Opinión
Elecciones generales 2023: Votar con calor era esto
La queja por el calor ha sido el comentario más repetido entre los que han acudido a votar
Votar en verano no parece que haya sido, a primera vista, la mejor de las ideas. Al menos en Madrid. Y empiezo este texto hablando del tiempo, como si acabásemos de coincidir al subir en un ascensor, por no empezarlo hablando de “la fiesta de la democracia” o diciendo que “treinta y siete millones de españoles están llamados hoy a las urnas”. Por eso y porque la queja por el calor ha sido el comentario más repetido entre los que han acudido a votar. También la inundación del túnel en Valencia. El que impide que salgan los trenes que esperan miles de madrileños, que tenían sus billetes para venir a votar desde sus lugares de veraneo. En el aire está que puedan hacerlo.
El que sí votaba, y lo hacía el primero de los candidatos, era Pedro Sánchez, para el que este podría ser un día curioso: levantarte siendo presidente y acostarte en la oposición. “Tengo buenas vibraciones pero son los españoles los que van a decidir”, las adversativas las carga el diablo, decía mientras unos le abucheaban y otros le aplaudían, oscilando entre el “presidente, presidente” y el “fuera, fuera”. Mucho abanico, mucha botellita de agua, mucho “ay, qué calor, qué calor tengo”.Y no se si sería eso lo que daba a la jornada una pátina de hartazgo que bien podría ser reflejo de un sentir social. O de la rabia que debe dar levantarte pronto para votar el primero y evitarte las colas y el calor y encontrarte con que todo el mundo ha pensado lo mismo. Y ni te ahorras las colas, ni te ahorras el calor, y encima has madrugado un domingo.
A lo mejor ese hastío que se percibía en el ambiente era una mezcla de todo. Hasta Feijóo parecía un poco desganado cuando llegaba a votar, entre gritos de “presidente” y señoras grabando con el móvil. Yolanda Díaz acudía a votar con su hija y pedía ir a votar a todas las personas (“a los jóvenes, a las mujeres, a los pensionistas, a los trabajadores”) votar para “levantarse mañana con más derechos”. Más derechos, unos así como indefinidos, pero más, que brotan como setas mientras duermes. También Santiago Abascal acudía a votar, él con ímpetu, esperando un “cambio de rumbo” para el país. Agradecía también a todos los ciudadanos su participación en la jornada electoral.
Una participación que a las dos de la tarde superaba ya el 40%, sin incluir el voto por correo, que supone casi dos millones y medio de votos. Todo parece indicar, pues, que, contra todo pronóstico y pese a las temperaturas, la participación va a ser mayor que en los últimos comicios. Y luego ya, lo típico: que si las monjitas, que si los jubilados, que si la Drag queen. No he visto ninguna camiseta con el “que te vote, Txapote” y sí un abanico con un “a tomar viento”. En unas horitas veremos a quién va dedicado.