El periscopio

La lucecita de Waterloo

El retraso del Consejo de Ministros por Puigdemont es una humillación sin precedentes

Brussels (Belgium), 17/01/2025.- Junts per Catalunya (Together for Catalunya) party President Carles Puigdemont gives a press conference following the party's board meeting in Brussels, Belgium, 17 January 2025. (Bélgica, Bruselas) EFE/EPA/OLIVIER HOSLET
El expresident catalán, Carles PuigdemontOLIVIER HOSLETAgencia EFE

Durante el franquismo circulaba una leyenda sobre la llamada «Lucecita de El Pardo». Los voceros del Régimen contaban que en el despacho del Generalísimo siempre había una lámpara encendida, día y noche, como prueba de que Franco nunca descansaba, su mando era indiscutible y ordenaba desde allí los designios de España. Cincuenta años después, cuando el pasado martes los miembros del Gobierno aguardaban encerrados en una sala de La Moncloa el comienzo del Consejo de Ministros, algunos de ellos tiraban de ironía: «Hay que esperar la lucecita de Waterloo». Estupendo sarcasmo para definir la humillación sin precedentes de esperar la decisión de Carles Puigdemont. La mañana fue de traca, los periodistas que habitualmente cubren la rueda de prensa gubernamental fueron también trasladados de lugar y el Consejo se retrasó dos horas hasta que el fugitivo encendió su luz verde al decreto modificado. Conocida es ya la rendición de Pedro Sánchez ante el líder de Junts. El decreto no se podría trocear, y se troceó. Las normas fiscales no se podían tocar, y se tocaron. El escudo social no se podía cambiar, y se cambió. Un esperpento que esconde otras muchas cesiones al prófugo independentista que iremos averiguando poco a poco. Nada nuevo bajo el sol en la actitud de supervivencia de Pedro Sánchez con tal de permanecer un día más en el poder.

Aunque Moncloa ni confirma ni desmiente, el gran protagonista del desbloqueo fue José Luis Rodríguez Zapatero. Fuentes de la negociación cuentan que el expresidente mantuvo una intensa conversación con Puigdemont, a quien arrancó finalmente el apoyo al decreto. La vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y su compañero de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, fueron los interlocutores con el secretario general de Junts, Jordi Turull, y la portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, en un tenso tira y afloja que, en palabras de Bolaños, también tuvo «momentos de cariño». Un vodevil en toda regla. Pero fue Zapatero, que al parecer mantiene muy buena relación con Puigdemont, el artífice de levantar el veto. Ministros del Gobierno y dirigentes del PSOE indican que Zapatero es hoy el principal asesor de Pedro Sánchez, el único a quien de verdad escucha, y de quien se fía y a quien acude para «misiones especiales». De todos modos, El Puchi mantiene «la llama sagrada» de quemar cuánto pueda a Sánchez y le da un simple respiro hasta el mes de marzo. «Depende de cómo vaya la cesta», advierten en su entorno.

Fiel al estilo de doble vara en su objetivo hacia Cataluña, el líder socialista planea un gran acto en apoyo del presidente de La Generalitat, Salvador Illa, en coincidencia con el Consejo de Política Fiscal y Financiera, que tendrá lugar en Barcelona la última semana de febrero. Sánchez sabe que el único gran activo territorial que tiene es el presidente catalán, con quien mantiene una relación personal muy estrecha. «Ambos hablan todas las semanas», admiten fuentes de Moncloa. De hecho, los dos han pactado la gira nacional que Salvador Illa hará por todas las comunidades para explicar el llamado cupo catalán, que desata las iras de los barones del PP, e incluso las del socialista castellanomanchego Emiliano García-Page. Es una jugada calculada para intentar también calmar las aguas en Andalucía, donde el aterrizaje de María Jesús Montero como nueva lideresa al frente de la Federación más poderosa del partido necesita mucha pedagogía. «Habrá que hacer encaje de bolillos», dicen dirigentes del socialismo andaluz sobre cómo la ministra de Hacienda pueda conjugar su defensa del cupo catalán y el principio de solidaridad interterritorial.

En este escenario de «coser España» frente a las denuncias de su ruptura por parte del PP y Vox, atención este fin de semana al congreso del PSM, donde el candidato a secretario general, Óscar López, está arropado por Pedro Sánchez, Rodríguez Zapatero, los ministros José Manuel Albares, Félix Bolaños y el propio Salvador Illa. Es la primera vez que un presidente de La Generalitat acude a un cónclave de la Federación Socialista Madrileña, eternamente conflictiva con la dirección de Ferraz. Una nueva jugada calculada en el intento desesperado contra el poder omnímodo de la presidenta Isabel Díaz Ayuso, auténtica pesadilla y «espinita negra» clavada en el corazón de Pedro Sánchez, según reconocen dirigentes del PSOE. Toda la maquinaria sucia del Estado, véase la Fiscalía General y sus terminales, están a tope contra la lideresa de Madrid. Aun así, algunos dirigentes critican en privado el feroz acoso contra su pareja, González Amador, que piensan les está desgastando demasiado y serían partidarios de otra estrategia política: «Menos personal y más social», opinan en estos sectores.

El viernes, en una conferencia en Sevilla, el expresidente Felipe González lanzó un dardo al gobierno progresista de su sucesor. «Desde luego Puigdemont es el que más progresa», ironizó con sorna. A la misma hora, el fugitivo recibía en Bruselas a un grupo de empresarios catalanes que le pedían el voto negativo de Junts a la reducción de la jornada laboral reclamada por la vicepresidenta y titular de trabajo, Yolanda Díaz, e impuesta por Sánchez ante su ministro de Economía, Carlos Cuerpo, quien ha intentado sin ningún éxito paralizar su tramitación. Cuerpo, un economista moderado y formado, está que trina con una norma que pulveriza a las empresas, pero el presidente no le escucha. «Lo siento Carlos, razones de estrategia política», le espetó en una reunión bastante tensa. La lideresa de Sumar jugó la baza de abstenerse en la moción de confianza exigida por Junts y el presidente tragó en función de los votos necesarios de la coalición. La pasada semana, en un encuentro organizado en Madrid por Cepyme, patronal de la pequeña y mediana empresa, Cuerpo intentaba suavizar el tema ante los periodistas. «A este no le llega la camisa al cuerpo», dijo un empresario ante la cara de póker del ministro. Nunca mejor dicho.