Sucesos

Ni el Teatro Romano de Mérida se salvó de los okupas

Conoce la sorprendente historia de un okupa que se aferra a una casa que se resiste a la legalidad, en un caso que sigue sin resolverse

Teatro Romano de Mérida
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El Teatro Romano de Mérida es uno de los monumentos más emblemáticos de España, atrayendo a miles de visitantes cada año. Sin embargo, muy cerca de su entrada principal, se encuentra una vivienda que guarda una historia casi tan fascinante como el propio teatro. Esta caseta, ubicada unos 50 metros por debajo de la actual entrada del recinto, ha estado en el centro de una controversia legal que sigue sin resolverse. La caseta fue cedida en uso por el Ministerio de Cultura a la familia Perdigón en la década de 1940-50, permitiendo que el taquillero y su familia residieran allí mientras desempeñaba sus funciones.

Hoy en día, la vivienda sigue ocupada por Miguel, uno de los hijos del antiguo taquillero, sin ninguna autorización legal vigente. A pesar de las múltiples solicitudes de desalojo emitidas por el Consorcio de la Ciudad Monumental, encargado de la gestión del teatro, Miguel continúa habitando el inmueble, ignorando los requerimientos legales.

Una autorización verbal que perdura en el tiempo

La historia de la ocupación se remonta a más de 70 años atrás, cuando el Ministerio de Cultura permitió de manera verbal que la familia Perdigón residiera en la caseta como parte de su acuerdo laboral. Sin embargo, desde la creación del Consorcio en 1996, no existe ningún documento oficial que legitime la ocupación actual. Según el Consorcio, la única prueba de esta cesión es de carácter oral, lo que complica el proceso legal para recuperar el espacio.

En 2020 y 2021, el Consorcio solicitó formalmente al Ministerio de Cultura que tomara medidas legales para el desalojo o, en su defecto, que autorizara al propio Consorcio a actuar. Lamentablemente, estas peticiones no recibieron respuesta, dejando la situación en un limbo legal que parece no tener fin.

El estado precario de la caseta

La vivienda en cuestión no solo es un punto de interés debido a su ocupante, sino también por su deteriorado estado. Un informe arquitectónico del Consorcio describe la caseta como un inmueble en condiciones precarias, lo que añade otra capa de urgencia a la necesidad de resolver este asunto. En diciembre de 2020, el Consorcio remitió un escrito a la Dirección General de Bellas Artes, describiendo la situación como "anacrónica e inexplicable en pleno siglo XXI" y solicitando una intervención inmediata. Sin embargo, la Dirección General pidió más información, señalando la falta de documentación debido a los años transcurridos y la escasez de registros escritos. El Consorcio respondió proporcionando todos los detalles disponibles, pero aún no ha recibido una respuesta clara que indique un camino a seguir.

La legalidad en el limbo

El problema radica en que el arrendamiento o cesión en precario permite a la Administración recuperar la propiedad una vez que las condiciones originales que motivaron la cesión han desaparecido. En este caso, la necesidad de que la familia Perdigón resida allí ya no existe, lo que justificaría la recuperación del inmueble. Sin embargo, la falta de documentación tangible y el lento proceso burocrático han dejado al Consorcio sin opciones claras para proceder con el desalojo.

Mientras tanto, Miguel sigue residiendo en la caseta, una presencia que se ha convertido en una parte extraña e inusual del paisaje monumental de Mérida. Sin visos de que la situación vaya a resolverse a corto plazo, la historia de esta vivienda se suma al rico tapiz histórico de la ciudad, aunque no de la manera que las autoridades desearían.

El Teatro Romano de Mérida sigue siendo un símbolo de la historia y la cultura española, pero la caseta ocupada que se encuentra en su proximidad plantea preguntas sobre la gestión de las propiedades patrimoniales y la capacidad de las autoridades para resolver problemas legales complejos. Con el tiempo, las presiones para encontrar una solución viable seguramente aumentarán. Hasta entonces, la historia del okupa en la casa del Teatro Romano de Mérida sigue siendo una curiosidad intrigante para los residentes locales y visitantes por igual.