Reportaje

Wurlitzer Ballroom, el bar de la izquierda madrileña

Se encuentra a medio camino entre Callao y Gran Vía, y algunos de sus clientes habituales son Íñigo Errejón o la ministra de Igualdad

Bar Wurlitzer Ballroom
Bar Wurlitzer BallroomCristina BejaranoLa Razón

Somos el país con más número de bares por habitante del mundo. Con este récord sobre la mesa, no es de extrañar que algunos de los momentos más importantes de la vida de los españoles hayan tenido lugar entre las cuatro paredes de algún garito que anuncia su oferta del día en una pizarra colocada en la puerta. Pero las tabernas no juegan un papel importante solo en la vida de los ciudadanos de a pie, sino que, como sociedad, buena parte de nuestra historia se ha escrito en tascas, cervecerías, pubs, restaurantes o como se quieran llamar. Casa Manolo, sito a escasos metros del Congreso de los Diputados, acogió a los padres de nuestra Constitución mientras pactaban y redactaban los principales artículos que construyeron la democracia de hoy. Aquel lugar vio nacer una nueva forma de gobierno, mientras que otro, el Restaurante Arahy, se convirtió en testigo de cómo se desmoronaba el ejecutivo de Mariano Rajoy después de que el PSOE presentara en la Cámara Baja la moción de censura que llevó al poder a Pedro Sánchez.

Mariano Rajoy saliendo del bar Arahy
Mariano Rajoy saliendo del bar ArahyGSRGTRES

El expresidente popular pasó más de ocho horas escondido en el solemne comedor, donde él y su equipo tuvieron la ocasión de degustar varios platos de salmorejo y solomillo, acompañados de dos botellas de whisky. Esa fue su última comida como hombre de Estado, y, finalmente, no tuvo más remedio que abandonar el local pasadas las diez de la noche, huyendo despavorido de la prensa que le esperaba en la puerta desde el mediodía.

La meca de la izquierda

En pleno corazón de Madrid, a medio camino entre las estaciones de metro de Callao y Gran Vía, se encuentra otro templo que durante las noches de los fines de semana ha acogido a importantes figuras políticas del país. Se trata de Wurlitzer Ballroom, «el Wurli» para los amigos, una sala de conciertos que poco o nada tiene que ver con los anteriormente mencionados. Sus visitantes se encuentran con un pequeño espacio lúgubre de suelo pegajoso en el que se respira cierto aire de camaradería, por cuyo escenario han pasado algunos de los grupos de rock y metal más destacados de la escena urbana. Entre sus clientes habituales se encuentra el mismísimo Íñigo Errejón, quien fuera la mano derecha de Pablo Iglesias en Unidas Podemos y actual líder de Más País.

Íñigo Errejón frecuenta 'El Wurly'
Íñigo Errejón frecuenta 'El Wurly'Ricardo RubioEuropa Press

Sus visitas a esta meca de la izquierda madrileña suelen producirse los fines de semana, aunque se siente especialmente atraído por las noches de los sábados, cuando se deja ver apoyado al final de la barra, en la esquina más oscura del bar, bailando a pasos torpes mientras se (des)hidrata con una copa, quizá dos. De vez en cuando, algún cliente dotado con una especie de visión nocturna se percata de su presencia entre las sombras y se acerca a pedirle una fotografía, pero Errejón suele negarse, siempre amablemente, en pos de salvaguardar su intimidad: «Aquí no».

Última hora La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Pero Íñigo Errejón no ha sido la única figura de la izquierda madrileña que ha sucumbido a los encantos de «El Wurli», sino que incluso la ministra de Igualdad y su marido, quien fuera vicepresidente segundo del Gobierno de Sánchez, también han honrado con su presencia a los clientes de este bar de la calle de las Tres cruces. Cuando todavía no ocupaban puestos de poder en el Estado, Irene Montero y Pablo Iglesias solían frecuentar la sala de conciertos acompañados de otros amigos, a veces el propio Errejón. Eran otros tiempos en los que el anonimato, la juventud y la ausencia de responsabilidades paternales les permitían divertirse hasta altas horas de la madrugada.

De hecho, hace apenas unos días, los dos políticos dieron «me gusta» desde sus respectivas cuentas de Twitter a un meme que hablaba sobre el bar en cuestión. Decía: «Un día te estás morreando en «El Wurli» y al otro estás así», acompañado de una conversación de WhatsApp en la que dos padres se preguntan si su bebé «ha hecho caca». Quién sabe si no fue eso lo que les pasó a ellos. ¿Fue «El Wurli» el lugar donde consolidaron su amor? ¿Debemos a este pub madrileño uno de los vínculos políticos que más ha dado que hablar en los últimos tiempos.

Punto de encuentro VIP

Más allá de importantes figuras políticas, Wurlitzer Ballroom también ha reunido bajo su techo a otras estrellas y rostros conocidos de ámbitos muy diversos. Humoristas, actores, cantantes… Todos tienen cabida en la familia de «El Wurli», aunque su máximo responsable prefiere guardarse los nombres para sí. «Es verdad que por aquí pasan muchos famosos, pero prefiero no revelar su identidad. Ellos vienen para relajarse, para tomar algo y estar tranquilos, lo último que buscan es que esto se llene de fans que les pidan fotos», cuenta a LA RAZÓN.

La pregunta es obligada: ¿por qué, de entre todas las ofertas de ocio nocturno de la capital, son tantas las caras VIP que eligen «El Wurrli» para evadirse? La respuesta podría encontrarse en la intimidad que promete el local, más pequeño, oscuro y menos frecuentado que los de la competencia. También el reducido precio de las copas, a 8 euros y medio frente a los 10 que suelen costar en otros bares, podría ser un reclamo para su destacada clientela, pero el responsable tiene claro cuál es el secreto: «Es porque abrimos todos los días. De lunes a lunes. Entonces, cuando quieren tomar la última y está todo cerrado, pues todo el mundo dice de venir a «El Wurli».

En definitiva, un oasis en medio del desierto en el que Madrid se convierte cuando el resto de bares bajan la persiana.