Juicio
Josep Santacana: el aún marido de Arancha Sánchez Vicario, ¿víctima o villano?
Sánchez Vicario se ha salvado de prisión por un acuerdo previo con la Fiscalía. ¿En qué situación deja esto a su ex?
Ayer se celebró en la Ciudad de la Justicia de Barcelona una nueva jornada en el juicio por alzamiento de bienes contra Arancha Sánchez Vicario y su todavía marido, Josep Santacana. Se les acusa de ocultar o descapitalizar su patrimonio para evitar pagar una deuda millonaria con el Banco de Luxemburgo que la extenista contrajo para solucionar sus problemas con Hacienda. El caso ha causado una enorme expectación. Ayer la deportista acudía a la declaración de Santacana, ella lo hizo el martes. Se mostró impasible, impertérrita, como a la espera de que se anunciara lo que ella ya sabía: que se ha salvado de prisión por un acuerdo previo con la Fiscalía. Quería darle el golpe de gracia a Santacana. Arancha ha reconocido haber cometido los delitos de alzamiento de bienes por los que el Banco de Luxemburgo la sentó en el banquillo, y con ese gesto ha ablandado a la acusación pública, que ha decidido pedir una pena que no la obligaría a ir a a cárcel. Pero, en ¿qué posición deja esto a Santacana? ¿Le exime a él también de cualquier responsabilidad? ¿Por qué le acusó Arancha de la gestión de su patrimonio cuando ahora es ella la que asume la responsabilidad de su deuda? ¿Mentía entonces o miente ahora? Y Santacana, ¿ha pasado de ser el villano a la víctima?
En su declaración de ayer el empresario se reiteró en su defensa, que firmó las capitulaciones cuando se casó con Arancha y que nunca gestionó su patrimonio. Una declaración que contradice a lo afirmado por los testigos en el juicio, que le acusan de ser el responsable de todas las operaciones financieras relativas a su mujer. Todo parece indicar que las cartas están echadas, pero habrá que esperar a la sentencia judicial.
La historia de Sánchez Vicario y Santacana se remonta a 2007, cuando se conocieron en Ibiza. Ella era la mejor tenista española de la historia, y él un empresario de dudosa reputación. Pero a pesar de que sus padres la pusieron sobre aviso, se casaron en 2008 y tuvieron dos hijos. A partir de ahí todo se precipitó. La deuda, el divorcio –aún pendiente– y las acusaciones mutuas en un cara a cara que daría para una docuserie, ahora que está tan de moda airear los trapos sucios en la tele.
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