el grito en el cielo, sus deportivas y camisetas con el logotipo se vendían como churros en todo el mundo.

Él fue quien lideró el regreso de la «maison» a la alta costura, con unas colecciones de gran éxito donde se veía una actualización clara del ADN del modista vasco. Ahora le toca ponerse al frente de Gucci, una firma donde los números pesan más que el impacto mediático. Y, por ahora, la cosa pinta mal. Las acciones de Kering perdieron un 12% de su valor al conocer la noticia, lo que pone el cronómetro en marcha para saber si durará mucho al frente y deja una pregunta en el aire: ¿quién liderará Balenciaga ahora?

El mejor embajador

La figura de Balenciaga ha sido reivindicada por España como uno de sus mejores embajadores y, en marzo, el Palazzo Morando acogió «Balenciaga: Shoes from Spain Tribute», la primera muestra dedicada a él en la ciudad italiana.

El éxito fue brutal. Miles de personas hicieron cola para contemplar los 25 diseños que se exhibieron junto a otros tantos zapatos realizados para esta cita e inspirados por esos modelos, mostrando la calidad del calzado español y confirmando a Balenciaga como el sumun del «marca España».