Aniversario
Un año sin Matthew Perry: la muerte que ha abierto el debate sobre el uso de ketamina
El caso, sin sentencia hasta abril de 2025, tiene muchos culpables y varias dudas
Hoy hace un año, el actor Matthew Perryaparecía muerto en la piscina de su casa debido a los efectos agudos de la ingesta de ketamina después de recibir tres inyecciones de esta droga. Todavía hoy hay quien duda de que este anestésico fuera la causa exacta y el caso no se ha cerrado aún del todo. Una cosa es cierta: la estrella poco tenía que ver con Chandler Bing, el carismático personaje de «Friends» con el que saltó a la fama en 1994.
Su ascenso al estrellato fue tan meteórico como su descenso a los infiernos como consecuencia de sus adicciones. Ingresó por primera vez en rehabilitación para tratar su alcoholismo en 1997, durante la tercera temporada de «Friends». En 2000, el exceso de alcohol ya le había provocado un problema de pancreatitis por el que tuvo que ser intervenido. Buscó ayuda, pero nadie –ni amigos ni familia– fue capaz de detener una caída que, según explicó en 2002, empezó por la sensación de «creer que moriría al día siguiente». Pura metáfora de sus inseguridades.
Él mismo era consciente de su declive físico y mental. Prueba de ello es el arsenal terapéutico que encontraron los investigadores en su domicilio: varios frascos de medicamentos –casi todos de venta libre– abiertos, vacíos o medio llenos, vitaminas de todo tipo, fármacos digestivos y recipientes rebosantes de pastillas sueltas, tabletas, comprimidos y caramelos de menta para el aliento. Había también productos de vapeo de nicotina y un inhalador. Todo daba cuenta de sus trastornos, reales o imaginarios, y de sus miedos. Desde su depresión a la pérdida de cabello, pasando por problemas eréctiles, diabetes, reflujo, sobrepeso y adicción.
A pesar de esta complejidad, quienes le conocieron y lloran todavía su pérdida siguen recordándole como «un ser de luz lleno de energía». Entre ellos, sus compañeros de «Friends» y su propia familia. Su madre, Suzanne, rompió su silencio hace solo unos días describiendo su última conversación. Se acercó y le dijo: «Te amo mucho y estoy muy feliz de estar contigo ahora». Sintió, según dice, «casi como una premonición o algo así, aunque no pensé en ello en ese momento». Su padrastro, Keith Morrison, padre de los cuatro hermanos del actor, también ha confesado lo difícil que está resultando asumir la pérdida. «Sigue con nosotros cada día y todo el tiempo, siempre hay algún aspecto nuevo que vuelve a tu cabeza». En su memoria, los padres y hermanos han creado la Fundación Matthew Perry, que ayudará a personas que luchan contra las adicciones.
La investigación está siendo confusa, a pesar de que se han involucrado en ella numerosos agentes y varias agencias para analizar con sumo escrúpulo cada detalle y rastrear la trayectoria de las drogas que acabaron con la vida del actor. Cinco personas han sido acusadas penalmente por la muerte. Entre ellas, el médico Mark Chavez, que se ha declarado culpable de aplicar el anestésico quirúrgico ketamina tras alcanzar un acuerdo con los fiscales. La Oficina del Fiscal de Estados Unidos persigue ahora cargos más graves contra el doctor Salvador Plasencia, que podría haber proporcionado directamente la droga, y Jasmine Sangha, conocida como la reina de la ketamina, que le pudo suministrar la dosis letal. Otro de los acusados es el asistente personal de Perry, Kenneth Iwamasa, que también se ha declarado culpable de inyectarle este producto hasta ocho veces al día durante varias semanas, hasta la tarde del 28 de octubre de 2023.
El 2 de abril de 2025 habrá sentencia. Mientras se depuran responsabilidades, la investigación ha abierto en Estados Unidos un debate acerca del uso terapéutico de la ketamina, cuyos partidarios descartan que esta droga fuera la causa. Entre ellos el psiquiatra David Feifel, director del Instituto de Neuropsiquiatría Kadima: «No existe un mecanismo por el cual la ketamina pueda matar a alguien». En su opinión, el actor perdió el control de su cuerpo y cayó al agua. Cosas de la vida, un año después, la casa californiana en la que murió ha sido vendida por 8,55 millones de dólares a Anita Verma-Lallian, productora y promotora inmobiliaria que la utilizará para sus vacaciones.
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