Defensa
De “Balmis” a “Baluarte”: así han luchado las Fuerzas Armadas contra el coronavirus
La mayor operación militar en territorio nacional en tiempos de paz lleva un año activa. En este tiempo, los uniformados han llevado a cabo más de 21.000 intervenciones, la mayoría desinfecciones
A las 15:00 horas del domingo 15 de marzo de 2021, arrancó la que ya es la mayor operación militar en territorio nacional en tiempos de paz. Una misión extraña, sin precedentes en nuestro país, en la que los uniformados tenían que hacer frente a un enemigo invisible. En ese mismo instante, 911 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias comenzaron a desplegarse en siete ciudades de España. Ellos fueron los primeros en salir, la «punta de lanza» a la que poco a poco siguieron miles de efectivos de los dos Ejércitos, la Armada y la Guardia Real. Mientras las calles se vaciaban de ciudadanos, se iban llenando de uniformados y de vehículos militares ofreciendo imágenes nunca antes vistas.
Fue el inicio de una «guerra» que a día de hoy continúa y en la que las Fuerzas Armadas han ido asumiendo día a día más responsabilidades hasta convertirse en una herramienta eficaz e indispensable para luchar contra la pandemia. Y, sobre todo, han demostrado esa capacidad de adaptación que ha sido clave, pues partieron prácticamente de cero, de un plan de contingencia con el que contaban... pero para casos de ébola y mucho menos virulento. Desde ese minuto uno, todos los días se convirtieron en lunes, como dejó claro el ex Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general Miguel Ángel Villarroya, un oficial general que, por primera vez, comparecía desde Moncloa para dar el parte diario de las misiones que realizaban sus subordinados.
Los militares empezaron ese 15 de marzo la denominada «Operación Balmis», haciendo reconocimientos previos en puntos críticos de las ciudades en los que podría haber más riesgo de contagio, como estaciones o aeropuertos, y rápidamente cambiaron los fusiles por los termonebulizadores, las balas por el hipoclorito y el casco por la mascarilla. Y es que la tarea que más les han demandado por todo el país ha sido la desinfección de puntos calientes, sobre todo las residencias de ancianos, con los que más se cebó el virus. Más de 12.500 misiones de este tipo han llevado a cabo en estos 12 meses, sobre todo en los geriátricos.
Hospitales de campaña, transporte de material...
Pero además de las descontaminaciones, los uniformados han llevado a cabo labores de todo tipo, como levantar hospitales de campaña o albergues para enfermos o personas sin hogar (más de una veintena de estas instalaciones montaron en diferentes puntos de España); transportar material sanitario y de protección (más de 150 toneladas) o vigilar las fronteras y las instalaciones críticas, como las centrales nucleares. Sin olvidar a la Sanidad militar cuyos efectivos trabajaron –y trabajan– sin descanso en los dos hospitales militares de Madrid y Zaragoza (más de 18.000 ciudadanos atendidos) o en la Farmacia Militar, donde no han dejado de fabricar medicamentos, solución hidroalcohólica o mascarillas. Este centro ha sido el encargado de almacenar las vacunas destinadas a las Fuerzas Armadas.
Junto a todo esto, los uniformados también desplegaron una UCI en el hospital de la Feria de Madrid(Ifema), trasladaron un buque con un hospital a bordo a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, medicalizaron todo tipo de aviones y helicópteros para tenerlos listos ante posibles traslados de pacientes o colaboraron en el transporte de alimentos y productos sanitarios.
Pero, sin duda, la misión más dura de todas fue el traslado y la custodia de los féretros de los fallecidos en las tres morgues improvisadas que se abrieron en Madrid ante el elevado número de muertes causadas por el virus. Fueron los uniformados los que dieron el último adiós a muchos de los 1.800 cadáveres que por allí pasaron.
Todo este despliegue de personal y capacidades se gestionó desde el Mando de Operaciones (MOPS), donde en los peores momentos de la primera oleada llegaron a recibir más de 600 solicitudes de ayuda de todos los rincones de España, las cuales repartían entre los diferentes Mandos Componentes (Tierra, Aire, Armada...). Llegaron a tener lista de espera... “No esperábamos algo tan gordo como esto”, apuntó en su día el exjefe del MOPS, teniente general Fernando José López del Pozo.
«Balmis» se dio por concluida con el fin del primer estado de alarma, el 21 de junio, con un balance de más de 21.000 intervenciones en más de 2.250 localidades españolas. Pero los uniformados en ningún momento bajaron la guardia y durante todo el verano continuaron realizando apoyos puntuales. Hasta llegar a septiembre, cuando se decidió volver al punto de partida reactivando esta operación, con la misma estructura de mando y control, bajo el nombre de «Baluarte».
Rastreadores militares
Mantuvieron sus capacidades iniciales (con menor intensidad, eso sí) y añadieron otra que en ese momento era clave y muy necesaria: la de rastreo. Para ello, desde junio se formaron miles de militares para convertirse en rastreadores a disposición de las comunidades autónomas y a día de hoy hay más de 7.500 formados, unos 5.000 listos para desplegarse y 2.500 activados de media. Desde que comenzaron esta labor han contactado con casi 2,3 millones de ciudadanos, incluyendo tanto a casos positivos como a contactos estrechos. Al día hablan con unas 19.300 personas diferentes. De hecho, ante la aparición de nuevas cepas, son los militares los que realizan el seguimiento de las personas que llegan a España desde Brasil o Sudáfrica.
Mientras, han continuado con su misión «estrella», la desinfección de puntos críticos: en «Baluarte han llevado a cabo más de 951 intervenciones de desinfección, principalmente en los espacios en los que se realizaban test a los ciudadanos, aunque también en puntos estratégicos, como Mercamadrid o Mercabarna. Y han seguido levantando hospitales de campaña o instalando carpas allí donde se lo han pedido.
Todo lo anterior lo han llevado a cabo los militares sin dejar de lado sus misiones habituales, como participar en misiones en el exterior, proteger el espacio aéreo y las aguas territoriales, luchar contra los incendios en la campaña de verano o ayudar a los ciudadanos tras las intensas nevadas de «Filomena» el pasado enero.
Un año después, siguen como el primer día. Todos los días, para ellos, siguen siendo lunes.
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