Editorial
Una guerra sucia que retrata al sanchismo
La gestión de la pandemia ha sido y es el exponente incontestable de hasta qué punto de indignidad e infamia ha llegado el presidente en una guerra sucia que ha desatado ya sin cuartel en los últimos días
Isabel Díaz Ayuso es la gran obsesión política de Pedro Sánchez. Desde que llegara a Moncloa la misión de acabar con la presidenta de la Comunidad de Madrid ha determinado parte no menor de su acción política para la que no ha escatimado medios de cualquier naturaleza que sirviera a sus fines. Con el paso del tiempo, y a la vista de los continuados fracasos de esta manifiesta beligerancia, que, al contrario, ha redundado en la consolidación de un liderazgo incontestable para la baronesa madrileña, cualquier dirigente que se condujera por un cauce exclusivamente político habría reconducido una estrategia tan fallida y contraproducente que había empujado al PSOE a la práctica irrelevancia institucional en Madrid.
No ha sido el caso. Al contrario, Sánchez no ha hecho otra cosa que recrudecer el acoso con un ensañamiento tan indisimulado que únicamente se puede concluir que acabar con Díaz Ayuso se ha convertido en algo personal para el presidente y para todos sus ministros y los dirigentes del partido que se han embarcado en la misión con entusiasmo. Resulta tan insólito y aberrante que costará encontrar un episodio igual de un presidente del Gobierno contra un mandatario regional en las democracias reconocibles.
En esto Sánchez también se ha distinguido de las prácticas de buen gobierno y de la ética institucional de sus homólogos. Las armas del sanchismo han sido todas las que ha entendido que podrían dañar a su adversaria sin reparar en consecuencias ni daños colaterales. Todo ha sido válido para satisfacer la pulsión de Moncloa. Los medios de todos los españoles, que no de Sánchez, incluidos los ministerios, la Fiscalía y la televisión pública, aunque no solo, han sido movilizados en un uso espurio y corrupto.
La gestión de la pandemia ha sido y es el exponente incontestable de hasta qué punto de indignidad e infamia ha llegado el presidente en una guerra sucia que ha desatado ya sin cuartel en los últimos días. Para ello se ha mentido, falseado, manipulado, insultado e injuriado a Díaz Ayuso con la tragedia de la covid y los fallecidos en las residencias de ancianos como medio, instrumentalizando el dolor de miles de personas, también del sacrificio de otros miles que se dedicaron a salvar vidas.
Se ha acusado desde la izquierda política a la presidenta de asesina, de «gestión homicida» y prácticamente de haber ejercido como verdugo por maldad. Ni el sanchismo ni Podemos ni todos los que participan en este linchamiento han podido caer más bajo. Apoyamos que la presidenta madrileña acuda a los tribunales en defensa no solo de su honor, sino del de los miles de profesionales que lo dieron todo por prestar la mejor atención posible a los pacientes. En política no vale todo. La Comunidad de Madrid se benefició de una de las mejores gestiones contra el virus, no ya de España, sino de Europa. Al contrario que el conjunto de la nación, cuyos autores no deberían salir impunes.