Amor
Tamara Falcó, Íñigo Onieva y el padre Cruz, el cura que alentó el perdón
Aunque las listas de invitados por ambas partes han sufrido algunas bajas, se mantiene la fecha de la boda, el lugar del evento y hasta el sacerdote que los casará
CLARAmente el tema de esta semana ha estado lleno de canciones y de piques varios, pero yo vengo a hablar del triunfo del amor, porque se avecina boda y portadas, tras «la reconciliación navideña».
¿La fecha? El 17 de junio de este año. ¿El lugar? Como manda la tradición, en casa de la novia, es decir, en la querida finca El Rincón que perteneció al difunto marqués de Griñón. ¿El menú? Diseñado por ella, a lo mejor cuenta con el asesoramiento de algún chef Michelín, como sus queridos Jordi Cruz y Pepe Rodríguez Rey, unidos por siempre gracias a MasterChef. ¿El sacerdote? Podría serel padre Cruz, que es quien más ha apoyado a Tamara Falcó y ha intercedido en el perdón a Íñigo Onieva, ya que ha sido pieza fundamental en esta historia. Y el viaje a Laponia (organizado íntegramente por el novio) ha sido todo menos purgatorio, aunque no hayan podido ver el fabuloso espectáculo de las auroras boreales. Y él ha prometido que su trabajo de relaciones públicas será solo diurno, para evitar tentaciones.
¿El novio? Bien, gracias, haciendo de tripas corazón y oídos sordos a todos los comentarios nada bien intencionados que circulan como siempre y que ponen en duda cualquier gesto, comentario o foto suya. Le han criticado en mil medios, dudando de su integridad y de su honor, y, sobre todo, de su historia de amor, pero no hay nada pactado ni planeado. Es «true love» como se suele decir y «engagement» parte dos, como diría el empresario. Y, además, también se encuentra con la lista de invitados para la futura boda un poco más reducida, porque en esta historia se han perdido algunos amigos, como el ahora conocido como «rata inmunda». Hugo Arévalo ya no sale prácticamente de su casa de la vergüenza que tiene. Utilizó a Tamara envenenando su cabeza y poniéndosela como un auténtico bombo al ir en contra de Íñigo. Menos mal que al final las cosas se ponen en su sitio.
La lista de bodas
La lista de invitados de la novia también ha cambiado un poco desde el primer borrador, se ha caído de «la fiesta del chivo» todo un Nobel. Pero ya está. La incógnita será saber si la madre de la novia acudirá sola y elegante o no. Porque Isabel es una mujer de quintas partes. Harán pedida de mano tradicional. Seguro que Tamara utiliza algún vestido de su colección para Cortefiel para ese día, que será en Villa Presyler. Para el vestido de novia le han salido novios, porque se la rifan las principales firmas de moda nupcial de nuestro país, pero lo que está claro es que será «made in Spain». ¿Una curiosidad? Él la llama «mi ángel», y no es para menos, porque quien tiene presente a su ángel de la guarda camina por la vida con una gran sonrisa y no necesita nada más. Y sí, todo muy «comme il faut», porque hasta la boda cada uno vivirá en su casa y Dios en la de todos. Escapadas mediante. Como a la tórrida Laponia.
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