Editorial
Honor europeo más de 200 muertos después
Ribera se marchará a Bruselas sin pasar por Valencia. Tal vez vuelva camino del juzgado. Ya hay un proceso en marcha contra la Aemet y la CHJ
El patrón no muta en el Gobierno. No se cometen errores ni se asumen responsabilidades. La infalibilidad es absoluta y nadie fuera del arco de la izquierda se encuentra capacitado ni legitimado para cuestionarla. Que se hubiera instalado en la opinión pública que el Ejecutivo podría no ya rendir cuentas por la catástrofe de la dana, sino tan siquiera esbozar una mínima autocrítica, después de 220 muertos y decenas de miles de afectados, de una ruina absoluta, es de una ingenuidad galopante y de una fe ciega en los prodigios. Tres semanas se ha demorado la comparecencia en la sede de la soberanía nacional de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, primera autoridad en materia hidrográfica del Estado, después de las riadas más devastadoras del siglo. Más de un mes pasará hasta que lo haga el presidente. No ha pisado el Parlamento de manera voluntaria, sino convencida de que estaba en peligro su futuro como vicepresidenta de la Comisión Europea, el objetivo al que ha supeditado toda su peripecia en estos días de dolor y duelo, si no se sometía a la sesión parlamentaria. No ha habido sorpresas. Teresa Ribera se ha autoabsuelto de toda culpa y ha endosado la tragedia, los fallecidos y la devastación a los adversarios políticos. Ha despachado el trance con una perorata un tanto histriónica y vociferante y un argumentario que no pasaría examen alguno de una institución con un mínimo de solvencia. Ha señalado a Mariano Rajoy, Carlos Mazón y en definitiva al Partido Popular de que las obras pendientes en el crítico barranco del Poyo, pero no solo, no se hubieran ejecutado, y de no haber atendido las alertas y los avisos. Tras más de seis años en el gabinete, en los que se ha manifestado como una fanática medioambientalista patrocinadora de las controvertidas renaturalizaciones, la no limpieza de los cauces, la destrucción de presas y azudes y la cancelación o paralización de intervenciones, incluidas las del Poyo, hasta haber dejado sin gastar el 90% de los fondos europeos para inundaciones, las referencias a los ejecutivos populares y a que organismos de su ministerio como la Aemet o la Confederación Hidrográfica del Júcar dependían de la Generalitat, no haber pisado la zona cero ni haber cruzado una palabra con las víctimas porque preparaba el examen europeo a comisaria casi como una cuestión de estado, constituyen, además de un insulto a la inteligencia, un pliego de cargos abrumador que la inhabilita como servidor público. Toda una exhibición de arrogancia sin un mínimo de verdad ni de empatía con el dolor. Teresa Ribera será vicepresidenta europea, A cambio Sánchez respaldará al candidato de la otrora ultra Meloni, socia de Vox en Europa, del que abomina en España. Quién habló de principios y valores. El poder por cualquier medio y a cualquier precio. Ni siquiera 220 fallecidos han relativizado la ambición de Moncloa. Ribera se marchará a Bruselas sin pasar por Valencia. Tal vez vuelva camino del juzgado. Ya hay un proceso en marcha contra la Aemet y la CHJ.
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