Ante las elecciones vascas
Charo Cadarso: «Lo que no lograron con sangre lo tienen lavando cerebros y con poder»
En 1978 ETA secuestró al marido de Charo Cadarso y en 1981 asesinaron a su padre. "El vecino del 6º fue el chivato". Hoy denuncia: «La juventud no escucha ni quieren que sepan lo que ocurrió de verdad»
A la familia de Charo Cadarso la banda terrorista ETA le ha acechado durante años. Su marido fue secuestrado, su padre asesinado, «la echaron» del País Vasco y su hija se libró de otro atentado.
En medio de unas elecciones vascas, en las que todas las encuestas apuntan el avance de EH Bildu, advierte de que «va a ganar porque está en Madrid y en el País Vasco y la juventud no escucha, porque no les dejan escuchar. No quieren que la juventud sepa lo que ETA hizo». Y recuerda: «Muchos de Bildu apoyan lo que pasó y estuvieron metidos en el mayor desastre de España, pero lo tapan, no interesa».
En 1978 el marido de Charo Cadarso fue secuestrado, a punta de pistola, mientras aparcaba al lado de su casa. «No te muevas, entra en el coche y sigue conduciendo», le dijeron. «Le eligieron al azar, para robarle el vehículo y con él atentaron en la comisaría de la Policía Nacional de Basauri». Le dejaron atado con cadenas en el monte de Arrigorriaga, amordazado y tapado por un anorak y hojas. «Antes de que se fueran escuchó cargar las armas. Pensó que le iban a disparar». A su lado había otro hombre secuestrado. La familia creyó que aquello había sido «un hecho puntual, con la suerte de que no se enteraron de que era el yerno del teniente coronel de la Guardia Civil», al menos en ese momento. Su marido, desde aquel día, no dejó de mirar debajo del coche. Decidieron seguir viviendo en su tierra vasca.
«No me fui del País Vasco, me echaron. Esa no era una vida para nosotros»
Se cumplen 43 años del 14 de abril de 1981 en el que el padre de Charo, Luis Cadarso, fue asesinado. (Ese día hubo otros dos asesinatos más a manos de ETA). Ya jubilado, el que fuera teniente coronel de la Guardia Civil se ocupaba de cuidar a su nieta, de dos años, con la que todos los días daba un paseo y salía a hacer recados. Ese día dejó a la pequeña en el colegio con su madre, maestra, ya que había una fiesta de fin de trimestre y la niña no le acompañó como siempre al quiosco. «Dio un beso a su nieta y quedamos en vernos para comer», recuerda su hija.
Luis Cadarso acababa de comprar el periódico y con él en las manos fue sorprendido por dos hombres y una mujer, miembros de ETA, que le esperaban sentados en el puente que había al lado, y le descerrajaron seis disparos por la espalda y uno de remate. Le alcanzaron al corazón y la cabeza.
«La idea que han trasladado a los jóvenes, de que los etarras son “gudaris” (héroes)... De valientes tienen poco; matan por la espalda o con bombas lapa», apunta.
«El cura se negó a darle la extremaunción a mi padre: "¿Es guardia civil? Entonces, no»", dijo
Charo se enteró a las 11:30 cuando el jefe de estudios del colegio fue a buscarla y le comunicó que su padre había resultado “herido”. «Les pedí que no me mintieran» y que no le contaran nada a sus hijos. Pero, uno de ellos, se enteró por «una niña del autobús del cole: “A tu abuelo le han matado a tiros”», le dijo.
Le asesinaron a 50 metros de casa. «Mi hija se salvó, entonces no respetaban nada, la habrían matado también». Cuando Charo vio a su padre tendido en el suelo buscó, junto a compañeros guardias, un sacerdote para que le diera la extremaunción, pues era muy creyente. El cura se negó. «¿Es Guardia Civil? Entonces, no», respondió displicente.
Luis Cadarso no sentía miedo y siempre decía: «Yo no he hecho mal a nadie, ¿por qué me voy a ir de aquí?». Su hija asegura que nunca le notó «ni miedo ni esa reacción de mirar para atrás». Sin embargo, él, se había visto en una lista de ETA, «pero nunca quiso decir nada a la familia».
Años después, Charo se enteró de quién fue el «comando informativo», o sea, los chivatos. «Fue el vecino del 6º y el padre de una niña que yo tenía en clase». La familia del vecino había llegado a Basauri, procedente de Cáceres, tenían dos hijos. Cuando eran jovencitos, recuerda Charo, uno de ellos fue detenido por repartir propaganda de ETA y el padre bajó a casa de Luis Cadarso a pedirle ayuda. «Mi padre medió para que le soltaran diciendo que era una tontería. Ese fue el chivato».
Su madre y su hermano no volvieron a casa, se trasladaron a Vitoria hasta que el pequeño terminó la universidad. Charo siguió en Basauri, pero continuaron las llamadas y el acoso. «El conductor del bus del colegio me decía: No bajes hoy en esta parada, te están esperando». «Yo no me fui del País Vasco, me echaron». «Nos fuimos, porque aquello no era una vida para nosotros». «Mi marido es vasco, mis hijos son vascos y nunca tuve un feo, hasta que mataron a mi padre. Ese día me di cuenta de que no tenía tantos amigos», cuando empezaron a cambiarse de acera.
Ya, en La Rioja, de nuevo sintieron la sombra de ETA. Un vecino les llamaba «etarras» por ser vascos. Y su hija se libró del atentado de la casa cuartel de Calahorra. Estaba con la hija del capitán, haciendo los deberes cuando salieron a comprar justo antes de que 110 kilos de explosivos colocados en un Honda Civic, impactara sobre el edificio. No hubo víctimas.
Los asesinos ya están en libertad
Charo lamenta que «lo que no consiguieron con sangre lo están logrando ahora con poder y lavando cerebros. Es muy doloroso».
Hasta 2006 no hubo juicio contra los etarras que asesinaron a su padre. Eran cinco. «A la mujer no se la localizaba. Vivía en Bruselas y tenía una tienda de productos españoles. La han extraditado hace poco, pero para el asesinato de mi padre no vale, ha prescrito. Otro de ellos murió preparando una bomba, a otro no le pudieron juzgar. Los otros dos fueron detenidos en el aeropuerto de Barajas en 2002. Vivían en México y Venezuela. Regresaron a España pensando que el atentado de Luis Cadarso había prescrito», recuerda. Les condenaron a 36 años. Sin embargo, la cesión de prisiones al País Vasco hizo que les dieran el tercer grado por enfermedad y al otro «por colaborar en las cocinas» y ya están los dos en libertad. «Uno de los asesinos vive en frente de la casa de mis amigos» uno de los motivos por los que no ha podido volver.
En 1981, Charo fue una de las mujeres que se unió a Ana Mª Vidal Abarca, Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O´Shea cuando fundaron la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Ahora, Cadarso da charlas en los colegios para que los más jóvenes se conciencien, con su testimonio, de qué es realmente lo que pasó en España durante más de 50 años.
«Nosotros ya perdimos cuando Sánchez pactó con Bildu porque se le ha hecho mucho chantaje y se le han hecho muchas concesiones».
Su marido sigue sin ser reconocido por el Ministerio del Interior como víctima del terrorismo por el secuestro que sufrió, aunque el Rey le entregó un diploma que así lo acredita, destaca.
"Derrota absoluta"
Ana Velasco es hija de Jesús Velasco, comandante de caballería y jefe del Cuerpo de Miñones de Álava, asesinado en 1980. Dice que el ascenso de Bildu supone «una derrota absoluta. Ellos se están haciendo los dueños del País Vasco y campan a sus anchas. Están consiguiendo que se oculte la historia del terrorismo que se ha vivido allí y que las víctimas no tengan visibilidad» porque «si quieres negar lo que existió no puede haber víctimas». En la sociedad, apunta, «hay un cierto síndrome de Estocolmo. La gente está cómo agradecida porque ya no maten y les dan las gracias así (apoyándoles). Toda esta gente que lleva la violencia en sus genes son como fieras con el estómago lleno y se ven respaldados por el Gobierno de España que les necesita». Además, apunta, "no hay que olvidar que también hay muchas personas que comparten esa ideología. Siguen a por lo mismo, a conseguir sus objetivos por otra vía hasta que consideren que esta vía no les sirve. Yo me siento mal, muy mal. Completamente derrotada, creo que nos han ganado y es lo que Otegi dijo: "Reír que vamos ganando".
«Buscarán la impunidad, azucarar el blanqueamiento y deslegitimar a quienes les rebatan»
Maite Pagazaurtundúa, hermana del sargento de la policía local de Andoain, Joseba Pagaza asesinado en 2003, apunta que lo que haga Bildu en el País Vasco tras los comicios «será gradual, como la historia del caldero y la rana». Advierte de que lo primero de lo que se ocuparán es de lograr «toda la impunidad posible para los presos por terrorismo». Además, «buscarán eufemismos, azucarar el blanqueamiento; neutralizar las palabras y deslegitimar a quien les rebata». Además, augura que «las víctimas de ETA pasarán a la esfera privada». «Habrá, en su caso, mucho dinero y falsos expertos independientes para ello y no escatimarán en gastos tampoco en lo internacional. Nada que no se le haya puesto en bandeja».
"La sociedad vasca tiene el síndrome de Estocolmo con ellos, está como agradecida porque no matan"
Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio, asesinado en San Sebastián en 1995 cree que el auge de Bildu «obedece a que una parte de la sociedad vasca nunca se ha sentido culpable e incluso son cómplices por acción u omisión, por no haber hecho lo suficiente para impedir el terrorismo de ETA». "A toda esta parte de la sociedad vasca que ha votado históricamente a la izquierda abertzale -siempre han ido la segunda fuerza por detrás del PNV- nunca le ha parecido mal que ETA matara y le sigue sin parecer mal. Siguen sin mostrar ni un repudio por los crímenes de ETA. Y a nadie le gusta que le hagan sentir culpable, ni por sus actitudes en el pasado ni en el presente. Por eso, la mayoría de la sociedad vasca vota a partidos nacionalistas. Por eso y porque también ETA expulsó a una gran parte de ciudadanos vascos, bien porque los asesinó o bien porque les sometió a una campaña de acoso y amenazas que forzó a muchas personas a irse de Euskadi, y esas personas hoy no tienen derecho a voto", recuerda.
«Nuestra mayor preocupación son las excarcelaciones encubiertas que están haciendo de presos de ETA»
«Nuestra mayor preocupación son la excarcelaciones encubiertas de etarras que está haciendo el gobierno vasco con los presos de ETA. Sabemos que la mayoría de estos presos a los que están dando los terceros grados no están arrepentidos». Por ello, indica Ordóñez se reunió con la consejería de Justicia del gobierno vasco y con el jefe de la Audiencia Nacional y "pude comprobar que tanto uno como otro siguen la misma línea de actuación e incluso tienen el mismo discurso y se expresan de la misma manera" como si se hubieran coordinado para decir lo mismo. "Nos piden un acto de fe" y ambas instituciones defienden que es suficiente para acreditar el arrepentimiento que los presos escriban una carta asegurando lo arrepentidos que están de los crímenes por los que fueron condenados -aunque luego los hechos lo desmienten- Me temo que será una de las batallas que tengamos que seguir librando desde Covite", apunta.
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