Casa Real
Felipe VI, el firme puente de España con Iberoamérica
El Monarca, acompañado por Albares, asiste a la toma de posesión del presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo. Es la sexta ocasión que viaja a este país para un relevo presidencial
Felipe VI regresa al mismo país en el que se estrenó hace 28 años como representante de España en una toma de posesión de un presidente iberoamericano: Guatemala. Mucho ha cambiado entre ambas citas. Si hace casi tres décadas acudía como Príncipe de Asturias hoy lo hace como Rey; si entonces se decidió que esta cita serviría para impulsar su conocimiento en la esfera internacional, a día de hoy el Jefe del Estado cuenta con un reconocido protagonismo en la región. Lo que es invariable es el mando Constitucional que cumple el Monarca: el artículo 56, que atribuye al Rey la más alta representación del Estado en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica.
Felipe VI se desplazó ayer a Guatemala junto con el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente del país, Bernardo Arévalo. Como suele ser habitual en este tipo de viajes, mantendrá sendos encuentros con el presidente entrante y con el saliente, Alejandro Giammattei, además de asistir a la ceremonia de traspaso de poderes y reunirse con una representación de la colectividad española en el país. La de hoy es la sexta toma de posesión de un presidente guatemalteco a la que asiste Don Felipe en 27 años.
LA RAZÓN analiza con el Catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, Juan Carlos Jiménez Redondo, el significado y alcance de la presencia del Jefe del Estado en estas ceremonias de traspaso de poder. «Su función está absolutamente clara: la representación del Estado. Es el gran representante de España ante el mundo y, especialmente como dice la Constitución, frente a la Comunidad Iberoamericana de Naciones», explica el historiador. «El Rey simboliza el elemento articulador de esta comunidad que tiene a España como uno de sus grandes pilares», puntualiza. En este sentido, es un elemento de unión y cohesión. De hecho, los elementos históricos además de la lengua articulan esta Comunidad sobre una base de igualdad y de horizontalidad en la que « los Estados conviven en un marco comunitario basado en la democracia, el respeto a los derechos humanos y la igualdad de todos», señala el historiador que apunta a «la relación diferencial» con la Comunidad Iberoamericana de Naciones. No en vano, hasta en 83 ocasiones en 27 años, Don Felipe ha cruzado el charco para participar en los actos solemnes de nombramiento de un dirigente. No en vano, Latinoamérica concentra el grueso sus desplazamientos internacionales, ya que también viaja hasta allí para participar en viajes de Estado o cumbres internacionales.
Teniendo en cuenta que es el Gobierno quien decide la política exterior de España y si se acude o no, las ausencias del Monarca en estas citas son pocas y se justifican por tres motivos : agenda, continuidad en el mandato o porque no hay refrendo del Gobierno. Por ejemplo, el Rey se ausentó en abril de 2013, tras la primera victoria de Nicolás Maduro tras la muerte de Chávez. A pesar de que el Gobierno español reconoció su victoria, ésta se produjo en medio de la división del país y un clima de violencia generado como consecuencia del ajustado resultado electoral. En este sentido, sorprende algunas de las críticas que recibió por acudir a la toma de posesión del presidente electo de Argentina, Javier Milei. Quien si se ausentó fue Albares porque tenía que presidir la reunión del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE en Bruselas. El Ejecutivo rehusó enviar otro ministro y optó por el entonces secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Fernández Trigo, en un evidente desprecio por la figura del nuevo presidente argentino. «Fue una cosa absolutamente inapropiada en términos diplomáticos», sostiene el historiador Juan Carlos Jiménez. «La posición del Rey siempre tiene que estar refrendada por un miembro del Gobierno y esto supone acompañarle», critica. De hecho, si echamos la vista atrás, en las recientes tomas de posesión de presidentes de izquierdas como por ejemplo la del chileno Gabriel Boric estuvo acompañado hasta por dos ministros: la actual vicepresidenta segunda Yolanda Díaz y la exministra de Igualdad, Irene Montero.
Éste será el primer viaje oficial fuera de España que realiza el Jefe del Estado en 2024. Su presencia es especialmente importante porque, en cierto modo, refuerza la victoria electoral de Bernardo Arévalo, quien ganó las elecciones siendo el candidato del partido de izquierdas Movimiento Semilla y que la Fiscalía acusó de irregularidades y blanqueo de capitales, pero el Tribunal Supremo Electoral ratificó su victoria electoral. «El ser miembro de la Unión Europea nos obliga a un respeto especial hacia las formas políticas de los países. Entonces, salvo que haya algo muy flagrante de dictadura sangrienta, una cosa así, los usos diplomáticos específicos de la Comunidad Ibero americana obligan a la presencia de España y a aceptar la diversidad como un elemento básico». En opinión del historiador, el liderazgo español se define por la no injerencia en los asuntos internos y la figura del Rey Felipe VI, la piedra angular en la relación con la región.
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